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Nobel de Economía 2018 en reconocimiento a fallas de mercado

Para los economistas William Nordhaus y Paul Romer

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  30 de octubre 2018

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A primera vista, las obras de Bill Nordhaus —reconocido en los 1990 por su modelo matemático sobre el impacto del cambio climático en la economía— y de Paul Romer —especialista en las fuerzas de largo plazo que conducen el crecimiento económico— tienen poco en común, pero ambos son defensores del capitalismo de libre mercado y comparten la convicción de que la libre competencia (intrínseca al capitalismo moderno)y la innovación generan grandes beneficios materiales.

Ahora los une el premio Nobel de economía 2018 por sus estudios acerca de cómo y por qué las economías de mercado fallan, por generar externalidades y efectos secundarios que justifican, entre otras cosas, los impuestos a la energía, los esquemas de topes y comercio (cap-and-trade), los subsidios a la investigación y otros tipos de intervención gubernamental. El Comité del premio Nobel reconoce a Romer y Nordhaus porque subrayan que la economía de mercado posee importantes imperfecciones y sus contribuciones han puesto a la vista cómo las intervenciones gubernamentales pueden mejorar el bienestar a largo plazo.

El término «imperfecciones» tiene que ver con la suposición de que en mercados competitivos ideales los precios de los bienes son equivalentes a sus costos de producción, lo cual asegura una distribución de recursos y bienes de manera más eficiente que las directrices del Estado. Pero Nordhaus reconoce que el mercado de combustibles fósiles no opera de esta manera y Romer reconoce que los bienes resultantes de los avances del conocimiento, tampoco.

Cuando se pagan 20 pesos por litro de gasolina, el precio cubre los costos de extracción petrolera, refinación y distribución, así como del servicio que presta a usuarios finales. Pero este precio no toma en cuenta los costos de los impactos por la elevación de la temperatura promedio global, derivados de las emisiones de bióxido de carbono (CO2), que empezamos a sufrir las generaciones presentes y que sufrirán —cada vez más intensamente— las generaciones futuras. Una manera de hacerse cargo de esto consiste en imponer límites estrictos a la quema de combustibles fósiles, otra es imponer impuestos al carbono para reducir su uso.

Pero ¿de cuánto debe ser este impuesto? Nordhaus desarrolló, durante principios de los 1990,un modelo económico con el que estimó que este impuesto debiera ascender a seis dólares por tonelada de emisiones de carbono (USD/t). Considerando el rápido crecimiento de la economía mundial durante el último cuarto de siglo y el consiguiente crecimiento de las emisiones, su estimación actualizada es de 30USD/t.

Por su parte, Romer centró su atención en los efectos de la creación de conocimientos y su aplicación en ingenierías y desarrollo tecnológico (I&D) que permiten producir nuevos bienes básicos. Un claro ejemplo son los transistores que los investigadores de Bell Labs inventaron a fines de los 1940 y que Western Electric empezó a producir para uso comercial en 1951. Para los 1990, la continua mejora de la I&D habían reducido su costo por un factor de un millón. Sin embargo —señala Romer— los principales usufructuarios de estos descubrimientos no fueron las grandes compañías, sino los usuarios, que han visto reducidos por un factor de diez los costos de los transistores en sólo veinte años. Romer desarrolló un modelo económico que explícitamente incluye el sector del conocimiento pero que, en una economía de libre competencia, su desarrollo se encuentra desincentivado porque las innovaciones a partir de nuevos conocimientos son rápidamente copiadas por quienes no invirtieron en ello.Por consiguiente, es indispensable introducir políticas públicas y subsidios para la I&D, becas para estudiantes de ciencias y adecuados mecanismos de patentes para que las compañías innovadoras ganen por sus invenciones.

Sin embargo, ni Nordhaus ni Romer pueden ser considerados grandes progresistas. Nordhaus ha sido severamente criticado por su incrementalismo, que pretende aceptable un incremento de 2.5 ºC en la temperatura promedio global hacia 2100, lo que implica un impuesto al carbono de 35USD/t en 2020 y de 100USD/t hasta 2050 (mientras que el consenso del IPCC es de 200USD/t desde 2020). Romer ha sido asimismo criticado por sus propuestas para que sean países desarrollados quienes administren ciudades de países en desarrollo. En todo caso, lo importante de este reconocimiento del Comité del premio Nobel 2018 es que incluso destacados teóricos del libre mercado reconocen que éste tienen fallas y que es indispensable la intervención del Estado y la sociedad.

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