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Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 11 de junio, 2024

Jornada

Optimismo y catastrofismo: la ciudadanía aún reflexiona la victoria de Claudia Sheinbaum

En estos días de resaca postelectoral, durante sobremesas y sesiones de dominó, me he ido topando con varias narrativas más o menos contradictorias, que comparten al menos un punto en común: ¿nos toca hacer algo como meros “ciudadanos de a pie”, a partir de la conformación de un nuevo gobierno? Una postura frecuente indica que no, que se entiende al voto como una especie de patente de corso y que, si la mayoría ya decidió, en las urnas, quién la representa y conduce, nos queda acatar, a unos con la alegría del triunfo, y a otros más con una suerte de “resignación democrática”, que les hace aceptar lo que venga como quien capea un temporal, con una actitud más o menos fatalista.

Otra postura frecuente –al menos entre muchos de los miembros de la “clase media”– consiste en insistir en la construcción del miedo y la desconfianza, y se expresa en consignas que parecen argumentos, diciendo que se acabó la democracia, serán seis años de más de lo mismo; Claudia no hará más que obedecer las órdenes del gran timonel (lo que me parece por cierto una gran falta de respeto y una agresión política en razón de género), y que AMLO no se retirará nunca; que están entregando el país al crimen organizado, y han dejado de educar a las niñas y niños para indoctrinarlos.

Unos pocos sugieren que tenemos delante un brevísimo período de transición, de unos cuatro meses, que nos pone delante la tarea de conocer lo que espera lograr la presidenta electa, saber quiénes formarán parte de su equipo y cuál será su talante y su capacidad, estimar cómo matiza su relación con la administración anterior y el partido (ha ofrecido sin cortapisas que será “presidenta de todas las mexicanas y mexicanos), y cómo se propone encarar el nerviosismo de los dueños del dinero y la onerosa deuda y escasa disponibilidad de recursos que le hereda su popular antecesor. Para muchos de nosotros, la presencia serena y la lucidez del doctor Juan Ramón de la Fuente, y el tono mesurado del primer discurso de la doctora Sheinbaum, son motivo suficiente para aguardar con moderado optimismo el inicio formal de sus funciones.

Si bien me niego a sumarme al coro más o menos estridente de predicciones catastrofistas, sostengo sin ambages la necesidad de mantener una postura crítica: habrá cosas que no nos parezcan apropiadas, o adecuadas a las circunstancias. Habrá discursos con los que no estaremos de acuerdo, gastos que nos parecerán innecesarios, decisiones que nos resultarán injustas, o injustificadas; y tendremos por fuerza que decirlo con firmeza, y con la insistencia que resulte necesaria. De eso se trata la vida democrática, y esa es quizá la respuesta más breve a la pregunta por el quehacer en adelante, porque no basta con haber emitido un voto. Al hacerlo, la mayoría de los mexicanos le ha concedido a Claudia Sheinbaum el poder de encabezar el gobierno; es decir, la tarea de servir a los intereses de todas y todos los mexicanos durante los próximos seis años. Nos toca verificar que lo haga cabalmente, exigir que cumpla con las labores que el país demanda, reprobar sus desatinos, cuando los tenga, y aplaudir con generosidad sus éxitos.

Lo que creo que resulta improductivo y paralizante es dedicar la energía ciudadana a descalificar, alimentando la desconfianza y el prejuicio, e intentando frenar, detener o dificultar cualquier acción que provenga de la administración legítimamente constituida. Aunque hay preocupaciones que persisten, particularmente el inflado poderío que se ha otorgado a las fuerzas armadas, su opacidad y su creciente capacidad operativa y financiera; la amenaza que se cierne sobre los organismos autónomos del estados, necesarios garantes de muchos derechos ciudadanos; y la debilidad con que se enfrentan los organismos responsables de la salvaguarda del patrimonio natural de la nación; esto nos marca terrenos de lucha e insistencia, pero no necesariamente nos convoca a una animadversión permanente.

Una última reflexión: el actual arreglo de partidos no nos parece ofrecer en realidad un espacio que permita un foro que constituya un contrapeso a la apabullante presencia del Movimiento de Regeneración Nacional. Los aliados de Morena representan, o bien una “izquierda” con una historia siempre vinculada a los más añejos partidos, con los vicios y costumbres que los aquejan, o un tucán que ni es partido, ni es verde, ni es ecologista, y quizá ni siquiera sea mexicano. La otra “alianza”, ahora que el PRD perderá su registro, reúne lo más impresentable de la política nacional, desde un PRI que no tiene más ideología que la del acceso al “hueso”, a una derecha que no alcanza a ofrecer nada más allá de la oposición por la oposición misma, o los vínculos con las fuerzas más oscuras de la ultraderecha. Así las cosas, quizá merezca la pena buscar la constitución de una nueva fuerza política –libertaria y contestataria– que ofrezca a la sociedad una voz permanentemente crítica, capaz de invitar siempre a quien detente el poder, a no ejercerlo sin informar, consultar y servir a la sociedad en pleno y sus demandas más sentidas.

roblesdeb1@hotmail.com

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/232413/y-ahora-contrapesos-morena-oposicion-pan-pri-prd-mc-pvem-pt-congreso-claudia-sheinbaum-mercados-amlo

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