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El «síndrome del parabrisas», o la extinción masiva de insectos

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  3 de abril 2019

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Los cincuentones (y más) recordamos que, cuando niños, salir a carretera implicaba que parabrisas y parrilla frontal del carro se llenaran de insectos y resultaba necesario parar de vez en cuando para limpiarlos. Ya no sucede. Vivimos una extinción masiva de insectos. Una asociación de naturalistas amateurs de Alemania —la Sociedad Entomológica de Krefeld—, publicó en 2017 que 80% de la biomasa de insectos había desaparecido entre 1985 y 2013, en 63 áreas naturales protegidas, con lo que disparó la preocupación mundial. De acuerdo con Altimetric, fue el sexto artículo científico más discutido durante ese año. Otros estudios en diversos lugares del mundo continúan documentando que el gran insecticidio está en marcha, formando parte de la sexta extinción masiva de biodiversidad en la historia de la Tierra.

El Journal of Biological Conservation publicó una primera gran revisión global, en su ejemplar de abril 2019, con base en la revisión de 73 reportes históricos sobre la disminución de poblaciones de insectos, la extinción global de 40% de estas especies y el declive de otro 33%. Los más afectados: en ecosistemas terrestres, lepidópteros (mariposas), himenópteros (abejas) y coleópteros (escarabajos); y en ecosistemas acuáticos: odonatos (libélulas), plecópteros (moscas de piedra), tricópteros (polillas de alas peludas) y efemerópteros (moscas de pescadores). Las principales causas: uso intensivo de pesticidas (particularmente neonicotinoides), pérdida de hábitas, presencia de especies invasoras y cambio climático.

El caso es que, al paso de cada generación humana la degradación ambiental aumenta, pero cada una considera el nivel de degradación que le toca como la norma. Registramos la pérdida total de paisajes y de recursos naturales o de especies, pero no el cambio paulatino y progresivo que conduce a tal pérdida. Fenómeno que se reconoce como «síndrome del desplazamiento de la línea base» (la rana en agua caliente); en el caso de los insectos, el «síndrome del parabrisas».

Los insectos son indispensables porque se encuentran en la base de todas las cadenas tróficas (flujos de materiales y energía en los ecosistemas): polinizadores, trituradores y desintegradores de desechos, recicladores de materia orgánica, alimento de aves, reptiles, anfibios, peces e incluso, mamíferos. Sin insectos se generan extinciones en cascada de las especies que dependen de ellos y los ecosistemas terrestres y acuáticos dejan de funcionar.

Con la sexta gran extinción masiva en curso, desatada por Homo sapiens, lo que estamos perdiendo no es solamente la diversidad de especies, sino la reducción de sus poblaciones en sus antiguas áreas de distribución y abundancia. Si ya reconocíamos la deforestación, ahora reconocemos la defaunación: extinción (pérdida de especies animales) más extirpación (extinción de sus poblaciones locales). Estamos perdiendo capacidades funcionales y evolutivas de los ecosistemas, que ya no pueden funcionar normalmente, lo cual pone en peligro nuestra propia supervivencia.

El periodista J.B. MacKinnon (Alguna vez en el mundo futuro) reporta algunos registros de siglos recientes que indican el grado de pérdida: en el Atlántico del Norte, un stock de bacalao impide el paso a un gran buque en medio del océano, en las costas de Sídney, Australia, un buque navega, del mediodía al anochecer, a través de manadas de ballenas de esperma hasta donde se pierde la vista; pioneros en la costa norteamericana del Pacífico se quejan ante autoridades que cardúmenes de salmones saltarines hacen naufragar sus canoas y se reportan leones en el sur de Francia, morsas en la boca del Támesis, conteos de más de cien ballenas azules por cada una que pueda observarse actualmente, o parvadas de aves que tardan días en atravesar territorios… Sabemos que hemos hecho desaparecer, de 1970 a la fecha, 60% de las poblaciones de vertebrados silvestres; que la mayor población de pingüino Rey ha disminuido 88% en 35 años; que poco más del 97% del atún aleta azul que habitaba los océanos ha desaparecido; que la abundancia de mariposa monarca cayó 90% en EU en 20 años; que de la biomasa global de mamíferos solamente 4% son silvestres, el 96% restante somos seres humanos y las especies domesticadas con las que nos alimentamos; etc., etc.

Sin insectos los ecosistemas pierden definitivamente capacidades funcionales que sustentan los soportes, bienes y servicios que ofrecen a los demás seres vivos, incluidos nosotros, Homo sapiens, para mantenernos con vida… La naturaleza nos pasará la factura, difícil, complicada y de largo plazo a pagar.

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