La mina Caballo Blanco

Julia

 

La mina Caballo Blanco

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  31 de marzo 2012

En la zona centro de Veracruz, en uno de los pocos sitios del estado en donde aún existe una gran diversidad de ecosistemas naturales y de flora y fauna, la empresa canadiense Goldgroup Mining Inc. pretende desarrollar un proyecto minero para la explotación de oro. Gracias a que se trata de una de las zonas de Veracruz mejor estudiadas, numerosos investigadores del Instituto de Ecología A.C. y de la UNAM, entre otros, que han trabajado en la zona desde hace años, se abocaron a la tarea de analizar cuidadosamente la Manifestación de Impacto Ambiental que dicha empresa sometió a evaluación en la Semarnat, y detectaron inconsistencias, omisiones y sobre todo alertaron sobre los grandes riesgos que este proyecto representa para la conservación de la biodiversidad y para la salud de la población local.

El proyecto, ubicado en los municipios de Actopan y Alto Lucero, a 3 kilómetros de la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde, consiste en el aprovechamiento de un yacimiento de oro mediante un tajo a cielo abierto, y proyecta extraer, anualmente, 100 mil onzas de este metal, durante un periodo de entre seis y diez años. Para ello, sería necesario movilizar diariamente cerca de 30 mil toneladas de tierra y consumir alrededor de 3 mil metros cúbicos de agua del acuífero de Actopan, así como emplear mil 500 toneladas de cianuro de sodio al año.

El área de influencia en donde se pretende ubicar la mina es particularmente importante por su gran biodiversidad. Debido a la presencia de la cadena montañosa de la Sierra Madre Oriental, a la constante humedad que proviene del Golfo de México, aunado a distintos orígenes de suelo, en esta región se establecen variados ecosistemas, como son los bosques de encinos tropicales, posiblemente relictos de las glaciaciones del pleistoceno; las selvas tropicales subhúmedas, secas e inundables; los humedales, pantanos y manglares; las dunas costeras y lagunas. Numerosas especies de la flora y fauna de estos ecosistemas están consideradas en la NOM-059-ECOL-2010 como especies amenazadas o en peligro de extinción y, además, varias son endémicas.

Dos características biológicas hacen a esta zona única. La primera es la presencia de una comunidad vegetal de cícadas, especies que se consideran fósiles vivientes, ya que son plantas sobrevivientes de la época de los dinosaurios. La segunda es la migración, en otoño y en primavera, de cientos de miles de individuos de varias decenas de especies de aves; a este fenómeno se le llama Río de Rapaces y es el más importante del mundo.

Esta zona es reconocida nacional e internacionalmente: la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad la considera región prioritaria, terrestre y marina, para su conservación; es, también, un área importante para la conservación de las aves (conocida por sus siglas como AICA); varios de sus humedales se encuentran bajo la categoría internacional de sitio Ramsar; parte de las playas son zona protegida del Centro de Investigaciones Costeras La Mancha del Instituto de Ecología A.C., y constituye un sitio de monitoreo de aves del Gulf Coast Bird Observatory.

Además, la cadena de lagunas enmarcadas por las serranías del Eje Neovolcánico y acotadas en el norte y el sur por los grandes sistemas de médanos crean un paisaje único de alto valor estético. Asimismo, es un sitio histórico; se localiza junto a Villa Rica, primer ayuntamiento fundado por Hernán Cortés, y contiene el sitio arqueológico Quiahuiztlán.

No hay argumentos que justifiquen este desarrollo minero que, irremediablemente, destruirá la naturaleza de esta región. La empresa arguye la creación de entre 350 y 400 empleos, no obstante, dichos empleos no compensan los que se perderán por los impactos a los sistemas agropecuarios y, mucho menos, los empleos potenciales vinculados al desarrollo ecoturístico que no se generarían si se destruye el medio ambiente.

Los expertos señalan otros riesgos tanto para la población local como para los ecosistemas y cuerpos de agua, resultado de los desechos de cianuro, la disposición de la tierra con residuos tóxicos, la generación de polvo, las explosiones, el ruido y la iluminación constantes así como por la sustentabilidad de la fuente de agua. Al ser una zona expuesta a huracanes y tormentas tropicales, los riesgos aumentarán.

La verdadera riqueza de esta región no está en el oro del subsuelo, sino en la importancia biológica y ecológica de la zona, en su valor estético y su significado histórico. Sin embargo, esta riqueza no se ha aprovechado en beneficio del bienestar social de la población local. Esta región debería ser un destino ecoturístico mundial que permitiera a su población obtener empleos e ingresos permanentes y de largo plazo, conservando su riqueza natural. En contraste, con la mina, después de 10 años, el panorama será una población desempleada con la naturaleza destruida.

En resumidas cuentas, tal y como lo argumentan los expertos, las instituciones académicas, la sociedad civil y el gobierno del estado de Veracruz: la Semarnat no debería autorizar la mina Caballo Blanco.

Fuente: Hemeroteca