La mayoría ensordecida
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 10 de septiembre, 2024
Ahora que los diputados y senadores que provienen de Morena y sus partidos aliados ostentan una mayoría absoluta y calificada, no se cansan de decirnos una y otra vez que “es un honor estar con Obrador”, aunque en breve la presidenta será otra; que el “plan C” por fin se podrá realizar, y será buenísimo para el país; que el pueblo (bueno y sabio, desde luego) está seguro de que lo más conveniente será elegir por votación popular a jueces, ministros de la corte y magistrados, como si eso fuese a garantizar por encanto una justicia pronta y expedita; que tenemos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, aunque no se diga nada que permita evaluar la gestión de la pandemia de Covid-19; y que los llamados órganos autónomos no son democráticos, sino que son un engendro de la decadencia neoliberal, no importa para qué hayan sido creados, ni con el respaldo de quienes, así hayan sido los mismos fundadores del movimiento/partido hoy en el poder.
El barullo de las consignas y los adjetivos impide que se oigan las voces críticas. Así, resulta veraz decir “estamos dispuestos a escucharlos”, aunque no se les pueda oír. Al parecer, todas y todos los que han dedicado sus vidas a los asuntos que hoy quedan en entredicho ante el impulso avasallador de la cuarta transformación de la vida pública de la Nación, y que suelen ser expertos reconocidos en los corrillos de la academia, agrupaciones de profesionales, organizaciones de la sociedad civil, y sus pares tanto nacionales como extranjeros, se transforman en “pseudoexpertos” cuando dicen algo distinto de lo que la mayoría estruendosa quisiera oír. Sus voces se pierden en el fragor de los lemas y las descalificaciones.
Otro fenómeno que contribuye a la sordera mayoritaria es que conlleva el prejuicio de que todo cuestionamiento, toda crítica, se considera una oposición, y como tal, es “de la derecha”; porque la mayoría que se siente representada por Morena se ha apropiado de la izquierda, como si esta posición fuese monolítica. Una postura crítica, sin embargo, no significa necesariamente que quien la asume se oponga a la transformación de la vida pública de la nación, sino que reconoce que ni el partido en el poder, ni quienes encabezan el gobierno, en sus diferentes órdenes y niveles, son infalibles. La crítica contribuye a enmendar las desviaciones del curso de la transformación, invita a mejorar los diagnósticos, y ayuda a consolidar y fortalecer los aciertos. Cuando se pierde en el escándalo de las consignas y los aplausos, se corre el riesgo de la colisión contra la terquedad de lo real.
Parece que se nos ha olvidado que una de las cosas que define a las izquierdas es el reconocimiento y la inclusión de la diversidad. Se van formando al reunir en sus filas a todas y todos los que quedan marginados de las élites que ejercen poder y se adueñan de la riqueza natural y social de las naciones, concentrándola mediante el despojo y conservándola mediante el autoritarismo y el ejercicio de la fuerza. La izquierda es así, al final del día, un colectivo de minorías que convoca a rebeldes, diferentes, desposeídos, antimilitaristas, pacifistas, ambientalistas y demás componentes del vasto abanico de colores sociales, alrededor de la búsqueda permanente de la libertad. Cuando alguien dice algo así como que “la izquierda sólo somos nosotros, y quien piense diferente, no importa qué sea eso que piensa, es de derechas y, por tanto, corrupto e indigno de ser escuchado”, acaba por ser necesariamente autoritario: o se piensa como ellos, por el hecho de que ganaron en las urnas, o se impone el silencio.
Dentro de unos cuantos días, asumirá el mando del Poder Ejecutivo, la primera mujer presidenta en nuestro país. Hay razones para celebrar el hecho, pero las hay también para estar preocupados. Quiero suponer que ella comparte al menos algunas de estas preocupaciones. Emprenderá su administración en condiciones nada fáciles de gobernabilidad, y con un cuerpo social que ha visto disminuidos y lastimados los espacios que le habían permitido, a lo largo por lo menos de la última década, ir construyendo algo parecido a la gobernanza: un escenario que parecía ir abriendo a todos los actores sociales espacios para proponer formas de organización, asociación, participación y acción que nos permitían sentir que contribuíamos al establecimiento de sistema que tendía a irse haciendo democrático.
La doctora Sheinbaum enfrentará, además, el reto de conducir el trabajo del Poder Ejecutivo constreñida por los límites establecidos por la administración que la antecede: unas fuerzas armadas empoderadas, al mando de la fuerza responsable de salvaguardar la seguridad de los ciudadanos, y una participación cada vez más sólida en acciones otrora reservadas a la sociedad civil, capaces de generar para las organizaciones castrenses cada vez más ventajas financieras; un sistema de subsidios cada vez más oneroso, para el que habrá que encontrar fuentes de recursos suficientes y sostenibles; una relación complicada y a veces poco amigable con diversos países y organizaciones multilaterales; entre otros escollos y dificultades. Pero sobre todo, el ruido de una mayoría ensordecida que no le dejará escuchar, por encima de las consignas y los adjetivos, voces que puedan advertirla de los baches y obstáculos que se avecinan para la vida nacional, voces que serán acalladas por el ruido de quienes las acusarán de clasistas, aunque no lo sean, de extranjerizantes, aunque respondan a los intereses más hondos de la Nación, de corruptas, aunque tengan tras de sí trayectorias intachables de honradez y honestidad, o de conservadoras, aunque provengan de la izquierda más progresista. Voces, en fin, que tendrán que hacerse escuchar, y convencer a propios y extraños de que negarse a renunciar a la crítica responde sobre todo al deseo de contribuir a que el camino de la transformación de la vida pública nacional será más consistente, más productivo y más alegre si se deja ayudar por quienes quieren apoyar desde una perspectiva distinta de la que se limita a reiterar el coro de las consignas.
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/236532/la-mayoria-ensordecida-lopez-obrador-sheinbaum-morena-plan-c-poder-ejecutivo
No Comment