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Sembrando vida para cosechar votos

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Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 05 de septiembre, 2023

Jornada

Los beneficios inmediatos del programa federal parecen obedecer a la lógica electoral

Hacía tiempo que no se oía gran cosa acerca del programa Sembrando Vida. Parecía haberse normalizado como uno más de los programas de apoyo al campo que se han ido llevando a cabo sexenio tras sexenio en nuestro país, sin que parezca que se incremente demasiado la productividad agropecuaria, o que mejore significativamente la situación socioeconómica de las comunidades indígenas y locales que siguen siendo la base de la producción en el campo mexicano (como lo son, si damos crédito a las cifras de la FAO, en el resto del mundo). Sembrando Vida se nos ha presentado siempre como un programa de restauración de los bosques tropicales mexicanos, y en ocasiones se le ha dado también el carácter de medida de compensación de los impactos ambientales generados por las obras públicas emprendidas en el sureste nacional. Francamente, dudo mucho que pueda cumplir cabalmente con estas funciones.

No es un programa de restauración de las selvas perturbadas, porque en realidad se trata de un proyecto que quizá contribuya a incrementar y diversificar la producción agrícola de la región; es decir, substituirá las especies que constituyen la vegetación de selvas bajas caducifolias, medianas subcaducifolias, y altas perennifolias características del trópico mexicano, por otras que resultan de interés para los productores del campo. Esto podría considerarse como un proceso deseable, sobre todo si, al contemplar un método de cultivo en el que se van imbricando especies herbáceas anuales, arbustivas, y arbóreas, en varios estratos que quizá incluso podría alcanzar los niveles de diversidad de especies que alguna vez tuviera la vegetación originaria, nos encontráramos con que lo que se hace es una reconstrucción del paisaje, creando uno que resulta más socialmente pertinente y económicamente viable, a la par que ambientalmente sostenible. De hecho, esta es la dinámica que han seguido los huertos tradicionales mayas, y de algunas otras regiones de nuestros trópicos. Sin embargo, dudo mucho que el programa se dirija con la sofisticación técnica que se requeriría para alcanzar este propósito.

Sin tener acceso suficiente y puntual a datos de evaluación del programa – que deben existir, si es que opera como un programa propiamente dicho – resultaría aventurado afirmar que, como han sostenido muchos de sus críticos, haya sido un factor importante de deforestación en las áreas forestales del sur y sureste de México. De hecho, entiendo que entre los criterios de elegibilidad de los beneficiarios de Sembrando Vida, se considera requisito que las dos hectáreas y media que un aspirante pretenda incorporar al programa hayan sido previamente áreas agrícolas o pecuarias, que se encuentren en abandono, o se pretenda convertirlas a una práctica agroforestal compatible con las características del programa. Si esto sucediera tal como está prescrito, el clamor contra Sembrando Vida en función de su papel como agente de deforestación carecería de sentido. Pero cuando el río suena…

Por otra parte, varios análisis apuntan a que los controles para la incorporación de beneficiarios al programa no son precisamente rigurosos, ni eficaces. Así, se han registrado beneficiarios menores de edad, o con más de cien años de vida. Pareciera entonces que quienes operan el programa en el territorio están más ocupados en sumar hectáreas y beneficiarios, para reportar un mayor universo de derechohabientes atendido, y sumar la mayor cantidad de hectáreas incorporadas a Sembrando Vida, independientemente de si son trabajadas o no.

Como las cifras sirven para todo, dependiendo de quién las ofrece y cómo las presenta, reportar cientos de miles de hectáreas de lo que alguna vez fueron bosques tropicales, permite al gran timonel decirnos que su administración es la gran restauradora de las selvas que sus antecesores destruyeron, o permitieron que se deterioraran; y reportar que millares de campesinos, muchos de ellos indígenas, son los beneficiarios del programa, permite que se le estime como una formidable herramienta para combatir la pobreza rural, en virtud de que subsidia el trabajo campesino, sin comprometer la propiedad de la tierra, o vincular a los productores con los grandes inversionistas de los agronegocios. Sería una manipulación tendenciosa afirmar sin miramientos que este programa no puede tener algún impacto positivo en la economía rural de la región donde se aplica. En tanto se mantenga operando, y en tanto el gobierno federal aporte recursos para mantenerlo en funciones, desde luego que implica una derrama de efectivo que se disemina por las redes de las economías locales, al incrementar la capacidad de consumo de los beneficiarios. Nada nos permite asegurar, sin embargo, que esto siga así más allá del 2024.

Es cierto que hay una intención expresa por incorporar Sembrando Vida a la constitución política, en aras de aspirar a su permanencia y continuidad, y para garantizar que los plazos que demanda su apuesta por incorporar especies frutícolas y maderables al trabajo campesino no queden en una mera intención frustrada. Nadie me quita sin embargo la idea de la cabeza de que la constitución no sirve para eso. Quizá Sembrando Vida sea un apoyo eficaz para los trabajadores del campo en el trópico nacional, y puede ser incluso que resulte una propuesta que acerque a la sustentabilidad a la producción agrícola. Pero no es una herramienta para la restauración ecológica del bosque tropical, ni puede ser una medida de compensación de los impactos ejercidos por las obras públicas de esta administración, ni de ninguna otra. Lo que sí sucede, de ser cierto lo que nos dice el presidente, de que “el amor con amor se paga”, es que este pago de amor se demuestre en las urnas, y que la cosecha de más corto plazo de Sembrando Vida sean votos para contribuir a la continuidad del actual régimen. Al tiempo.

roblesdeb1@hotmail.com

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/220176/sembrando-vida-para-cosechar-votos-amlo-elecciones-campesinos-urnas

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