¿Nuevos libros, nueva escuela?
¿Nuevos libros, nueva escuela?
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 8 de agosto, 2023
“Teman a quienes destruyen, censuran, prohíben
los libros: quieren destruir o censurar nuestra
memoria. Cuando se dan cuenta de que los libros
son demasiados, e inasequibles, por lo que la
memoria vegetal resulta amenazadora, entonces
destruyen memorias animales, cerebros, cuerpos
humanos. Se empieza siempre por los libros, luego
se abren las cámaras de gas”.
Umberto Eco
Este debate se repetirá cada vez que el gobierno decida modificar los programas educativos
Sé que llego algo tarde al debate alrededor de los nuevos libros de texto, pero supongo sin temor a equivocarme que durará mucho más, y que seguramente se repetirá de alguna manera cada vez que el gobierno decida que es hora de cambiarlos, modificar los programas educativos, e intentar hacer una educación apropiada a los tiempos y circunstancias. El caso es que no me podía quedar sin decir nada al respecto, y ante la andanada de dimes y diretes, acusaciones, críticas, contradicciones y juicios frecuentemente atropellados y carentes de fundamento, he estado tratando de formarme una opinión acerca de un tema que considero central para la vida nacional. Debo decir para comenzar que yo he tenido la fortuna de haberme formado al calor de la primera generación de libros de texto gratuito, aquellos que ostentaban en la portada, como alegoría de la patria, una mujer indígena erguida y altiva, gallarda y exuberante, que vestida en una blanca túnica enarbolaba la bandera nacional, de manera que los libros de texto gratuito tienen un grato espacio en mi memoria, y un especial lugar en mi corazón.
Dicho esto, tengo que admitir que, cuando escuché por primera vez el grito alarmado de que “¡No hay libro de matemáticas, ni de lengua!”, mi primera reacción fue de escándalo, y no pude evitar pensar, como muchos otros mexicanos convencionalmente educados, que la nueva escuela mexicana de la 4T, y sus herramientas didácticas, no eran más que un burdo esfuerzo por cambiar la educación por un proceso de adoctrinamiento y construcción de clientelas electorales. Francamente preocupado, he pasado largos ratos escuchando opiniones diversas de uno y otro lado, de gente variopinta, como el Doctor Díaz Barriga, Denisse Dresser, o Raúl Rojas, para mencionar sólo a tres de las multitudes de pensadores, académicos, expertos, investigadores o simplemente, ciudadanos, que han considerado tener algo que aportar a la discusión. Aunque cada vez me siento más confundido por el asunto, y menos capaz de formular una opinión definitiva, o algo remotamente parecido a una especie de juicio, creo haber logrado establecer algunas premisas que quizá contribuyan a ordenar el debate, y a dejar detrás el tono pendenciero, intransigente e intolerante que ha ido adquiriendo en estas semanas.
En primer lugar, me parece que no cabe duda de que ha habido una serie de errores de procedimiento que han provocado que los famosos libros de texto hayan salido a la luz como por sorpresa, sin que se diera oportunidad de participar a muchos actores sociales que consideran que debían haber contribuido a su construcción, y que podrían haber hecho aportes que – en su opinión – habrían conducido a un resultado mucho mejor y mucho menos controversial que el que se ha obtenido. Esto es parte del inexistente mundo del hubiera y es, desde mi punto de vista, un producto más de la precipitación sexenal de la 4T, en la que el Gran Timonel, empeñado en asegurar que en efecto se transforma el país durante su administración, fuerza las cosas para mostrar productos cuanto antes, sin importar demasiado cómo se producen, o qué se destruye en el proceso.
Por otra parte, creo que hay que entender de una vez por todas que la crítica no es monolítica. Es decir, no toda crítica forma parte de una aviesa campaña dirigida a truncar la heroica marcha de la 4T. Se puede hacer una crítica desde la razón, e incluso desde razones de izquierda, y merece la pena escucharla, e incorporar sus mejores aportaciones para la construcción de algo que pueda efectivamente llamarse una nueva educación mexicana. Hay que diferenciar entre la crítica honesta y los desatinos de los talibanes de la ultraderecha, que llaman a arrancar páginas de los libros de texto, o denuncian la aparición ominosa del vetusto fantasma del comunismo, o se escandalizan de que en los libros se llame testículos a los testículos, o se reconozca la existencia de familias distintas de las convencionales del patriarcado imperante. Ser crítico de veras implica también deslindarse de estas necedades.
En tercer lugar, aunque creo que esto es pedirle peras al olmo, deberíamos pugnar por una pausa. Pausa para conocer los nuevos programas por proyectos (modelo por cierto ya probado en otros países, como España, por ejemplo, con diferentes niveles de éxito). Pausa para formar docentes que conozcan y sepan emplear las nuevas propuestas metodológicas, y los nuevos marcos de referencia. Pausa para conocer con detalle los libros de texto que se han propuesto a la sociedad mexicana, y que por cierto tienen unas trescientas páginas cada uno, de modo que dudo que quienes los han criticado hasta ahora hayan tenido tiempo para revisarlos con la profundidad que el caso merece. Y pausa para enmendar los errores que al parecer se han colado en varios de los libros, como la idea de que las figuras geométricas están compuestas de líneas, ángulos y vértices, con lo que el círculo queda degradado a mera bolita.
Con esas pausas, y con una próxima administración más puesta en construir sobre lo existente que en destruir lo antecedente, quizá nos encontremos ante la posibilidad de completar la construcción de un nuevo modelo educativo que resulte apropiado a la circunstancia nacional. Será cosa de una o dos décadas de discusión y exploración serena, inclusive, creativa y genuinamente democrática.
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/219013/nuevos-libros-nueva-escuela
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