Territorio, impactos ambientales por ocupación
Ocupación del Territorio y Medio Ambiente
Este documento se elaboró antes de contar con la información procesada del Censo del año 2000.
Los procesos poblacionales y su relación con el territorio constituyen un referente
fundamental para la gestión pública del medio ambiente y los recursos naturales.
Desde fines del siglo pasado México cuenta con una información censal
sistemática, aunque de calidad desigual. Dispone también de una reconocida
capacidad institucional en el campo demográfico, concentrada en varios centros de
investigación, así como en el Consejo Nacional de Población, creado en 1974.
La información poblacional disponible1 se articula aquí con aquélla proveniente del
Ordenamiento General del Territorio y de otras fuentes de la Semarnap para aportar
algunos elementos de análisis.
Crecimiento poblacional
Sin compartir los credos malthusianos, es necesario reconocer que el crecimiento
poblacional que ha experimentado México en el siglo XX ha modelado las
condiciones en que se ha expresado la problemática ambiental en nuestro país,
mediante las múltiples y complejas mediaciones que vinculan la dimensión
demográfica con la ambiental. En la Gráfica 1 se muestra el crecimiento
poblacional de México, pasado y previsible, distinguiendo sus componentes urbano
y rural.
Gráfica 1. Población total, urbana y rural 1910 – 2010
Nota: Para efectos de análisis se considera urbana toda población de más de 2,500 habitantes.
Fuentes: 1910 a 1990: Consejo Nacional de Población (Conapo). El poblamiento
de México. Una visión histórico-demográfica. (1993). Tomo IV. 1995 en adelante:
Conapo. Proyecciones de la población de México 1996-2050, (1998). Modificado
por Semarnap.
A partir de un régimen demográfico con elevadas tasas de mortalidad y natalidad,
México experimentó primero una reducción en la primera, seguida de una acusada
caída de la segunda, como lo muestran las gráficas 2 y 3.
Gráfica 2. Tasas de natalidad, mortalidad, mortalidad infantil y crecimiento natural
Decesos por cada mil nacimientos.
Fuentes: Conapo. La situación demográfica de México. (1999). Conapo.
Proyecciones de la población de México 1996-2050 (1998). Modificado por
Semarnap.
Gráfica 3. Esperanza de vida al nacer y tasa global de fecundidad, 1950-2030
Fuentes: Conapo. Proyecciones de la población de México 1996-2050 (1998).
Modificado por Semarnap.
El proceso resultante, registrado con diversas temporalidades sobre todo en los
países de desarrollo intermedio o avanzado, se conoce como «transición
demográfica». Habiéndose ya estabilizado la mortalidad, este proceso está ahora
determinado por la disminución de la fecundidad.
La evolución de la estructura por edades de la población resultante de esta
transición demográfica se puede apreciar en las pirámides de edades anexas
(Gráfica 4). Como resultado del proceso señalado, se estima que la población de
personas mayores de 65 años se triplicará en México en las próximas tres décadas.
Gráfica 4. Estructura poblacional por sexo y grupos quinquenales de edad.
Fuentes: Pirámide 1910: Secretaría de Industria y Comercio. Dirección General de
Estadística. «Censos generales de población 1910 y 1921». Tomado de El
poblamiento de México. Una visión histórico-demográfica. Tomo IV. (1993).
Pirámide 1950: Secretaría de Gobernación/INEGI, VII Censo general de población
y vivienda. (1950). Pirámides 1970 y 1990: Secretaría de Gobernación. Conapo. La
situación demográfica de México. (1999). Pirámides 2000 y 2050: Conapo.
Proyecciones de la población de México 1996-2050. (1998).
En México, como en casi todos los países de América Latina, el sector público ha
tenido que enfrentar el desafío de abatir el rezago y de ampliar el suministro de los
servicios a su cargo, a ritmos impuestos por el rápido crecimiento de la población.
Como ejemplo reciente, cabe recordar que en los cinco primeros años de actuación
de la Semarnap se logró suministrar por primera vez servicio de agua potable a
cerca de 8.4 millones de nuevos usuarios, tanto urbanos como rurales. Esta
población adicional beneficiada es equivalente a la de un país completo, como
Austria o Bolivia. Sin embargo, este esfuerzo apenas permitió que la cobertura del
servicio pasara de 82.2% a 87.5% en relación con la población total del país.
A pesar de la notable reducción en las tasas anuales de crecimiento poblacional,
que en la actualidad no rebasan 1.8%, la inercia demográfica determina una
continuidad en la expansión poblacional. De los 99.62 millones de habitantes
estimados para el año 2000, se pasará a 112.2 millones en el 2010 y a 128.9
millones en el 2030. La población total crecerá en México cada vez menos, hasta
llegar a una estabilización probable en torno a los 131 millones para el año 2050.
Durante las próximas dos décadas la demanda de vivienda ascenderá a unas 880
mil por año, cifra que contrasta con la actual oferta formal de cerca de 250 mil
viviendas/año. Esta brecha entre las necesidades y la oferta del mercado señala que
la informalidad y la autoconstrucción seguirán compro-metiendo la calidad
ambiental de nuestras ciudades, entre otras consecuencias sociales.
Las implicaciones del crecimiento poblacional inercial serán particularmente
graves en lo que atañe a la generación de empleos. Para superar el rezago y
absorber la nueva demanda se estima que en la primera década del nuevo siglo se
necesitaría crear más de un millón 200 mil empleos al año. La población
económicamente activa ascenderá a 56 millones en el 2010, y a 64 millones en el
2020. El desafío es impresionante, tanto por la cantidad de empleos a generar como
por la necesidad de mejorar su calidad. De no lograrse un incremento notable en la
inversión movilizada, sería previsible un aumento en la ocupación informal en el
país, así como en la emigración. En la actualidad, 95% de los mexicanos que
emigran a otros países lo hacen hacia los Estados Unidos de América, en donde
residen alrededor de ocho millones de personas nacidas en México. Se estima que
en los últimos años han emigrado a los Estados Unidos unos 300 mil mexicanos
anualmente, incluyendo tanto emigrantes legales como indocumentados.
A partir de los años setenta, la diversificación de las actividades económicas
propició la aparición de nuevos polos de atracción para la población. El fenómeno
migratorio tradicional básicamente del campo a las ciudades, en particular a las tres
principales zonas metropolitanas: México, Guadalajara y Monterrey, se modificó
con una tendencia a la diversificación y permanencia de los desplazamientos,
cobrando creciente importancia la migración de carácter urbano-urbano y
metropolitano-urbano. Las ciudades de cien mil o más habitantes siguen siendo el
principal destino de los migrantes, aunque se detectan ahora desplazamientos
significativos entre áreas rurales o entre ciudades pequeñas y medianas.
Parece próxima a concluir la fase expansiva de más larga duración que haya
conocido la economía de los Estados Unidos. Este hecho, junto con la dificultad
para crear los suficientes empleos formales urbanos en México y el desarrollo de
nuevos polos de atracción vinculados con actividades exportadoras, determinarán
una posible reorientación de los procesos migratorios, tanto internos como
externos.
Las implicaciones ambientales de estos procesos serán sin duda significativas. Para
superar la pobreza que se intensifica en el sector rural del país no bastará con
fomentar procesos agroproductivos intensivos en tecnología y capital, orientados
por lo general a la satisfacción de una demanda externa, urbana o internacional, y
generadores de escaso empleo. El aprovechamiento de los recursos naturales
accesibles será, en medida creciente, una válvula de escape para mejorar en el corto
plazo las perspectivas de bienestar de grandes núcleos de población rural. Las
condiciones para la utilización productiva de dichos recursos desempeñarán un
papel crucial para frenar o facilitar la transición hacia un desarrollo sustentable en
nuestro país.
Corolario interesante de la transición demográfica que vivimos es la evolución del
índice de dependencia, o proporción entre la población en edad de trabajar y los
dependientes, ya sean menores de 15 años o mayores de 65 (Gráfica 5). Nos
adentramos en un periodo en el que la carga de la infancia ya ha descendido,
mientras la de la senectud empieza apenas a aumentar. Se presenta así un espacio
temporal de oportunidad, a veces denominado «bono demográfico», que permitiría
mejorar las con-diciones de ahorro e inversión e incrementar el bienestar social, a
condición de contar con orientaciones y apoyos institucionales adecuados.
Gráfica 5. Índice de dependencia 1970-1990 y proyecciones 2000-2050
Fuente: Semarnap. Elaboración propia con base en fuentes demográficas diversas.
Índice de dependencia: Población < 15 + Población 65/Población total
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Los resultados preliminares del Censo de Población 2000 arrojaron una población
total de 97.3 millones de habitantes, lo que significa 2.3 millones de habitantes
menos que la cifra proyectada en 1999 para el año 2000. Debido a esto, la
población futura podría ser menor a la contemplada en este documento.
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