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De animales a dioses 2.0

Homo deus (de animales a dioses reloaded)

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  23 de febrero 2018
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¿Cómo logramos los Homo sapiens posicionarnos en la cúspide de la cadena trófica planetaria y conquistar el planeta? Y, a la vista de nuestras capacidades actuales de influir en procesos a escala de la biosfera e intervenir en nuestra genética, ¿cómo podemos imaginar nuestro horizonte evolutivo? Cuestiones centrales del magnífico libro «De animales a dioses. Breve historia de la humanidad», best-seller 2013 que, ahora, Yuval Noah Harari continúa con un siguiente libro: Homo deus.

En su narrativa macrohistórica «De animales a dioses» —Glocalfilia 10 de marzo 2016—, Harari explicaba que, hasta hace alrededor de 70 mil años, las comunidades humanas contaban generalmente con alrededor de una centena de personas, por la dificultad de actuar tantos en concierto. Por entonces, en algún lugar de África emergió un lenguage que permitía comunicar más allá de información sobre hechos, permitía comunicar mitos y leyendas comunitarias. Surgieron así héroes y luego dioses. Los dioses controlaban la naturaleza y los destinos humanos. La creencia en dioses, la emergencia de las religiones, permitió que miles de seres humanos actuaran en concierto: para la agricultura, para construir ciudades, o para la guerra. Los mitos continuaron evolucionando, hasta convertirse en Estados – Nación, derechos de propiedad, instituciones, dinero. De animales —viviendo en manadas de algunas decenas de individuos—, pasamos a construir ciudades de miles porque compartíamos los mismos dioses que controlaban nuestros destinos. Para llegar, hoy día, a un estado de bienestar digno de viejos dioses. Dominamos sobre la Tierra, corremos más rápido que los caballos; volamos, sin ser aves; buceamos, sin ser peces; realizamos grandes y complicadas construcciones (genio tecnológico); reparamos nuestra biología (genio médico); transmitimos nuestra imagen y voz a distancia; colocamos sondas satelitales en Saturno; desarrollamos nanotecnologías… Lo logramos: ¡somos dioses!

En su nuevo libro, Homo deus, Harari continúa esta narrativa macrohistórica, proyectando futuros derroteros posibles para la humanidad. Y su balance no es optimista. Porque, si por una parte Homo sapiens ha sido capaz de construir una esplendorosa civilización basada en principios de cooperación, conocimientos científicos, desarrollo tecnológico y humanismo y que en gran medida el hambre, las enfermedades y las guerras se mantienen bajo control, también ha construido una civilización basada en la desigualdad. Durante la mayor parte de la historia las masas han sido insignificantes para las élites y los centros de poder, en contraste con lo sucedido durante los siglos XIX y XX —dice Harari—, cuando las masas fueron vitales para la economía, lo que permitió configurar la igualdad como uno de los más importantes valores de la humanidad.

Sin embargo, ahora esta situación se invierte, con mayores desigualdades que en cualquier otro momento de la historia. Una pequeñísima minoría de personas monopoliza el poder económico y político, los algoritmos y la tecnología y podrá utilizar recientemente este enorme poder para empezar a mejorar biológicamente —e iniciar así la creación de clases biológicas.Hoy día, 60 personas poseen la riqueza de media humanidad (Oxfam) y tendencia a la concentración se acentúa (Thomas Picketty). Continúa el desarrollo del genio genético, las nanotecnologías y los cyborgs. Y paulatinamente todo continuará quedando bajo control de las élites y las grandes corporaciones. Por ejemplo los coches con pilotaje autónomo, que se integrarán al parque automotriz durante los próximos 10 o 20 años. Hoy, millones de personas comparten las decisiones sobre la movilidad: conductores, taxistas, choferes, guardias de tráfico… Dentro de 20 años todos los vehículos estarán conectados a una única red que estará controlada por un único algoritmo. ¿Y quién será el propietario? Quizá una corporación como Google controlará toda la red de transporte de algún país, o países. Ese es el tipo de monopolización del poder que puede venir.

En resumen, la amenaza del dataísmo. Situación en la que, con suficientes datos biométricos sobre las personas y suficiente poder de cómputo, un algoritmo externo puede ordenear mejor las preferencias de las personas de lo que ellas mismas logran hacerlo. Así, el poder pasa del individuo al algoritmo, porque puede tomar mejores decisiones; primero con cosas simples, como cuando Netflix te propone películas, o los sistemas de navegación que indican el mejor camino a tomar. Decisiones que tomábamos con base en experiencia e instintos, ahora cada vez más las tomamos con base en aplicaciones de cómputo, en nuestros smart-phones…

En fin —concluye Harari—, el cambio climático degradará la mayoría de los sistemas ecológicos y marginará a la mayoría de la gente, en tanto que la ciencia y la tecnología sean capaces de salvar exclusivamente a las élites.

 

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