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La milpa maya ya es parte del SIPAM

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Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 22 de noviembre, 2022

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Es un sistema alimentario fundamental para la supervivencia de las comunidades campesinas

Cuando se conoció la resolución de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de incluir a la milpa maya entre los Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM), la noticia resultó francamente estimulante. Aunque muchos consideramos que la milpa maya es un sistema alimentario fundamental para la supervivencia de las comunidades campesinas de la región, la conservación de la agrobiodiversidad, y la construcción de paisajes productivos sostenibles; lograr este reconocimiento por parte de la comunidad internacional no fue un proceso inmediato, ni sencillo. Ha sido la culminación de un esfuerzo de varios años, en el que han colaborado centros e institutos de educación superior e investigación, organizaciones no gubernamentales, representantes de las comunidades mayas, y los tres gobiernos locales de la península, en una labor coordinada y de largo aliento, que se logró continuar consistentemente incluso a pesar de varios cambios de administraciones. Hay que felicitar a todos – funcionarios, investigadores, luchadores sociales y representantes comunitarios – los que colaboraron a que este esfuerzo llegara a buen puerto.

Ya se han emitido muchos comentarios acerca del asunto, y no quisiera limitarme a repetir los aplausos. Por ello, comparto aquí tres breves consideraciones, desde la perspectiva de la ecología política. La primera de éstas tiene un cariz un tanto irónico. Los trabajos que hicieron posible incorporar la milpa maya al SIPAM no habrían sido posibles de no ser porque los gobiernos de los tres estados de la península apostaron hace tiempo acordar una Alianza para la Sustentabilidad de la Península de Yucatán (ASPY), alianza que fue declarada “insubsistente” por un juez, en respuesta a una solicitud de amparo generada por una organización no gubernamental, en un supuesto esfuerzo por defender a las comunidades mayas. Se alegaba entonces que los gobiernos estatales no habían consultado con las comunidades indígenas para obtener su anuencia libre e informada para aliarse en aras de la sustentabilidad, como si hiciera falta pedirles permiso para eso, lo que excede toda consideración contemplada en el acuerdo 169 de la OIT. Afortunadamente, las dependencias responsables de la política estatal de Campeche, Quintana Roo y Yucatán continuaron coordinándose como proponía el ASPY, aunque sin considerarlo formalmente, dada su “insubsistencia”. Esa coordinación ha sido esencial para lograr la inclusión de la milpa maya en el SIPAM.

La segunda consideración se refiere a la relación existente entre la milpa maya, la conservación de la agrobiodiversidad, y la seguridad alimentaria de las comunidades indígenas. La milpa es mucho más que maíz. Su complejidad estructural, y los índices de diversidad que aloja, la convierten en el corazón del paisaje maya: es la expresión cultural de una profunda relación entre la comunidad y su entorno, pero es también garantía del acceso a alimento de manera alterna al que ofrece un mercado frecuentemente inaccesible, y es también reservorio de diversidad genética ante un escenario de crisis climática que pone en entredicho la capacidad de sostener niveles satisfactorios de producción alimentaria convencional. No compite, ni quiere competir, con la producción masiva de cultivos de renta que demanda hoy el mercado convencional y capitalista, y quizá se pueda alegar que no contribuye a engrosar los números de la economía agrícola nacional. Pero sí que aporta para combatir los procesos de erosión genética, dependencia tecnológica y subordinación económica a que nos somete del desarrollo agropecuario convencional.

La tercera consideración se basa en una premisa que compartimos muchos: la selva maya no es una selva prístina. Es un paisaje; es decir, es un constructo social, coetáneo con la civilización maya. La milpa maya es entonces, la porción del paisaje donde se produce la base alimentaria de las comunidades mayas. Es por tanto una parte del ecosistema (paisaje) selva maya, consubstancial a las comunidades que viven la selva. Conservar la milpa maya, considerarla un Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial, es contribuir a conservar la selva. En lugar de subsidiar proyectos carentes de un sustento técnico robusto, y carentes de bases científicas sólidas, como el famoso “sembrando vida”, el estado mexicano haría bien en destinar recursos a fortalecer, modernizar, entender a fondo y respaldar la conservación, la vigencia y la eficacia de la milpa maya. Por último, hay que enfatizar el hecho de que la pertenencia al SIPAM no es un mero reconocimiento. Es también un compromiso, ya que los tres estados de la península están hoy obligados frente al mundo a tomar las acciones necesarias para garantizar que quede protegido este patrimonio.

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/206768/la-milpa-maya-ya-es-parte-del-sipam

 

 

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