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  • Corredores biológicos: una nueva oportunidad

    Corredores biológicos: una nueva oportunidad

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 22 de octubre, 2024

    Jornada

    La iniciativa, a cargo de la Conabio, puede resultar beneficiada de la nueva administración

    La idea de establecer corredores biológicos como herramientas para conectar entre sí áreas destinadas a la conservación de ecosistemas, especies o servicios ambientales no es particularmente nueva. Surgió a fines de la década de los ochenta, el siglo pasado, con la propuesta de lo que entonces se llamó el Paseo Pantera, y después se fue transformando en una idea técnicamente más sólida para conformar lo que se ha conocido como el Corredor Biológico Mesoamericano. Nuestro país siempre fue parte del desarrollo de esta propuesta, pero su puesta en práctica ha sido una historia de trompicones, titubeos, avances y retrocesos que no ha permitido ni su arraigo definitivo como un instrumento poderoso para instrumentar una política pública de conservación y manejo productivo del patrimonio natural de la nación, ni la posibilidad de que las comunidades que habitan su ámbito de influencia se apropien cabalmente del concepto y lo conviertan en una demanda legítima, capaz de colocarlas en calidad de protagonistas de un nuevo paradigma de desarrollo, más sustentable y acorde con las exigencias del ambiente.

    La participación mexicana en el seno del corredor biológico mesoamericano ha estado conducida por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Dejemos a un lado por ahora las controversias, acerca de si esa comisión debía o no ocuparse de una tarea que tiene un fuerte componente social y económico, que podría distraerla de su misión medular; es decir, el conocimiento de la biodiversidad base de la riqueza biológica de México. La ubicación del corredor en la Conabio es comprensible si se parte de la capacidad de transversalización de una agencia gubernamental que depende de la conducción de un consejo intersecretarial, donde concurren diversas visiones sectoriales en un organismo capaz de generar consensos consistentes, y de concitar recursos, capacidades y atribuciones alrededor de un propósito común.

    Tampoco entraré en esta ocasión en la discusión acerca de si la Conabio debe o no permanecer como un órgano dotado de autonomía programática y presupuestaria, sujeto a la conducción de un cuerpo colegiado interinstitucional. Ya en otras ocasiones he expresado mi posición al respecto, y además estoy convencido de que la secretaria Bárcena conoce el caso a profundidad y sabrá tomar la mejor decisión a la luz de las circunstancias actuales. Donde quiero centrar la atención a lo largo de estas líneas es en lo que considero una oportunidad de oro para dar nueva vitalidad al corredor biológico mesoamericano en México, en el marco de lo que creo que puede resultar positivo de la construcción del segundo piso de la cuarta transformación. Claro está, entiendo que mi concepción de lo que esto podría significar puede resultar muy diferente de lo que perciben quienes conducen el proceso, y desde luego puede resultar inaceptable para quienes se oponen a él sin matices y negando toda capacidad de diálogo.

    El concepto del corredor biológico parte de la premisa de que el paisaje es un constructo humano (y, por tanto, cultural, económico y político). Dicho de otra manera, el paisaje es el medio ambiente humanizado; y la construcción de un paisaje que sea sustentable en el sentido más riguroso del término, debe dar cabida a la conservación de los ecosistemas, los servicios ambientales que proveen a la sociedad, y las especies que los habitan, en toda su diversidad. El estado mexicano, actuando en los términos establecidos en el marco jurídico vigente, sin la necesidad de promover grandes reformas y someterlas a controversias tormentosas, como se está haciendo costumbre, cuanta con las herramientas necesarias para encarar este reto.

    Aunque todavía merece la pena hacer un análisis de vacíos en materia de conservación, las áreas protegidas que pueden constituir los puntos focales de un corredor ya se han creado, y algunas de ellas incluso operan con eficacia. La idea consistirá entonces en determinar por donde correrán conectores entre una y otra, que puedan garantizar el intercambio de especies y material genético entre ellas, sin comprometer la capacidad productiva del territorio involucrado; es más, potencialmente incrementándola, con la participación de las comunidades que habitan el área, mayoritariamente campesinas y frecuentemente formadas por pueblos originarios y afrodescendientes.

    En cierta forma, el corredor biológico no es más que una decisión política, de aplicar en una porción del territorio, determinada por su ubicación con respecto a los instrumentos convencionales de conservación, políticas públicas e instrumentos de gestión que permitan que esa porción del territorio sea además un área de salvaguarda de la biodiversidad nacional. La caja de herramientas para lograrlo ya está en manos de las autoridades ambientales federales, y cuanta con un sólido sustento jurídico. No hace falta más que voluntad política y – desde luego – presupuesto, o la capacidad para atraer los recursos necesarios, ya sea del sector privado, o de las organizaciones no gubernamentales locales, nacionales o extranjeras comprometidas con la conservación y las acciones de adaptación al cambio climático.

    La brevedad del espacio disponible me obliga a mencionar solamente las herramientas más destacadas con que actualmente cuenta la caja, además por supuesto de las áreas protegidas con sus instrumentos de subsidio. Ahí están las UMA, y su capacidad para convertir partes relevantes de la biodiversidad en recursos social y económicamente relevantes, conservando las condiciones del hábitat que permiten su existencia; la estrategia REDD+ del sector forestal, con el potencial de convertir los bosques nacionales en armas que contribuyen a abatir las emisiones de gases de invernadero a la atmósfera, sin que se reduzca su capacidad de producción; e incluso un programa como Sembrando Vida, que suele generar un gran escepticismo, pero que merece la pena evaluar y reorientar, porque se le puede convertir en un instrumento potente para apuntalar el ofrecimiento de restauración ambiental propuesto por la Dra. Alicia Bárcena, sin perder su condición de mecanismo que promueve el arraigo en las comunidades campesinas y, de operar consistente y eficazmente, contribuir a reducir la pobreza rural. Con éstas y otras herramientas (como acuacultura, economía circular, apoyos a la agricultura tradicional, y certificación de productos agropecuarios amigables con el entorno) la construcción del corredor biológico puede resultar un pilar poderoso de la política ambiental. Creo que tanto la titular, como el nuevo comisionado de la Conanp, lo entenderán así.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/238290/corredores-biologicos-una-nueva-oportunidad-conabio-mexico-ecologia-conservacion

  • La militarización que no es

    La militarización que no es

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 24 de septiembre, 2024

    Reuters

    En un sprint final vertiginoso, la administración encabezada por el gran timonel, de la mano de un poder legislativo dominado por una mayoría avasalladora, que no se detiene a escuchar ni a su propia conciencia, va dejando tras de sí reformas constitucionales que le brindarán una nueva cara a la nación. Ya está publicada en el Diario Oficial de la Federación, aunque aún sin leyes secundarias que esclarezcan cómo podrá operarse, la reforma al poder judicial. Toca ahora al INE determinar, a marchas forzadas, sin presupuesto ad hoc, y con una distribución territorial distinta de la que se utiliza comúnmente para los procesos electorales, cómo y cuándo se elegirá mediante voto popular a las nuevas personas juzgadoras en el país. En esta danza política que parece revuelo de derviches, que giran a toda velocidad hasta alterar sus estados de conciencia, toca ahora otorgar de manera permanente y definitiva a las fuerzas armadas el mando de la guardia nacional, y dotar al ejército de todas las capacidades necesarias para actuar como policía frente a la sociedad en general.

    Ya nos han explicado en muchas ocasiones que esto no forma parte de un proceso de militarización, como no lo son tampoco la administración de puertos, aeropuertos, aduanas, hoteles, aerolíneas, y hasta áreas naturales protegidas por parte del ejército, la armada y las fuerzas armadas, ni la ejecución de obras públicas diversas. Digan lo que digan los datos – porque son, además, otros datos, generados de manera engañosa para entorpecer la marcha de la cuarta transformación – las fuerzas armadas mexicanas no violan los derechos humanos, son leales e incorruptibles, y responden al mando de quien encabeza el poder ejecutivo, que es, al menos hasta ahora, civil. Son, a fin de cuentas, pueblo uniformado.

    Como uno es tozudo y obtuso, no acaba de comprender que la Guardia Nacional, gracias a que está compuesta en buena medida por elementos y mandos de origen castrense, actúa de manera impecable como garante de la seguridad de todos los mexicanos y mexicanas. Por eso uno malinterpreta al comandante de la zona militar que nos explica que la paz en Sinaloa no depende de lo que hagan los militares, sino que se logrará en el momento en que los delincuentes – organizados o no – decidan dejar de hacer tropelías. Parece que muchos no entendemos que su trabajo consiste en cuidar que los enfrentamientos armados entre bandas criminales no afecten a toda la población. Los malandros tendrán que decidir cuándo dejar de matarse entre ellos, y nos toca a los demás contemplar como lo hacen, escudados tras la valerosa valla uniformada. Tampoco logro entender, en mi obstinada cerrazón, que quienes han generado las condiciones que ocasionan la violencia en Sinaloa han sido las autoridades de Estados Unidos, al actuar en contra de los capos del narco sin consultar antes con el gobierno mexicano. Quizá también los gringos tengan la culpa de la violencia en Chiapas, porque la guardia nacional ha participado muy poco para atizar, o para abatir, ese fuego.

    La Organización de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y otras organizaciones de esa calaña no están interesadas en proteger los derechos humanos de los mexicanos, cuando declaran de manera aviesa que el empoderamiento de las organizaciones militares resulta amenazante. Lo que quieren en realidad es obstaculizar a la verdadera democracia mexicana para mantener el statu quo y permitir que las élites del país conserven sus privilegios. Por eso insisten en meternos miedo ante la decisión de la actual administración –y la anuencia expresa de la que pronto encabezará la primera presidenta de México– de otorgar un poder creciente, y una cada vez mayor capacidad de generar y captar recursos económicos, a las fuerzas armadas. En realidad, al hacerlo, lo que se logrará es construir una verdadera y absolutamente novedosa democracia.

    Ahora entiendo que es, en efecto, una nueva democracia mexicana, que responde a un humanismo mexicano. Entiendo que he estado equivocado al pensar que la democracia, como los derechos humanos, tenía un carácter universal; y que el humanismo partía de la premisa de que “nada de lo que es humano me es ajeno”. Por eso en nuestro país cabe la posibilidad de establecer un régimen auténticamente democrático con una participación poderosa y multimodal de las fuerzas armadas. Quienes crecimos pensando que la estructura rígidamente jerarquizada del aparato castrense, que se sostiene en una visión absolutamente vertical de la disciplina y la obediencia, resultaba esencialmente opuesta a la democracia como forma de organización social, vivíamos en el error: al menos en nuestra patria, a la que el cielo un soldado en cada hijo le dio, las fuerzas armadas no pueden ser sino consubstanciales a la democracia.

    Quizá muy pronto podamos ver una nueva reforma constitucional que permita que los ciudadanos elijamos por voto popular a los mandos del ejército, la guardia nacional, la marina armada y la fuerza aérea. Por ahora, no tenemos nada de qué preocuparnos: tendremos un poder judicial constituido por las mejores personas juzgadoras a todos los niveles, porque seguramente sabremos votar, no por los más conocidos, ni los más populares o con más recursos para organizar campañas electorales, sino a los más capaces y experimentados, honestos, honrados y leales; y contaremos con unas fuerzas armadas aptas y diligentes para guardar con todo escrúpulo nuestra seguridad y nuestros derechos, sin hacer nunca uso de la violencia. Si no nos informan acerca del destino de cada centavo que ingresan, es solamente para cuidar de la seguridad de nuestra nación. Lo demás no es más que ruido ambiente, escándalo mendaz de una derecha recalcitrante que resiste a entender que ha perdido.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/237162/la-militarizacion-que-no-es

  • Gobiernos locales y recursos forestales

    Gobiernos locales y recursos forestales

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 27 de agosto, 2024

    Jornada

    Grupos como el CGF nacieron para consolidar la conservación de los bosques tropicales en México

    Si bien es cierto que en nuestro país los recursos forestales han estado sujetos tradicionalmente a la jurisdicción del gobierno central, en buena parte de las entidades de la federación resultan tener una enorme importancia por la proporción del territorio estatal que cubren, la relevancia que significa su manejo sustentable para los pueblos originarios y comunidades rurales que los habitan, la riqueza misma de los recursos forestales que alojan, o por el hecho de que su conservación es el instrumento más poderoso con que cuentan los estados para contribuir a capturar carbono atmosférico y contribuir así a abatir las emisiones de gases de efecto invernadero, en un escenario de emergencia climática.

    Hace ya más de una década que varios estados de la república se han ido incorporando a un colectivo de corte internacional, empeñado en lograr que los gobiernos subnacionales de países tropicales se apropien de la conducción de los procesos de conservación y manejo de sus bosques, a partir de la formulación de estrategias estatales de reducción de emisiones por degradación y deforestación, en un esfuerzo de coordinación con la estrategia nacional correspondiente. El colectivo al que hago referencia es el Grupo de Trabajo de Gobernadores por los Bosques y el Clima, usualmente designado por su nombre en inglés como el CGF-Task Force. Actualmente reúne estados de 10 países del mundo con bosques tropicales, y en el caso de México, incluye los estados de Campeche, Chiapas, Jalisco, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán.

    Pero los gobiernos estatales, acostumbrados como están a que los bosques exceden los límites de su jurisdicción, y su participación en su administración y manejo acontece de manera concurrente, y sujeta a recibir la contribución financiera del gobierno federal, no parecen ver a cabalidad el potencial social, económico, político, y ambiental, que tiene apropiarse de esta riqueza de manera soberana. Antes que incorporar este potencial al entramado de sus planes estatales de desarrollo, prefieren apostar a vías más convencionales y probadas de desarrollo, como el turismo, la industria manufacturera, o la producción de cultivos comerciales, por ejemplo, sin importar las consecuencias que esto pueda tener en términos de la sustentabilidad. Al fin y al cabo, los sexenios duran solo seis años. Impera una visión cortoplacista.

    Los gobernadores no han visto en su pertenencia al GCF más que el acceso a financiamiento para atender un tema al que usualmente no dedican recursos, a menos que los obtengan de una Conafor cada vez más débil y con menos presupuesto. Y la Comisión, entretanto, se debate en discusiones vagamente bizantinas acerca de cómo podrá ejecutar la estrategia nacional REDD+ en coordinación con los gobiernos locales, pero no parecen encontrar una fórmula satisfactoria, a pesar del hecho de que al menos los estados pertenecientes al GCF ya cuentan con estrategias estatales que permiten poner en el territorio los objetivos nacionales, traducidos a las circunstancias locales.

    Así, el manejo de los bosques tropicales de la nación se encuentra entrampado en una maraña de paradojas: todos reconocen su riqueza en términos de biodiversidad, y su potencial como porción del paisaje capaz de contribuir a la generación de riqueza social, pero ni las instancias federales ni los gobiernos locales parecen dispuestos a invertir los recursos públicos suficientes como para alimentar programas eficaces de conservación y manejo. Si los gobiernos locales encuentran una fuente de financiamiento que no repercuta en sus presupuestos (usualmente escuálidos) ni afecte las contribuciones que les aporte la federación, se llenan la boca de la necesidad y las bondades de cuidar y explotar la riqueza forestal en su territorio, pero en el momento en que esas fuentes de dinero se cierran o se reducen, los bosques vuelven a caer en el abandono y el olvido.

    Ninguno de los siete gobernadores miembros del GCF ha encontrado la manera de hacer uso de ese colectivo como una plataforma que le permite consolidar su capacidad para formular y ejecutar una política forestal coherente y eficaz. Y ninguno de ellos ha visto en el grupo una fortaleza política, capaz de otorgar a las jurisdicciones locales que lo constituyen, una suerte de músculo negociador ante las instancias federales, y ante organismos no gubernamentales y organizaciones multilaterales, que les permitiría fijar una agenda robusta de acción forestal, a pesar de las debilidades y titubeos de la autoridad nacional correspondiente.

    Porque hay que decirlo, la comisión Nacional Forestal es una agencia desconcentrada cada vez más débil y con menor presupuesto, que se debate todavía en la incertidumbre acerca de cuál tendría que ser su papel ante los gobiernos locales y las comunidades dueñas de los bosques, de modo que no logra emprender con franqueza la puesta en marcha de la estrategia nacional de reducción de emisiones por degradación y deforestación (REDD+), ni enfrentar con una postura clara y contundente a los emergentes comercializadores de carbono.

    Hoy aparece una doble y tentadora oportunidad, al calor del cambio de administración: por una parte, los gobernadores miembros del GCF deberían asumir su participación en el grupo de manera proactiva, y demandar de comité directivo una lucha común hacia la búsqueda de recursos que les permita funcionar, más allá de los que aportó el gobierno de Noruega, y que cada vez resultan ser de más difícil acceso; y por otra, la nueva autoridad ambiental deberá fortalecer a la Conafor, sin restarle la capacidad de maniobra que le otorga su carácter de desconcentrada, de modo que ofrezca a los estados GCF una recompensa clara por pertenecer a ese grupo, con el fin de que vean un interés más claro en alcanzar el cumplimiento de los objetivos que plantea. Esta es una sugerencia adicional, para engrosar los retos presentados a la Doctora Bárcena.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/235891/gobiernos-locales-y-recursos-forestales-grupo-de-trabajo-de-gobernadores-por-los-bosques-y-el-clima-cgf-task-force-mexico-yucatan-campeche-quintana-roo

  • Posicionamiento ante la iniciativa para regular donaciones a las organizaciones de la sociedad civil

    Posicionamiento ante la iniciativa para regular donaciones a las organizaciones de la sociedad civil

     

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 20 de agosto, 2024

    Jornada

    De convertirse en ley, la propuesta sería detrimental para el gobierno y los ciudadanos

    La propuesta del jefe del Ejecutivo, lanzada durante la conferencia mañanera del 14 de agosto, para regular las donaciones a organizaciones de la sociedad civil, me genera una honda preocupación, no tanto por el hecho de que podría tener el efecto inmediato de limitar el acceso a fuentes de financiamiento, ya sean nacionales, de países extranjeros, o de organismos multinacionales, sino porque parte de una serie de prejuicios, suposiciones infundadas, sobre simplificaciones y concepciones erróneas que pueden ocasionar que, de transformarse en ley, esta iniciativa generará consecuencias sumamente negativas para las organizaciones de la sociedad civil, las obras y acciones de beneficio social que llevan a cabo, las comunidades que reciben esos beneficios, y para los propios gobiernos locales, e incluso para el Estado mexicano. Para decirlo coloquialmente, es “un balazo en el pie”.

    Se parte de la idea de que las donaciones, al ser deducibles de impuestos, dejan fuera del erario recursos que el ejecutivo podría utilizar para robustecer sus obras, o sus programas sociales y de subsidio; y se asume que al menos una parte de esas donaciones se utiliza con fines políticos, para respaldar campañas que se oponen al gobierno en turno. Dos observaciones de mi parte: 1) la deducibilidad no implica 100 por ciento del recurso recibido, de manera que incluso cuando se otorga un recibo deducible de impuestos, parte del recurso ingresa en las arcas del SAT, además de que los donatarios no siempre demandan que se emita a su favor un recibo deducible; y 2) no hay donatarios que condicionen la entrega de recursos a posiciones políticas. Los donatarios financian proyectos y acciones concretas, que responden a objetivos que claramente aporten algún beneficio social, de carácter humanitario, ambiental, educativo o cultural, entre otros.

    Merece la pena dejar sentado que buena parte de los mayores donatarios extranjeros y multinacionales, como el Banco Mundial, USAID, JICA (del gobierno japonés), GIZ (del gobierno alemán), OXFAM, PNUD o el GCF (Green Climate Fund), para mencionar solamente algunos de los más conocidos, otorgan recursos no solamente a organizaciones de la sociedad civil, sino también al gobierno federal y gobiernos estatales. Es absurdo considerar que por una parte respaldan las propuestas de acción oficiales, y a la vez pugnan de una manera “injerencista” por que las OSC lleven a cabo acciones dirigidas a entorpecer o desestabilizar a las instituciones gubernamentales.

    Sostener que los recursos que reciben las organizaciones de la sociedad civil resultarían mejor aprovechados si ingresaran a las arcas del tesoro público es con la finalidad de complementar la acción del gobierno, alcanzando porciones del territorio a las que los organismos oficiales difícilmente acceden, o líneas de acción que, aunque responden a necesidades sentidas por pueblos y comunidades, no forman parte de las agendas de los diferentes niveles de gobierno. Así, si logran obtener apoyos financieros de agencias donatarias diversas, será para realizar obras y acciones que benefician a diferentes grupos sociales; de hecho, estarán quitando a las dependencias de gobierno una carga financiera, o el riesgo de no resultar capaces de atender necesidades reales de sus gobernados. Hay cierto hubris al considerar que es mejor centralizar todo uso de recursos y toda acción de atención a las necesidades sociales en el gobierno. El poder Ejecutivo debería ver en las OSC un conjunto ricamente diverso de aliados capaces de potenciar su acción, atendiendo complementariamente lo que los diferentes niveles de gobierno no logran atender ante la permanente escasez de recursos, o robusteciendo las acciones que considera prioritarias, de manera coordinada y colaborativa.

    Uno no puede sino preguntarse cuál es la finalidad de pretender regular lo ya regulado, como no sea únicamente con el propósito de dificultar la existencia de organizaciones que no responden necesariamente con obediencia inmediata a las demandas de quienes detentan el poder, o que no renuncian a su capacidad de pensamiento crítico, considerándola una herramienta que incrementa su capacidad de acción eficaz. Las organizaciones no gubernamentales, o de la sociedad civil, que tienen la autorización de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público están obligadas a demostrar escrupulosamente y con transparencia una conducta fiscal impecable. Esto lo exige la propia autoridad hacendaria federal, lo vigila la Unidad de Inteligencia Financiera, y lo demandan sin cortapisas las agencias donatarias, antes de autorizar que se respalde algún proyecto. Conservar la autorización de deducibilidad implica además someterse a auditorías periódicas, que dan cuenta de los dineros recibidos y los asuntos en que hayan sido empleados.

    Generar una iniciativa de reforma de ley con base en un análisis superficial de las operaciones de una organización no gubernamental, porque se percibe en su conformación una intención política que parece imposible probar, y pretender convertir esa visión en una caracterización generalizada a todo el diverso espectro de organismos de la sociedad civil es contraproducente, en la medida en que se dificulte a las OSC acceder a las fuentes de financiamiento existentes en el mundo (sean gubernamentales, no gubernamentales, o multilaterales) significa reducir significativamente la disposición de recursos que, sin costo al erario, contribuyen a aliviar una parte importante de las acciones de interés público (que afectan sobre todo a los sectores más vulnerables de la población). Dicho de otra manera, pareciera que el gobierno federal estaría dispuesto a asumir el costo de todas las obras o acciones que hoy se llevan a cabo con el apoyo de organizaciones filantrópicas, empresas responsables, ciudadanas y ciudadanos interesados, gobiernos de otras naciones, OSC de envergadura global, y organismos multilaterales. No alcanzo a ver el efecto positivo de una medida como la que ha propuesto el Presidente; y esto no es una posición de corte ideológico, o de estar a favor o en contra de la cuarta transformación de la vida nacional. Es una cuestión de sentido común.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/235560/posicionamiento-ante-la-iniciativa-para-regular-donaciones-a-las-organizaciones-de-la-sociedad-civil

  • Corredores biológicos

    Corredores biológicos

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 13 de agosto, 2024

    Jornada

    México cuenta con diversas herramientas para la conservación de ecosistemas

    Aunque la primera figura que se nos viene a la mente cuando pensamos en la conservación de los recursos naturales es la de las áreas protegidas, éstas son solamente un instrumento de los muchos con que hoy cuenta la caja de herramientas que tenemos para poder urdir un esquema de apropiación del paisaje, que resulte sustentable y garantice que preserve la riqueza de recursos y servicios que naturalmente ofrece a quienes habitamos el territorio. Y como pasa con casi todas las herramientas, las áreas protegidas que conocemos convencionalmente (reservas de la biosfera, parques nacionales, refugios y santuarios, y demás categorías contempladas en las leyes generales y estatales), solamente pueden hacer una parte del trabajo. La conservación de las especies, ecosistemas y servicios ambientales que forman parte del paisaje nacional ha obligado a diseñar otras herramientas, no convencionales, que permiten ofrecer vías de protección de la riqueza natural del país tomando en consideración también la compleja realidad social mexicana, que incluye modalidades diversas de propiedad de la tierra, formas diferentes de acceso a los recursos naturales, e intereses muy distintos y a veces contradictorios.

    Un ejemplo de estas herramientas, quizá el de más reciente cuño, es el de las “áreas privadas destinadas voluntariamente a la conservación” (también conocidas como ADVC). Estas fueron concebidas como un instrumento capaz de proporcionar, a los propietarios privados de predios en buen estado de conservación ecológica, protección legal para cuando encuentren en su valor natural el de un bien que pueda permanecer inalterado en el largo plazo (por su belleza, espectacularidad, biodiversidad, o aporte ecosistémico).

    Otro ejemplo que merece la pena destacar es el de las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre, las famosas UMA. Estas unidades, que están reguladas por la ley General de la Vida Silvestre, están concebidas con el propósito de asegurar la conservación de porciones significativas del hábitat de especies de fauna o flora silvestre, sin modificar la propiedad de la tierra, y sujetando a las especies útiles que ahí habitan a una forma de aprovechamiento sustentable que garantice su permanencia en el área, a la vez que aportan a los dueños de la tierra una fuente de ingresos que puede llegar a ser muy considerable, como se puede ver en el caso del borrego cimarrón en algunos ejidos del norte del país.

    También habría que considerar aquí las plantaciones forestales comerciales, los terrenos sujetos a aprovechamiento forestal sustentable, e incluso –en los casos en que hayan demostrado tener éxito y operar con eficacia más allá de la mera recepción de subsidios– algunas parcelas incluidas en el programa Sembrando Vida, reconociéndolo idealmente como un modelo de producción agroforestal.

    Habría que incluir aquí, considerando al sector social pesquero organizado, los refugios pesqueros, que son una categoría de conservación establecida a petición de parte y por acuerdo del titular de la Conapesca, diseñada para poner aparte zonas de no-pesca donde las especies de interés comercial puedan desarrollarse sin presiones de extracción; algunas modalidades de acuicultura, cuando no entrañen impactos ambientales severos y de difícil reversión o restauración; y sitios destinados a procesos necesarios para la restauración y arrecifes de coral, como las granjas de cultivo de colonias de coral para resiembra.

    En este contexto, si los pensamos como proyectos creados para coordinar esfuerzos de sustentabilidad, capaces de permitir la movilidad de especies (y material genético) de tal modo que conecten entre sí a dos o más áreas naturales protegidas, e incluso que contengan otras dentro de sus límites geográficos, los corredores biológicos son algo así como las cajas que permiten ordenar las diferentes herramientas cuyo trabajo coordinado con coherencia permitirá acercarnos a la construcción de un modelo ambientalmente sustentable de desarrollo, económica y socialmente relevante.

    Esta idea, de construir conectividad entre los proyectos tradicionales de conservación; es decir, de interconectar las porciones del territorio nacional que constituyen el sistema de áreas naturales protegidas, ha sido desde sus orígenes una de las líneas de trabajo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Pensar que pueda seguir cumpliendo con esta función tras verse reducida a una mera dirección general dentro de la Semarnat es un error. Quitar a la Conabio su condición de comisión intersecretarial no puede confundirse con su fortalecimiento. La operación de un aparato de la complejidad de los corredores biológicos demanda la conducción de un organismo capaz de convocar a una mesa colegiada de toma de decisiones, donde participen inter pares instituciones y dependencias que, de otra manera, asumirían posiciones diferenciadas, a partir de lo que conciben como cotos de poder vinculados a las dimensiones de sus presupuestos. Esta vital necesidad de transversalidad interinstitucional es otra de las cosas que creo que la Doctora Bárcena sí comprende.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/235255/corredores-biologicos-conservacion-conabio-mexico-gobierno-alicia-barcena

  • Conservar áreas protegidas cuesta

    Conservar áreas protegidas cuesta

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    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 6 de agosto, 2024

    Jornada

    Atender el patrimonio natural será un reto para la próxima presidenta

    La conservación del patrimonio natural de la nación, encarnado en paisajes, ecosistemas, especies y servicios ecosistémicos, no puede reducirse a una mera declaratoria, o una suerte de noli me tangere generalizado y absoluto. Conservar implica una forma específica de manejo, y el manejo requiere necesariamente la participación de personal especializado, fuerza de trabajo, materiales y equipo, energía y bastimentos. Conservar cuesta. Esto es una de las muchas cosas que se han perdido de vista a lo largo del último cuarto de siglo; o bien, las sucesivas administraciones que debieron hacerse garantes de la conservación del patrimonio natural de México decidieron que no tenía sentido gastar demasiado dinero en ello, y optaron por dejar que la capacidad instalada existente para la conservación y el manejo del sistema nacional de áreas naturales protegidas se fuera mermando cada vez más, hasta que nos encontramos hoy con una institución que no puede atender a cabalidad la enorme responsabilidad que dio lugar a su existencia. Irónicamente, el ejecutivo federal ha continuado decretando áreas protegidas a diestra y siniestra, y sin ton ni son, a sabiendas de que no podrá manejarlas con eficacia.

    Ahora, en vísperas de una nueva administración, es el momento ideal para reflexionar acerca de cómo debe atenderse la cosa pública en adelante, y esto incluye desde luego preguntarse acerca de la mejor forma para encarar la responsabilidad de contribuir, desde el poder del estado, a la conservación de la todavía considerable riqueza natural mexicana. Esta reflexión haría bien en comenzar por considerar lo que se ha hecho antes en nuestro país, en materia de conservación del paisaje, las especies, y los servicios ecosistémicos. Remontarse a lo que se hizo en el México prehispánico, en Oaxtepec, o en los jardines de Moctezuma, quizá sea un exceso, o un mero ejercicio académico. Podría decirse lo mismo pusiéramos la mirada en la labor, sin duda loable, de Don Miguel Ángel de Quevedo, aunque nunca está de más recordar su legado.

    Lo cierto es que lo que podríamos llamar la historia contemporánea de la conservación en México comenzó por ahí de 1983, cuando Alicia Bárcena era la Subsecretaria de Ecología en la entonces Sedue, Se logró conformar un equipo formidable de jóvenes profesionales, que diseñaron y empezaron a operar lo que se llamó el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINAP), bajo la conducción de la Dra. Ana Luisa Anaya Lang. Ese equipo trabajó muy de cerca con el que se hacía cargo de la dirección General de Fauna Silvestre. En esa mancuerna colaboraban destacados biólogos y conservacionistas, como los hermanos Roberto y Javier de la Maza (este último dolorosa y recientemente fallecido), Juan José Consejo Dueñas, Carlos Alcérreca Aguirre, Ramón Pérez Gil, José María Reyes, David Gutiérrez Carbonell, Felipe Ramírez Ruiz de Velasco, Enrique Duhne Backhaus, y José Manuel García Ortega. Seguramente olvido a muchos otros que también se esforzaron por lograr lo que entonces parecía un sueño fantástico, pero que se hizo realidad, y se consolidó hacia fin de siglo con la creación de lo que fue la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

    Aquélla primera generación de profesionales de la conservación (que contó con asesores de la talla del Dr. Gonzalo Halffter, creador de la primera reserva de la biosfera en México; el Dr. José Sarukhan, que encabezaría después la CONABIO; y el Dr. Arturo Gómez-Pompa, quien dirigió durante años el programa US/MEX con la UNAM y la UDC), bajo el liderazgo de Alicia Bárcena, sentó las bases para lo que debió resultar en una sólida política de estado para la conservación del patrimonio natural nacional, y pudo ver coronado el éxito de sus esfuerzos a lo largo del último lustro del siglo veinte y la primera década del milenio.

    Con la creación de la Conanp se dio cuerpo y fortaleza institucional a los esfuerzos de conservación mediante áreas protegidas en nuestro país, y durante un importante intervalo, que muchos consideramos todavía como su “edad de oro”, esta comisión se empeñó en la creación de nuevas áreas protegidas, dotó de programas de manejo a buena parte de las existentes, y creo un equipo formidable de directores de área, operadores de campo y guardaparques, procuró que este equipo creciera en número y calidad, hasta que comenzó la pendiente de recortes presupuestales que hoy tiene a la Conanp convertida en una dependencia precarizada. Muchos guardaparques y directores de área persisten en cumplir contra viento y marea con sus funciones, enfrentando obstáculos crecientes, y viviendo el reto absurdo de participar en el manejo de dos o más áreas con cada vez menos recursos. Mi profunda admiración y afecto para todos ellos, hombres y mujeres de México que muestran un temple heroico pocas veces reconocido.

    Podría decirse que el equipo que se creó durante los años ochenta ya es vetusto, pero lo cierto es que alcanzó a formar una nueva generación de profesionales de la conservación que merece la pena respaldar; y además, los integrantes de “la vieja guardia” se encuentran hoy en condiciones de apoyar los esfuerzos legítimos de conservación del patrimonio natural, desde nuevas trincheras, como organismos no gubernamentales, organizaciones internacionales, y centros e institutos de investigación y educación superior. Ojalá que las doctoras Sheinbaum y Bárcena reconozcan en estos profesionales una fuerza importante que las podrá apoyar a cubrir su responsabilidad de garantes de la protección de las riquezas naturales del país, y no caigan en la tentación de calificarlos de “pseudoambientalistas” cuando ofrezcan consejos y opiniones distintas de las sancionadas por la narrativa oficial.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/234957/conservar-areas-protegidas-cuesta-areas-naturales-protegidas-historia-alicia-barcena-amlo-claudia-sheinbaum

  • El lugar de la biodiversidad

    El lugar de la biodiversidad

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 30 de julio, 2024

    Jornada

    Salvaguardar los ecosistemas de México es de interés público.

    Debo empezar por dejar claro que, cuando hablo aquí del lugar de la biodiversidad, no estoy refiriéndome al sitio que ésta ocupa en el mundo, en el territorio, o en un ecosistema determinado. Más bien, lo que quisiera poner sobre la mesa de discusión es el sitio que creo que la biodiversidad debe ocupar en el arreglo institucional que acordemos para atender los bienes de interés público. Porque la biodiversidad es, en efecto, un bien de interés público, y eso hace que salvaguardarla sea una de las responsabilidades ineludibles del estado.

    Hace ya casi tres décadas que nuestro país cuenta con un organismo diseñado precisamente para que el poder ejecutivo pueda en efecto salvaguardar el patrimonio natural nacional representado por la muy considerable diversidad biológica que habita o visita el territorio mexicano (porque incluye también a las especies migratorias). Este organismo, que conocemos coloquialmente como la Conabio, es la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso Sustentable de la Biodiversidad. A lo largo de todos estos años, el trabajo realizado por la comisión ha gozado merecidamente del reconocimiento de académicos y conservacionistas de todo el mundo, y en muchos países se le considera una institución ejemplar, que merece la pena emular.

    Sin embargo, pareciera que a lo largo de los últimos años hemos ido perdiendo de vista la importancia de la Conabio. Se ha restringido cada vez más su capacidad operativa, disminuyendo el presupuesto destinado a este propósito, y adelgazando sus filas de modo que cada vez tiene menos presencia en campo. Se ha despreciado el valor del capital humano que la ha construido y operado desde su origen, y se han substituido cuadros profesionales de alta calidad por personas que quizá resultan honradas, honestas y leales, pero que conocen muy poco acerca de lo que significa la biodiversidad, como generar conocimiento acerca de ella, y cómo contribuir a su conservación y manejo sustentable. Y se ha llegado a pensar que la Conabio es una organización que sale muy cara, y sólo se dedica a “hacer mapitas” y “narrar el avance de la tragedia”.

    Saber qué especies se encuentran en nuestro país, cuál es su origen, cómo están distribuidas, para qué las usamos los mexicanos, o por qué resultan de interés para otros países, no es trivial. Generar esta información, sistematizar, y ponerla al alcance del público interesado de una manera útil y coherente, es mucho más que hacer mapitas. La cartografía que genera la Conabio es de un valor insoslayable, no solamente por los mapas en sí, sino por los metadatos que incluyen y las formas en que – si se sabe cómo hacerlo – se puede utilizar la información que contienen para construir proyectos robustos de uso o conservación, o tomar decisiones de conservación, restauración o manejo.

    Entre las muchas cosas que hace la Conabio, hay algunas que resultan de particular importancia como herramientas para enfrentar la “multicrisis” que enfrentamos (climática, alimentaria, de salud e hídrica). Por ejemplo, la comisión ha sistematizado el conocimiento acerca de la agrobiodiversidad mexicana; es decir, de las especies y variedades de importancia alimentaria, como los maíces, o los chiles, o productos como las mieles, por mencionar solamente unos cuantos. Esta información resulta indispensable ante el hecho de que los cambios en los regímenes meteorológicos van haciendo variar la distribución y la productividad de las diferentes variedades de plantas y productos, y saberlo permite adaptarse a los nuevos escenarios.

    Otro ejemplo, que vincula al cambio climático global con la salud, tiene que ver con la documentación acerca de los cambios en la distribución de los mosquitos del género Aedes, que transmiten el dengue, y esto permite determinar en qué áreas puede presentarse como un nuevo riesgo a la salud; o como la identificación y el mapeo de la distribución de las ratas transmisoras de la peste bubónica. También vinculado con el tema de salud se encuentra el trabajo que se realiza para conocer los índices y los riesgos de extinción de especies y pérdida de biodiversidad, lo que puede permitirnos conocer de antemano los peligros de nuevas zoonosis.

    La Comisión también proporciona información oportunísima acerca de los puntos de calor que pueden desembocar en incendios forestales, lo que permite a las brigadas de combatientes acudir a los sitios de riesgo antes de que las conflagraciones se tornen catastróficas; y también genera información acerca de la presencia de especies invasoras que pueden desatar problemas severos en el sector agrícola, como ha sido el caso de la palomilla del nopal.

    Este es un panorama que la recientemente designada secretaria de medio ambiente, Dra. Alicia Bárcena Ibarra, conoce y entiende cabalmente. Sabe que todo esfuerzo por conocer la biodiversidad nacional contribuye a construir las bases de una vida de calidad para todos los mexicanos, especialmente para quienes, como la mayoría de los pueblos originarios, viven en las regiones más biodiversas, y hacen un uso más agrobiodiverso del paisaje. Creo poder afirmar con seguridad que Alicia Bárcena contará con el respaldo de la comunidad conservacionista, y de los defensores del territorio y el patrimonio natural, y responderá con sensatez y entusiasmo a la demanda por contar con una Conabio fortalecida, descentralizada, multisectorial y con la capacidad de actuar transversalmente.

    Me parece que hay que ver con optimismo la oportunidad con que se cuenta actualmente para suspender la tentación de reducir la Comisión a una mera área administrativa, con nivel de dirección general, sumida en la Sermarnat. Habrá entonces que fortalecerla, y dotarla de mayores capacidades que la acerquen más a la gente, rescatando su capacidad de comunicación social, que ha sido inexplicablemente mermada, aumentando su disposición de mecanismos de ciencia ciudadana, reclutando a la población interesada como contribuyentes al monitoreo de la biodiversidad; y fortaleciendo la actividad dirigida a la construcción y operación de corredores biológicos, que conecten entre sí las áreas mejor conservadas de los ecosistemas nacionales.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/234646/el-lugar-de-la-biodiversidad

  • El impacto ambiental de un Dios

    El impacto ambiental de un Dios

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 16 de julio, 2024

    Jornada

    Poseidón, la Profepa y la política ambiental mexicana: en el ojo del huracán

    La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente ha “clausurado” la estatua de Poseidón que la autoridad local había colocado en la playa de Progreso, frente al malecón, por carecer de un dictamen en materia de impacto ambiental. Pocos actos de autoridad me han resultado tan divertidos como éste. Quizá lo que pasa es que no lo he entendido, y que también el mal gusto –el kitsch, diríamos los pedantes– tiene un impacto severo e irreversible en los ecosistemas. De ser así, la misma Profepa debería también clausurar, por ejemplo, la réplica del David de Miguel Ángel que se erigió hace tiempo en Monterrey. O quizá se considera que el material con que fue construido el ídolo puede resultar altamente contaminante. En el mismo supuesto, habría que retirar y prohibir todas las embarcaciones de la flota pesquera ribereña, hechas también con fibra de vidrio. Como sea, la medida resulta desproporcionada e incongruente.

    La proliferación de memes que enfrentan a Poseidón con Chaac, y los chistoretes acerca del poder de uno y otro para evitar huracanes, o abatir su impacto, además de desencadenar algunas sesudas reflexiones acerca del respeto a los valores culturales de los pueblos originarios, y la sumisión de las autoridades convencionales al colonialismo eurocéntrico, han dejado fuera de la discusión a lo que creo que habría que colocar en el preciso centro: la política ambiental y la institucionalidad que el país requiere para ponerla cabalmente en práctica.

    La tentación inmediata es comparar la actuación expedita y fulminante de la Profepa en el caso de la estatua del dios griego, en oposición a la aquiescencia con que esa autoridad ha aceptado sin cortapisas la exención de procedimientos de impacto ambiental previos al inicio de las obras emprendidas por el ejecutivo en turno. Pero no cederé a esa tentación. El tema ya ha sido puesto sobre la mesa en múltiples ocasiones, y se han hecho evidentes los subterfugios y pretextos que ha enarbolado el gobierno federal, aduciendo que sus obras son “de seguridad nacional”, de modo que no tienen porqué dar a nadie cuenta de nada.

    Creo que la crítica a la actuación de la autoridad ambiental federal debe ir un poco más lejos. Además de la disminución progresiva de sus actuaciones, que han pasado de 6 mil 437 actos de inspección en 2006, a 3 mil 794 en 2012, 2 mil 968 en 2018 y 2 mil 630 en 2022; hay que considerar que existe cierta opacidad en su actuación, dado que los denunciantes no suelen ser informados acerca de la respuesta que desencadena su denuncia; y no se cuenta con información acerca de las causas que llevan a dejar fuera de la inspección y vigilancia obras y acciones que deberían ameritar de oficio. De hecho, a menos que se solicite la información relevante a través del INAI, no solemos enterarnos de qué obras han seguido los procedimientos de impacto ambiental que marca la ley, cómo se les ha dictaminado y qué acciones de compensación o restauración se les han exigido.

    Por cierto el gran timonel considera oneroso e innecesario contar con un organismo autónomo de acceso a la información y protección de datos personales, y quisiera eliminarlo, para que no hubiera más organismo encargado de salvaguardar el derecho humano a la información y la protección de la identidad de los individuos, que la misma autoridad federal que decide qué informar, cuándo y a quiénes, y que dispone concierto desenfado de los datos personales de los ciudadanos que pueden resultar incómodos. Pero esto es una digresión, y vuelvo al tema.

    Aunque la Comisión Nacional del Agua parece no tenerlo en consideración, dado que la escala a la que maneja sus decisiones abarca la totalidad de la cuenca peninsular, y no tiene en consideración los impactos locales, o las diferencias de vulnerabilidad de las áreas en función de su demografía, las características de su desarrollo o las particularidades del karst a nivel municipal, o incluso en áreas menores a esa circunscripción administrativa del territorio, lo cierto es que muchas áreas urbanas, o de desarrollo de infraestructura turística en la península de Yucatán, están cada vez más expuestas a una crisis hídrica, en términos de acceso al agua de calidad, en la cantidad y oportunidad que requiere el bienestar humano, una disposición inadecuada y creciente de aguas servidas sin tratamiento alguno, y una demanda creciente del recurso, desencadenada por la construcción de torres de viviendas cada vez mayores, que no responden a consideración ambiental alguna, no muestran el más mínimo respeto a los rasgos paisajísticos propios de la región, y no parten de ningún criterio de capacidad de carga, ni responden a algún análisis remotamente serio de tasas admisibles de cambio.

    Esto no es más que un breve esbozo, en materia de agua, de lo que la Profepa tendría que atender y no atiende. También arrastra pendientes crecientes en materia de aprovechamiento de recursos naturales, tráfico de especies, violaciones a la ley en materia de áreas naturales protegidas, emisiones a la atmósfera, manejo y disposición final de residuos sólidos, y un largo etcétera de asuntos que merecerían actos de inspección, vigilancia y sanción, si se pretende a aspirar a una sociedad sustentable ambientalmente. Pero al parecer todo esto palidece ante la urgencia de evitar el impacto ambiental de un dios griego en mares yucatecos, promovido además por una autoridad que seguramente responde a intereses de “los conservadores”. Esperemos que la próxima administración considere con seriedad la necesidad de contar con una procuraduría ambiental robusta, con dientes y presupuesto suficientes para encarar los retos de garantizar el cabal cumplimiento de la legalidad ambiental. Si no fuera así, que Chaac nos agarre confesados.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/234010/el-impacto-ambiental-de-un-dios-profepa-poseidon-chaac-medioambiente-progreso-yucatan

  • Entre jueces y soldados

    Entre jueces y soldados

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 02 de julio, 2024

    Jornada

    Las iniciativas presidenciales se convierten en órdenes, aunque deberían cuestionarse

    A lo largo de las últimas semanas ha habido dos conversaciones que dominan los espacios de debate público, las columnas de opinión y editoriales, y hasta parte de las sobremesas familiares y reuniones de amigos. Se habla por una parte de algunos aspectos de la propuesta de reforma judicial, y por otra se le da vueltas al tema de la reforma constitucional que pondrá la Guardia Nacional en el seno de las fuerzas armadas; ambas propuestas sometidas a consideración del congreso por iniciativa del gran timonel. Digo que han sido sometidas a consideración, porque creo que ese es el espíritu con el que debe operar un aparato democrático convencional, aunque no soy del todo ingenuo y reconozco que dada la composición actual del congreso, no importa qué discusiones se intenten, o que exposiciones se presenten de críticas y contrapropuestas, la iniciativa presidencial se convierte virtualmente en una orden, y los debates parlamentarios en mero barullo “democratiforme”, que cubre las apariencia sin que haya un intercambio productivo de ideas, y mucho menos algo parecido a una construcción de acuerdos basada en el convencimiento, la racionalidad y la negociación.

    La prisa con que se han presentado estas dos propuestas, y la exigencia a diputadas, diputados, senadoras y senadores para que las tramiten con la máxima celeridad posible, con miras en que queden totalmente vigentes antes de terminar la presente administración, tendrá dos consecuencias a mi juicio previsibles. Por una parte, entrarán como con calzador en el tejido constitucional, de manera que darán pie a contradicciones y controversias; y por otra, resultan una suerte de camisa de fuerza para la administración entrante, que se verá constreñida a funcionar en los términos que le resultan admisibles al gran timonel, no vaya a ser que las nuevas circunstancias invitan a la señora presidenta a desviarse un ápice de la senda trazada para la cuarta transformación de la vida pública.

    El asunto ha puesto a la Dra. Sheinbaum entre la espada de la “continuidad sin sumisión” que nos ha ofrecido, y la pared de la decisión tomada e inamovible. Este sitio no resulta particularmente cómodo, ni fácil de transitar. No hay más que ver los ofrecimientos de diálogo y parlamento abierto, que han sido recibidos por parte del partido/movimiento que la llevó al poder con una postura claramente expresada en el aserto un tanto displicente de “los vamos a escuchar”, y la elección popular de los miembros del poder judicial es una condición irreductible. Por cierto, en los foros que se han realizado hasta la fecha, las intervenciones de la ministra Lenia Batres me dejan con la sensación de que, más que una jueza de la corte que vela por la constitucionalidad y el ejercicio mesurado de un poder con equidad es una militante entusiasta de un movimiento político, y lanza arengas que buscan el aplauso popular y poco contribuyen a la construcción de la racionalidad democrática y la solidez jurídica. En fin: son los tiempos que corren.

    Aunque no soy un experto en traducir el lenguaje corporal, no puedo quitarme de la cabeza la sensación de que, durante las giras en que ha participado la Dra. Claudia con el presidente, en compañía de los mandos militares, no se siente cómoda, ni tranquila. Cuando la escucho decir que la Guardia Nacional tendrá un mando militar, y que esto no es militarización, porque ella tendrá la calidad de comandante suprema de las fuerzas armadas una vez que asuma la presidencia, no puedo sino acordarme de Bartleby, ese célebre personaje de Herman Melville que, cada vez que sus jefes le giraban alguna instrucción, antes de acatar mascullaba entre dientes “preferiría no hacerlo”. Y acataba.

    No es de extrañar que muchos pensemos que el país está cayendo por una espiral de militarización cuando – si bien es cierto que hasta ahora no ha habido señales de que las fuerzas armadas pretendan hacerse con todo el poder – el ejército y la armada han ido incrementando su ámbito de acción a esferas de la vida social que son cualquier cosa menos castrenses, como la administración de puertos, aeropuertos y ferrocarriles, el manejo de hoteles y áreas protegidas, la operación de aduanas, y la realización de tareas propias de una policía preventiva. Al paso que van las cosas, y tras el papel de nuestros futbolistas en la Copa América, no sorprendería que se cediera a las fuerzas armadas la operación de la selección nacional. Quizá haya quienes piensen que en el fútbol se requiere una férrea disciplina militar.

    En fin, espero equivocarme de cabo a rabo, pero a ratos parece que la actual administración (el primer piso de la cuarta transformación) le está dando a la virtual presidenta electa el mismo trato que le habría dado a la oposición, si hubiera ganado las elecciones: una colección de acuerdos amarrados, decisiones tomadas, desmantelamientos institucionales y arreglos presupuestarios que dejarán al nuevo poder ejecutivo con muy pocos márgenes de maniobra, todo ello soportado en el supuesto de que “eso es lo que el pueblo quiere, y el pueblo es sabio”. Las voces críticas, así sean las de expertos internacionalmente reconocidos, se convierten en meras prédicas en el desierto.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/233365/entre-jueces-y-soldados-sedena-poder-judicial-claudia-sheinbaum-amlo-4t-morena

  • Ética y elecciones

    Ética y elecciones

    Rodrigo Díaz Guzmán

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 28 de mayo, 2024

    Jornada

    El voto, asediado por la coacción y la falta de opciones ideales

    Circula por las redes sociales un mensaje, formulado por alguien evidentemente opuesto a la llamada Cuarta Transformación, lo cual es perfectamente legítimo, y que muchos otros conciudadanos comparten, que invita a recompensar con doble paga de un día a los trabajadores que muestren el pulgar entintado después de las elecciones, y les ofrece además una compensación económica si la oposición a la propuesta de Morena y sus aliados resulta vencedora. El mensaje en cuestión – de quien afirma ser “uno de los miles de empresarios que mantenemos al gobierno con nuestros impuestos” – pretende que, al enviarlo, y al invitar a que “se haga viral”, está haciendo algo “útil por nuestro México”.

    Seguramente, quien haya propuesto esta idea se considera un verdadero demócrata, e incluso cierra su mensaje con la consigna de que “¡una semana extra de esfuerzo que hagamos por darle una gratificación a quien la merece (las itálicas son mías) nos puede salvar de años de dictadura!”. Nos explica el empresario autor de esta propuesta que no se trata, según él, de una compra de votos, y puede que tenga razón: no está instruyendo a sus trabajadores que voten por una candidata determinada, o por el candidato. Pero, aunque no se esté comprando un voto, sí se está coaccionando a los trabajadores a que voten: ¿presentarme el lunes sin tinta en el dedo tendrá consecuencias?, ¿y si gana Morena? Si es cierto que el voto es voluntario y secreto, ¿mi patrón tiene derecho a examinar si voté o no?, ¿y haber ejercido mi derecho amerita una recompensa?

    El mensaje de marras resulta reprobable por varias razones. Para empezar, un empresario o empresaria, demócrata o no, no tendría por qué pretender que le toca inducir a sus trabajadores, garrote y zanahoria en mano, a votar de la manera que él o ella considera correcto. El voto democrático es individual, libre y secreto. Si se pretende un voto corporativo, obligatorio, e inducido, es cualquier cosa menos democrático. Es cierto que los partidos convencionales (y Morena, que, en realidad, tras el disfraz de movimiento social, mal esconde a un partido que podría haber salido del mismo molde que todos los demás) siempre han comprado votos, o han intentado obtenerlos mediante la intimidación y el engaño. Eso es quizá motivo para considerar que el régimen de partidos tal como lo conocemos debería terminar definitivamente. Pero de ninguna manera justifica que quien conduce una empresa prometa beneficios a sus trabajadores si votan en el sentido que él o ella prefiere. Pretender que “si los demás lo hacen, ¿por qué no lo habría de hacer yo?” corrompe a todos los que se involucran en ese juego. Quienes actúan de esta manera no tienen cara con qué presumir de puros.

    Pareciera que todos nos vamos contagiando del tono descarnado y brutal del proceso electoral, que se ha convertido en un circo grotesco de insultos, descalificaciones, mentiras desfachatadas y calumnias hirientes; acompañado de asesinatos y secuestros que parecen siempre intervenciones intimidatorias del crimen organizado en la reyerta política, aunque nunca sabremos si en efecto lo son, porque las muertes y demás atentados no se investigan, y muy pocos presuntos responsables son siquiera presentados ante las autoridades responsables de impartir justicia.

    En medio del guirigay de las consignas electoreras y el ir y venir de las acusaciones infundadas, se han confundido las propuestas de acción y los proyectos de país y de gobierno, con una serie de ofertas y contraofertas de dádivas, que convierten el discurso político en una gritería de mercachifles. Una candidata se dirige a quienes acuden a sus mítines con el mismo tono con que las malas educadoras se dirigen a los niños de preescolar, pero parecen no darse cuenta de que insulta su inteligencia. Responden con el jolgorio de quien espera que sus gritos garanticen que en adelante se les regalará algo. La otra lanza gritos destemplados diciendo que la libertad y la esperanza le pertenecen, como prometiendo que, de ganar las elecciones, nos las otorgará con graciosa generosidad; y el candidato, por su parte, con una sonrisa helada, trata de convencernos de que su propuesta y su discurso van más allá de las cancioncillas pegajosas, e insiste una y otra vez que hay que poner primero a la niñez, como hizo su partido hace unos años al utilizar a un niño indígena como recurso propagandístico.

    Todos los partidos – y ahora resulta que también los ciudadanos que se sienten con poder (y que tienen por lo menos ingresos holgados y control sobre grupos de compatriotas, y consideran que tienen en sus manos un trocito del mango de la sartén) – se han olvidado de que la política, para serlo de veras, debiera estar inextricablemente vinculada con la ética. En lugar del arte de lo posible, en vez de la construcción de acuerdos que permitan alcanzar objetivos comunes, lo que se entiende hoy por actividad política es una cruda y dura lucha por el poder; y el poder visto así, como un medio de dominio, y de imposición del proyecto que me beneficia a mí y a mi grupo de seguidores a costa de los otros, siempre corrompe. En este estado de cosas, y dado el trío de candidaturas que requieren nuestro voto, la elección del próximo domingo resulta cualquier cosa menos sencilla: no hay propuestas ni programas claros y francos, ningún partido se libra de una merecida desconfianza de al menos parte de la ciudadanía, y la ideología no es ya un elemento que permita determinar una toma de posición. ¿Nos queda entonces votar por quien sintamos que es el menor de los males, la opción que menos daño hará al país? No es un panorama que invite al optimismo.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/231834/etica-y-elecciones-votaciones-coaccion-empresarios-claudia-sheinbaum-xochitl-galvez-alvarez-maynez

  • Los eucaliptos en Galicia

    Los eucaliptos en Galicia

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 14 de mayo, 2024

    Jornada

    Soluciones de corto plazo pueden dañar al ecosistema por generaciones

    Hace muchos años que los eucaliptos dejaron de ser árboles australianos, casa de los koalas. Su velocidad de crecimiento, y plasticidad adaptativa, los han convertido en una especie que resulta muy atractiva para políticos empeñados en “reforestar” áreas boscosas deterioradas, de modo que los resultados se noten antes de que terminen sus períodos al frente de administraciones nacionales o subnacionales, y para quienes buscan una especie de manejo relativamente fácil, y de rápido retorno de inversión, para el establecimiento de plantaciones forestales comerciales. Pero yo no los había visto nunca tan extendidos como en Galicia. Lo que fuera antes un paisaje cubierto de bosques de robles, hayas, álamos, pinos y abetos, hoy es un panorama monótono, uniforme, de plantaciones de eucaliptos. Los bosques nativos han ido cediendo al interés de propietarios de la tierra y empresarios por contar con una fuente de ingresos de corto plazo, sin que parezca importar demasiado las consecuencias que esto tiene para la biodiversidad regional, la conservación de los suelos, y la complejidad originaria de los bosques gallegos.

    Los eucaliptos no tienen raíces particularmente profundas, y entiendo que su madera no resulta particularmente atractiva estructuralmente hablando, ni creo que sea un combustible especialmente bueno, como leña, o para la elaboración de carbón. Al parecer, su principal destino como materia prima son las plantas de producción de celulosa para la fabricación de papel. Encima de todo, los aceites esenciales que secreta su follaje parecen tener efectos alelopáticos; es decir, que impiden o dificultan la germinación de muchas semillas de plantas que de otra manera poblarán el sotobosque. Si a esto se añaden los trabajos de aclareo y limpieza que demandan las plantaciones forestales para resultar rentables, no es sorprendente que a la sombra de los árboles de eucalipto no crezcan más que unas cuantas especies de helechos y pastos. Nada de esto tiene importancia para quienes esperan ver crecer sus arcas en el menor plazo posible.

    Lo irónico del asunto es que ahora, cuando se anuncia la construcción de una planta de celulosa en Galicia, varias comunidades han iniciado intensos movimientos de protesta en su contra. Al caminar por los bosques gallegos, uno no puede dejar de preguntarse si los dueños de la tierra decidieron que plantar eucaliptos sería buen negocio, antes de saber que eventualmente llegaría una empresa a procesarlos para obtener celulosa, o si la empresa en cuestión habrá rentado las tierras para plantar eucaliptos, sin anunciar desde el principio que planeaba procesarlos ahí mismo, o si la misma empresa papelera ha ido comprando la tierra, y todo el proyecto productivo ha sido fraguado desde el inicio por ellos. Como quiera que sea, hoy Galicia está cubierta de la materia prima que sirve sobre todo a la empresa productora de celulosa, de modo que si “gana” el movimiento que se opone a su establecimiento, sus tierras quedarán por muchos años ocupadas por árboles que no sirven para otra cosa, o se tratará de transformar las plantaciones de eucalipto en alguna otra cosa.

    Debo reconocer que le tengo cierta aversión a la idea de sustituir la vegetación natural de un ecosistema determinado por un monocultivo, cualquiera que este sea. También debo reconocer que esto es algo que no puede evitarse del todo, considerando una población humana que crece, y que además demanda cada vez más satisfactores. La elección de dedicar un área dada a un monocultivo ya sea para alimentación humana, para la producción de forraje, o para la obtención de maderas o sus derivados, o para producir fibras o, en fin, para producir cualquier planta útil, es con frecuencia una decisión inevitable, pero creo que no se debería tomar a partir de consideraciones únicamente económicas. De hecho, me parece que hay pocos términos menos amigables con el medio ambiente que el de “cash crop”, que podría traducirse como “cosecha de dinero”.

    El panorama actual parece surgir de una confusión conceptual que confunde y no discrimina entre reforestación, arborización, plantación forestal, y restauración ambiental. En el primer caso, se trataría de volver a cubrir una superficie determinada con árboles de las mismas especies que dominaban en ella cuando se trataba de un bosque nativo, una práctica que puede resultar eficaz cuando se trata de bosques templados, con una composición poco diversa en su estrato arbóreo. La segunda aproximación implica simplemente plantar árboles en un sitio dado, sin importar si fue o no antes un bosque, considerando solamente que puedan arraigar y crecer ahí, y sin importar la composición florística que logre establecerse después, siempre que se trate de árboles. Las plantaciones forestales implican la selección de una especie arbórea que pueda crecer en un área determinada, y que lo haga con la rapidez suficiente para asegurar un retorno eficiente de la inversión requerida por el proyecto. Se trata de establecer rodales cubiertos por una sola especie, de un grupo de edad uniforme, o varios grupos de edades sucesivas, y con una distribución de individuos que ofrezca ventajas para un manejo eficaz, preferentemente mecanizado. Y la restauración ambiental, que a muchos podrá parecer utópica, requeriría alentar el establecimiento de especies de plantas tales que reproduzcan la diversidad florística y estructural originarias, contribuyendo así a la conservación del paisaje y sus servicios ecosistémicos.

    Es cierto que hay que plantar millones de árboles para poder aspirar a una vida de calidad. Pero también es cierto que no se trata de plantar cualquier especie de árbol en cualquier lugar. También hay que tener bien claro para qué se plantan, y que se puede esperar que nos brinde el haberlos plantado. También aquí debe imperar cierto criterio precautorio.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/231157/los-eucaliptos-en-galicia-monocultivos-especies-invasoras-espana-cash-crop

  • Una máquina llamada árbol

    Una máquina llamada árbol

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 07 de mayo, 2024

    Jornada

    Artificios de la naturaleza, tenemos que apostar por los pulmones de la Tierra

    En su podcast de “Niñonautas”, el pasado miércoles 24, Kirén Miret – que por cierto me resulta simpatiquísima, y aporta cada mañana material suficiente para cuando menos una sonrisa, además de que suele brindar alguna información interesante para chicos y grandes – hablaba de la posibilidad de “sembrar lluvia” en las nubes, bombardeándolas con sustancias más o menos inocuas que pueden contribuir a condensar la humedad y, valga la redundancia, “precipitar la precipitación”, idea que puede resultar atractiva a la luz de un escenario de calentamiento global, emergencia climática y crisis hídrica. Además, tras aclarar que las propuestas sugerían bombardear las nubes existentes, pero no encontraban la manera de crear nuevas nubes, Kirén se preguntaba si no sería buenísimo contar con una máquina que hiciera eso precisamente: generar nubes, o ayudar de alguna manera a que éstas surgieran en zonas de la atmósfera.

    Esta cápsula de “Niñonautas” me ha hecho pensar dos cosas: la primera es que Kirén se ha equivocado: sí hay una suerte de “máquina” que contribuye a la generación de nubes, y se llama ÁRBOL. Basta ver las concentraciones de nubes sobre lo que queda de la selva amazónica, o sobre las selvas de la masa forestal mesoamericana, incluyendo desde luego la selva lacandona, para apreciar el efecto que tiene una cobertura boscosa continua, sobre las condiciones de humedad atmosférica. La otra cosa que me sugirió esta cápsula fue que resulta cada vez más necesario insistir en profundizar en una discusión sobre un asunto de importancia creciente: en la coyuntura por la que atraviesa actualmente nuestra especie, ¿hace más sentido continuar apostando por crecer con base en el desarrollo de la tecnología, o más bien ya ha llegado el momento de pensar en enfrentar las carencias y problemas de las sociedades a partir de soluciones basadas en naturaleza?

    Esta disyuntiva suele encararse a partir de una suerte de pseudoproblema, como si optar por una posición implicase desechar definitivamente la otra. En realidad, resulta absurdo pretender que tuviésemos que volver a hacerlo todo sin echar mano de las herramientas que nos brinda una ya larga historia de desarrollo tecnológico, un poco a la manera que quisieran verlos algunas comunidades, como los amish, por ejemplo. Aunque nos haga aparecer siempre como aprendices de brujo, que no podemos controlar los encantamientos que pone en nuestras manos la varita mágica del control remoto, el móvil o el ordenador, la verdad es que las ventajas y facilidades que nos ofrecen son cada vez más irrenunciables.

    Pero, por otra parte, pretender que, con ir encimando un avance tecnológico sobre otro, en el ánimo de resolver los problemas que el uso desordenado de los nuevos inventos y diseños genera para nuestro planeta, es también un absurdo, y un absurdo costoso. Llevamos cuando menos dos siglos pensando que cada vez que un avance tecnológico desencadena un efecto no deseado, éste será resuelto por un nuevo aporte tecnológico. Así, a los efectos del vertimiento de desechos en los cuerpos de agua respondemos con novedosas, complejas y costosas plantas de tratamiento y potabilización; a la contaminación por residuos plásticos reaccionamos con la fabricación de plásticos reciclables (y generamos la industria correspondiente), o pretendidamente “biodegradables”, y a la generación de energía a partir de la combustión de compuestos de origen fósil reaccionamos con mecanismos sofisticados capaces de generar energía con base en los vientos, o baterías que almacenan y suministran energía capaz de mover vehículos cada vez más grandes, veloces, y con mayor autonomía.

    Aún antes de haber desarrollado satisfactoriamente las nuevas apuestas tecnológicas, empezamos a encontrarles riesgos ambientales relevantes. No hay más que ver las controversias desatadas por la construcción de la infraestructura requerida para la generación eólica de energía, y sus efectos sobre el uso y la tenencia del suelo; o las discusiones alrededor de los efectos de la extracción de litio para la fabricación de las baterías que permiten pensar en una industria a gran escala de producción de vehículos eléctricos; o los efectos sobre la salud de los nuevos productos plásticos “degradables”, que aportan al entorno moléculas con consecuencias impredecibles en la calidad y sustentabilidad de las cadenas alimentarias.

    Insisto en que no se trata de suspender o echar por tierra todo desarrollo de tecnología. No soy un nuevo ludita. Por el contrario, se debe continuar alentándolo, porque debemos aspirar a una vida de mayor calidad, más acorde a la creación, al regocijo, a la reflexión colectiva y al florecimiento de los afectos (y ¿por qué no?, al pleno ejercicio del derecho a la pereza). Para encontrar este camino, habríamos de poner la mirada en generar soluciones a nuestros problemas con base en el funcionamiento de la naturaleza: proteger la biodiversidad, restaurar los ecosistemas deteriorados, garantizar el aporte de servicios ambientales apropiados y suficientes, diversificar la producción agrícola, abatir el consumo desaforado de productos de origen animal, disminuir el uso dispendioso de agua dulce, suspender la incorporación de obsolescencia en los artículos manufacturados (que solamente se puede justificar aduciendo razones de mercado); y plantando árboles, esas “máquinas de hacer nuevas nubes”.

    Una nota adicional: Pocas veces me ha dado más gusto haberme equivocado. Debo al INE una disculpa, hace un par de semanas me quejaba por haber sido excluido de las listas nominales de mexicanos residentes en el extranjero. El Instituto por fin ha respondido a mi solicitud para reconsiderar mi caso, e incluirme de nuevo como ciudadano con derecho a votar. Esperemos que aún sea tiempo. Cruzaré los dedos.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/230834/una-maquina-llamada-arbol-cuidado-ambiental-medioambiente-tecnologia

  • El clima en las campañas

    El clima en las campañas

    El clima en las campañas

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 16 de abril, 2024

    Jornada

    Atender la emergencia ambiental en México es tan urgente como atender la pobreza y la seguridad

    Ojo con las preposiciones. No quiero hablar aquí del clima de polarización de las campañas de las dos candidatas, ni de los esfuerzos del candidato por convencernos de que hay una tercera vía, y que hace lo que puede para descollar entre las dos narrativas dominantes. Más bien, lo que quiero sacar a relucir es la ausencia que hasta ahora ha tenido el gran gorila en la habitación: la emergencia climática, y las acciones de mitigación y adaptación que las tres propuestas contendientes pretenden llevar a cabo, una vez que se determine cuál de ellas encabezará el gobierno del país durante los próximos seis años. Entiendo que será uno de los temas que tocarán las candidatas y Máynez durante el debate del próximo día 28, habrá que ver si en efecto debatirán alrededor del asunto desde sus diferentes visiones de país. Hasta ahora, el debate ha resultado no serlo.

    A contracorriente de lo que por lo visto considera la mayoría de los ciudadanos, desde mi punto de vista los efectos de la emergencia climática son más importantes aún que la corrupción, la inseguridad, o la economía. Supongo a que muchos, esto les parecerá una exageración o una insensatez, y que todos deberíamos preocuparnos sobre todo por contar con un gobierno honesto, tripulado por funcionarios probos, un estado con la fuerza moral y real suficiente para encarar con éxito a las hordas ensoberbecidas e impunes del crimen organizado, una economía robusta y estable que permita un combate eficaz a la pobreza, y una distribución más justa de la riqueza y el bienestar. Todas estas cosas son, sin lugar a duda, de suma importancia para nuestro país. Pero son también, junto con la garantía de una educación y servicios de salud universales, tareas consubstanciales al Estado y, por tanto, gane quien gane la lucha electoral, tendrá que asumirlas de la manera más eficaz que pueda, con las herramientas con que cuente, y con los recursos que el congreso autorice.

    Sin embargo, definir una política climática eficaz, capaz de determinar un cambio significativo en el curso que sigue el funcionamiento de la nación, de modo que resulte más acorde a las exigencias que impone el medio ambiente, contribuya a mitigar las causas que aceleran en cambio climático global, y nos permita adaptar nuestras formas de vida a los nuevos escenarios meteorológicos, es harina de otor costal. Se trata, al final del día, de reconocer que lo que está aconteciendo a la luz de la modificación de los patrones del clima, acelerada por las actividades humanas, toca todas las esferas de la vida de una nación, y encarar esta situación implica una aproximación de alcance integral y, desde el punto de vista de las políticas públicas una práctica genuinamente transversal.

    Dicho de otra manera, en la medida en que la atención a la emergencia climática sea el parámetro que norme el diseño de la política nacional, generará cambios relevantes y definitivos que determinarán la seguridad alimentaria, el acceso a la salud, la generación y distribución de la energía, la infraestructura para la comunicación y el transporte de personas, productos y mercancías, el uso del suelo y la tenencia de la tierra, la conservación y manejo de la biodiversidad, la gestión de los servicios ambientales (incluyendo desde luego la calidad del aire y el acceso a agua suficiente y de calidad, y la fertilidad de los suelos), la gestión de los residuos generados por las diferentes actividades de la sociedad, los patrones de desarrollo urbano, la orientación del desarrollo industrial, y el destino preferencial de las inversiones públicas o privadas, nacionales o extranjeras. En una palabra, en tanto que la atención a la emergencia climática sea la primera consideración para la planeación, la normatividad y la distribución del erario, se modificará radiaclamente el curso de la vida nacional. Sería, genuinamente, no ya un “segundo piso para la 4T”, sino una verdadera transformación de México, con repercusiones más allá de nuestras fronteras.

    No sé si la formación científica de la doctora Sheinbaum, la bondad y el “gran corazón” de la ingeniera Gálvez, o la alegre bonachonería de la “nueva política” que dice encarnar Máynez, dé a sus respectivas campañas la altura de miras como para ofrecernos propuestas convincentes y verosímiles, que pongan al medio ambiente y la crisis climática en el lugar que les debería corresponder en el arreglo de la política nacional. Un debate entre los tres permitirá vislumbrar cuál es la postura que sostienen ante el tema, y quizá encontremos respuesta a algunas de las preguntas que surgen al confrontar lo que conocemos de sus perfiles, con lo que demanda enfrentar un problema tan complejo como el de encontrar respuestas suficientes y exitosas frente a la crisis generada por el cambio climático global.

    ¿Ofrecerá Claudia la seguridad de que su gobierno emprendería obras sin ignorar el marco legal ambiental, que restaurará, mitigará o compensará los daños generados por las obras realizadas al margen de la ley durante la presente administración? ¿Entenderá que debe fortalecer las instituciones gestoras y ejecutoras de la política ambiental, y dotará de recursos suficientes a la Conabio, Conanp, Conagua, Conafor y el Inecc?, ¿y de “dientes” a la Profepa?

    ¿Seguirá Xóchitl tratando de convencer que las soluciones a la problemática nacional se reducen a volver las cosas donde estaban durante las administraciones del PRI y el PAN, como si eso no fuese más que una regresión que oculta cierta incapacidad por ver que la circunstancia de hoy es muy diferente, y demanda una aproximación más novedosa e imaginativa?, ¿entenderán, ella y los partidos que la respaldan como candidata, que volver al statu quo de antaño es solamente una apuesta regresiva para conservar la sartén por el mango, y continuar exprimiendo al riqueza nacional para cuidar sus sitios de poder y privilegio?

    ¿Máynez será capaz de ofrecer una reflexión un poco más seria que la de lo supuestamente nuevo y diferente, lo joven y lo alegre? ¿O sus posturas son tan vacías como parecen ser en su discurso? Ojalá el debate alcance para cuando menos poder discutir respuestas a estas preguntas.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/229908/el-clima-en-las-campanas-politicas-emergencia-climatica

  • Glisofato: la no solución

    Glisofato: la no solución

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 2 de abril, 2024

    Jornada

    Hay mucho en juego ante el uso del herbicida: deben imperar los datos rigurosos

    Llevamos ya demasiados años discutiendo si debe persistir el uso del glifosato como un herbicida de amplio espectro, vinculado particularmente al cultivo de organismos genéticamente modificados, o transgénicos. La discusión ha rondado por los pasillos de centros de investigación, foros de organizaciones no gubernamentales, organizaciones de agricultores, oficinas de dependencias del poder ejecutivo, órganos del poder legislativo de diversas naciones – o de colectivos multinacionales, como la Unión Europea – y tribunales de diversa índole. Es poco menos que imposible pretender que una discusión como ésta se lleve a cabo en la serenidad de los pasillos de academia, o como una controversia exclusivamente técnica donde se confronten lo que unos y otros actores consideren la mejor ciencia disponible, y se adopte la posición que dicten las pruebas más convincentes y verosímiles. En un asunto que toca fibras tan fundamentales como la producción de alimentos, justicia social, salud y calidad de vida, o generación y distribución de la riqueza, es inevitable que los argumentos se tiñan de ideología, y la información tienda a deteriorarse al contaminarse de intereses diferentes y contradictorios.

    Cuando empezaron las pugnas entre Monsanto y los pequeños productores locales, que por cierto ganaron algunos casos en las cortes, los argumentos parecían claros y más o menos directos: las semillas de los cultivos transgénicos contaminan los cultivares locales, el uso excesivo y entonces poco regulado de un poderoso herbicida dañaba otros cultivos, especies de flora silvestre diversas y polinizadores, por lo que se temía que los residuos de estos herbicidas pudieran ser responsables de severos daños a la salud humana. Monsanto, sus abogados, y una tropa de expertos que – financiados por el gigante de la industria química – orientaban sus indagatorias para concluir (de una manera por cierto poco científica, al tratar de encontrar evidencias que demostraran la validez de conclusiones previamente determinadas), generaron toneladas de información que pretendía demostrar más allá de toda duda razonable que sus agroquímicos, y sus organismos genéticamente modificados, eran absolutamente inocuos. Por otra parte, organizaciones ambientalistas e investigadores no vinculados con los intereses agroindustriales, reunieron también toneladas de información que parecía probar lo dañino que resulta tanto la utilización de herbicidas de amplio espectro, como la proliferación indiscriminada de cultivos transgénicos, daños que afectan tanto al medio ambiente y los servicios ambientales, como a la salud de las personas.

    Si imperase la aplicación del principio precautorio como regla de oro para orientar los procesos de toma de decisiones, el uso indiscriminado del glifosato se habría prohibido globalmente desde hace muchos años. Pero la precaución ante la duda de la existencia de riesgos relevantes resulta ser un aliciente muy débil frente a la ambición de generación de riquezas, ambición que se asume justificada y hasta necesaria, cuando se arropa tras el manto bienhechor y humanista de ser la única fuerza capaz de producir alimentos suficientes para la población a escala planetaria. A mi parecer, aquí está la principal falacia de la argumentación de los agronegocios: la producción agrícola a escala industrial no es la única – ni la mejor – manera de producir alimentos. Aparte de que la Organización de las Naciones Unidas, a través de la FAO/UNESCO, ha reunido la información suficiente para demostrar que el menos 60 por ciento de los alimentos del mundo es producido por pequeños y medianos agricultores a nivel local, la producción masiva e industrializada de unas cuantas especies de “commodities”, o cultivos comerciales, es uno de los principales motores de la deforestación a nivel global, transforma la gestión del agua dulce disponible, deteriora los suelos, contamina la atmósfera y los cuerpos de agua, y ejerce una presión considerable sobre la biodiversidad, especialmente sobre los polinizadores y muchos herbívoros.

    El gobierno de México, después de algunos años de deliberaciones y titubeos, se decidió a promover la prohibición del uso del glifosato, y la restricción del cultivo de maíz y soya transgénicos. Muchos aplaudimos esa decisión, que se sumaba a los intentos emprendidos por la Unión Europea y otros países, como Perú. Al igual que la Unión Europea, ha tenido que recular de su postura. En el caso de Europa, los gobiernos de países donde la agricultura es importante para la economía, como Francia y España, no resistieron el embate de los agricultores comerciales, que paralizaron ciudades y vías de comunicación hasta lograr que se diera marcha atrás a las regulaciones más amigables con el ambiente. En México, el retroceso se debe, en efecto, a la presión de organizaciones de agricultores industriales, como el Congreso Nacional Agropecuario (una fuerza – esa sí, conservadora – ante la que la Cuarta Transformación ha tenido que doblegarse), y a la fragilidad de una posición que dejó abierta la puerta trasera al condicionar la entrada en vigor del decreto de prohibición del glifosato al eventual descubrimiento de un biocida que afectara un espectro igualmente amplio de organismos, pero que resultara inocuo, como si esto no fuera un absurdo.

    Centrar toda la atención en la restricción del uso de un herbicida, por temible que éste sea, no resulta ser una solución adecuada, ni suficiente. Se seguirán proponiendo medidas que no son soluciones en tanto no se reconozca que lo que debemos hacer es asumir que el actual modelo dominante de desarrollo agropecuario es insostenible – y ambientalmente insustentable – y que debemos reconsiderar no solamente la manera de producir alimentos, sino la forma de concebir la seguridad alimentaria, el papel de las autoridades locales en las decisiones de uso del suelo, y el rol que pueden y deben jugar las comunidades locales y los pueblos indígenas, y sus saberes.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/229269/glisofato-la-no-solucion-herbicida-transgenicos-campo-agricultura-mexico-cultivos

  • Otra muerte anunciada

    Otra muerte anunciada

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 12 de marzo, 2024

     Conabio

    Se confirma la desaparición de la Conabio, tal como la conocimos durante tres décadas

    Hacia fines de la semana pasada apareció en los medios una noticia que corrió después por las redes sociales, que me obliga a suspender por el momento mis reflexiones acerca del proceso electoral. No es que haya sido un anuncio del todo novedoso. Más bien se trata de la confirmación de algo de lo que se venía hablando desde hace meses: la desaparición de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, la Conabio, tal como la conocimos a lo largo de más de tres décadas. Como un gesto más de uno de los sellos más característicos de la actual administración, empeñada desde aquella fatídica consigna de “¡Al diablo con sus instituciones!”, en desmantelar el entramado de organismos construidos para atender diversos temas de la vida nacional, ahora se decide poner fin a la existencia de una comisión que desde su creación se consideró como la joya de la corona de la gestión ambiental mexicana.

    No cabe duda de que muchos de los organismos creados alrededor del aparato gubernamental – autónomos, descentralizados o desconcentrados – merecen ser revisados concienzudamente, y pueden admitir mejoras, reestructuraciones, recortes y quizá incluso su desaparición. Pero la ligereza con que se ha blandido la guadaña de la supuesta “austeridad republicana” ha ido debilitando, mutilando o inmovilizando diferentes organizaciones, sin que al parecer se les substituya por otras capaces de continuar cabal y eficazmente con las acciones que debían realizar. En el caso del sector del medio ambiente esto ha sido particularmente notorio: se disminuye presupuestariamente a la Comisión Nacional de Áreas naturales Protegidas (mientras paradójicamente se presume de que nunca antes se habían creado tantas durante un sexenio), se disminuye hasta la práctica inmovilidad a la Comisión Nacional Forestal, se restringen los recursos destinados a la Comisión Nacional del Agua (aún ante el clamor generalizado de que el país, en un escenario de emergencia climática, enfrenta lo que ya se está llamando una crisis hídrica), se empequeñece el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático; y en fin, se reduce el aparato nacional de gestión ambiental, hasta convertirlo en una agencia más de corte asistencial – y clientelar – como una expresión adicional de las acciones supuestamente justicieras y generadoras de bienestar que se han ido convirtiendo en el mantra de la cuarta transformación.

    Convertir a la Conabio en una mera dirección general dentro de una secretaría que resulta ser de las más débiles del ejecutivo federal, es una decisión que resulta decepcionante y dolorosa para todas las personas y organizaciones que han dedicado sus esfuerzos a conocer, conservar y encontrar formas sustentables de aprovechamiento al vasto patrimonio natural representado por la biodiversidad que habita el territorio nacional, y que le da a México el destacado lugar de ser el cuarto o quinto país más biodiverso del planeta. Hay muchas razones para lamentar esta decisión; pero entre ellas, hay dos que me parece que hay que destacar, porque señalan dos rasgos característicos de la actual manera de administrar la cosa pública: uno es la toma de decisiones a partir de una visión personalísima, que hace caso omiso de las advertencias, opiniones y consejos de actores sociales directamente involucrados en el asunto de que se trate, cuando no las considera de plano ataques funestos a sus sanas intenciones, alimentados por oscuros intereses de adversarios y agentes extranjeros. Si la Conabio era considerada una organización ejemplar por académicos, conservacionistas (que se convierten en “pseudoambientalistas” cuando se les ve por la lente presidencial), y expertos extranjeros, esto la hacía automáticamente sospechosa de herramienta de las fuerzas neoliberales y conservadoras. El otro es que, aunque parezca paradójico, el afán centralizador no entiende de transversalidad, y si algo hacía que la Conabio resultara singular en su aproximación gestora, y eficaz en la ejecución de sus labores, era precisamente su capacidad de hacer prevalecer una visión transversal acerca de la manera de atender los asuntos relativos a la porción del patrimonio natural nacional representado por la biodiversidad.

    Esto último merece una mayor elaboración, que aquí se reduce a un par de párrafos que quizá podrán operar como provocaciones para emprender un análisis evaluativo de la labor de la comisión, y una revisión crítica de su degradación a la condición de dirección general. Aunque a lo mejor esto no haya resultado especialmente visible para el público en general, lo cierto es que, en el fundamento de la Conabio, desde su concepción, destacó su capacidad para actuar a partir del funcionamiento de un grupo colegiado, de carácter multidisciplinario y alcance interinstitucional. Las decisiones tomadas por la Conabio excedían las estrechas fronteras sectoriales. Esta característica de la institución la hacía particularmente apta para atender su misión expresa, de promover, coordinar, apoyar y realizar actividades dirigidas al conocimiento de la diversidad biológica, así como a su conservación y uso sustentable para beneficio de la sociedad”. El cumplimiento de esta misión depende, entre otras cosas, del reconocimiento de que las relaciones entre la sociedad y los organismos no humanos que la acompañan como elementos vivos en el paisaje, no puede reducirse a una lectura limitada sectorialmente.

    Los elementos de la diversidad biológica interesan a la seguridad alimentaria, la salud, la construcción de vivienda, el goce estético, la religiosidad de los pueblos que constituyen la nación, el comercio exterior, la actividad turística y recreativa, la industria química, la calidad del agua, el suelo y el aire, la capacidad de mitigación de los procesos que dan lugar al cambio climático, y de adaptación a sus efectos; en fin, todos los aspectos de nuestra vida. Si esto no se entiende así, y si no se atiende de manera que participen en las decisiones que determinan su apropiación social – y su conservación como parte de la riqueza nacional, y del patrimonio humano en general, no se puede aspirar a construir una sociedad saludable, sustentable y feliz. Esto es a lo que se ha dado al traste con la mutilación de la Conabio. Daño irreparable.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/228446/otra-muerte-anunciada-conabio-gestion-ambiental-medio-ambiente

  • El absurdo de votar en contra

    El absurdo de votar en contra

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 27 de febrero, 2024

    Jornada

    Cada vez resulta menos importante determinar qué se propone

    A medida que avanza el proceso político y social que conduce a México hacia lo que quizá sea el evento electoral más importante de la historia nacional, la actividad en los medios de información y las redes sociales se va descomponiendo al calor del encono, y generando un ambiente en el que pareciera que de lo que se trata es de determinar que candidata – o candidato – gana, y quien pierde. Cada vez resulta menos importante determinar qué se propone, que modelos de país se confrontan, o qué proyectos se ofrecen para mejorar la situación de un país que se debate en escenarios de una violencia creciente y unos contrastes cada vez más lastimosos. Las campañas se centran en cómo hacer parecer que el otro es peor, de formas cada vez más grotescas y ordinarias. Ya no hay razones, ni argumentos, ni ideología que valga. Solamente quedan el asco, el miedo y el desencanto. Parecen todos empeñados en dejarnos sin algo por qué votar. Todos puestos en lograr que se vote en contra del otro.

    En realidad, en cierta forma así resulta más sencillo: no hace falta pensar. Si no pienso, entonces puedo asumir como acto de fe que lo que dice una candidata u otra, o lo que alcanza a decir el único candidato varón, resulta veraz, indiscutible, honesto y sincero. Y entonces, en automático, lo que diga la otra será mendaz, dudoso, deshonesto e hipócrita. Elijo dónde colocar toda la ceguera de mi fe, y listo, voto en contra de lo otro. Aunque no me hayan propuesto nada digno de análisis, más allá de los mantras reiterados que admiten un mensaje en redes, un espacio publicitario en medios, una barda pintada, o un espectacular en carretera. Pero nos debería incomodar no votar por algo, algún proyecto de país, programa de acción para el desarrollo, o colección de políticas públicas capaces de generar bienestar.

    Quienes convocaron a la marcha del domingo 18 de febrero invitaron a manifestarse a favor de la democracia. Más allá del contenido del discurso de Lorenzo Córdova (que por cierto fue muy bueno, y no tuvo desperdicio alguno), me quedo con dos señales que aportó el evento. Por una parte, si no te vistes de rosa y vas a la concentración, no eres “demócrata”: hay que votar en tu contra. Por otra, aunque ya nos dijo el gran timonel que la marcha es democracia (y se entiende, por tanto, que acontece gracias a su disposición y permisividad democráticas), quienes acuden a ella y se visten de rosado están manifiestamente en contra del “gran demócrata”; son entonces, antidemocráticos, y hay que votar contra ellos.

    Estoy seguro de que dentro de las filas de quienes vimos alguna vez en la 4T una vía posible hacia una transformación positiva de una nación lastimada, aunque no nos hayan gustado las desviaciones autoritarias y el desenfado con que se suelen saltar los límites, procesos y formas que establece el sistema jurídico nacional, ni el desprecio con que se ha tratado a los organismos ciudadanos que garantizan precisamente la vida democrática, muchos estaremos de acuerdo con lo dicho por Lorenzo en su intervención dominical. Y muchos sentirán que deben ocultar tímidamente este acuerdo, temerosos de que se les tilde de haber traicionado a la causa, o quizá incluso convencidos de que respaldar una opinión que no coincida a la letra con los mantras de las mañaneras es una traición al proyecto del gran timonel y su esbelta contramaestre. No lo creo así. Se puede ser crítico, y leal.

    Una parte nada desdeñable del problema que se nos presenta a partir de la marcha rosada es que, mientras que la mayoría de quienes asistieron está convencida de que defiende una idea cabal de democracia, y un modelo de país en el que imperen el derecho, la equidad y la justicia, entre sus filas se agazapan quienes durante décadas tranzaron, compraron votos, desviaron recursos públicos para engordar sus institutos políticos (o sus bolsillos, directamente), y persiguieron y espiaron a sus opositores, en aras de mantener el poder bajo su control exclusivo. Los que ahora dicen representar la 4T, y responden sin titubeo a la más velada sugerencia del gran timonel, parecen estar dispuestos a seguir ese mismo camino, empeñados en convencer al pueblo bueno y sabio de que son los únicos que pueden hablar en nombre del espíritu democrático, la libertad, la justicia y la honestidad, y, por tanto, están moralmente autorizados para guiar los destinos de la nación. Nos dicen un día sí y otro también que no nos distraigamos, que no escuchemos a los diversos, que solamente su voz es veraz.

    Así las cosas, no parece haber algo por que votar. Solamente razones para votar en contra. En contra de unos… y de otros, sin propuesta, sin rumbo y sin futuro. Votar en contra no nos ayuda a tener un proyecto viable de país, pero no votar, o invalidar el voto, tampoco es una opción útil. Los partidos y los políticos profesionales se han apropiado de la democracia. Al promover solamente el voto en contra del Otro, han dejado a la ciudadanía sin la posibilidad de participar de la construcción – en democracia – un proyecto nacional. Claudia, Xóchitl, o Jorge, ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿qué estaremos eligiendo? Mientras tanto, la figura ominosa de un ejército multifacético, que crece, se empodera y se hace omnipresente, se va cerniendo sobre México.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/227794/el-absurdo-de-votar-en-contra-2-de-junio-elecciones-presidente-mexico-morena

  • El agua no es una cosa sola

    El agua no es una cosa sola

     

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 20 de febrero, 2024

    Jornada

    A pesar de moverse de manera cíclica por el planeta, no es un recurso inagotable

    Cada vez son más las poblaciones que, en muchas partes del mundo, enfrentan situaciones críticas en lo que atañe al agua. En algunos lugares el problema se enfrenta erigiendo complejas y costosas plantas desaladoras, para aprovechar agua directamente extraída del mar (solamente en España hay unas ochocientas). En otros sitios, como Barcelona, se restringe la cantidad de agua que se permite consumir por persona y por día, y se habla incluso de importar agua en barcos desde la vecina Valencia. En la Ciudad de México, las presas del sistema Cutzamala se encuentran muy por debajo de su capacidad de almacenamiento, el Río Lerma (otra de las fuentes de suministro de agua importantes para la metrópoli) se encuentra sujeto a una presión considerable, y representa un reto en materia de remediación de la contaminación y los pozos existentes, que son la principal fuente de agua para la que antaño fuera “una ciudad en un lago escondida”, se consideran ya insuficientes, y se habla con preocupación de los montos que habría que destinar para abrir pozos adicionales. Las dificultades para dotar de agua apta para el consumo humano a una población creciente son colosales a nivel global, y se convierten cada vez más en un asunto de preocupación permanente y angustiosa tanto para los gobiernos locales como los nacionales, no digamos ya para la población en general, que encara cada vez más situaciones de escasez que comprometen su calidad de vida.

    En la otra cara de la moneda, los cambios en los regímenes de precipitación, en un escenario de cambio climático que no se acaba de comprender cabalmente (cuando no de plano se niega su existencia), generan condiciones de lluvias extraordinarias en temporadas atípicas, que generan inundaciones catastróficas. A esto hay que agregar el hecho de que la deficiente planeación de los asentamientos humanos se cobra año con año la factura, destruyendo una y otra vez viviendas y enseres, con un impacto más severo – como siempre – sobre las porciones menos favorecidas de la población.

    Convencionalmente, el tema de la dotación de agua para los centros de población, así como el de la extracción y disposición final de las aguas servidas y demasías, y la distribución de agua para el riego agrícola, se encaran como problemas de ingeniería que asumen que de lo que se trata es de trasladar el mayor volumen posible de agua de un lugar a otro, en el tempo más breve que se pueda, y gastando la menor cantidad de recursos que el caso permita. Cuando hemos convertido en lugar común la idea del “vital líquido”, hacemos lo humanamente posible para allegárnoslo, demeritando la importancia que otros servicios ambientales tienen para la condición de planeta vivo de nuestro mundo. No quiero decir con esto que el agua no sea esencial para la vida humana. Más bien, creo que habría que poner el énfasis en una mejor gestión del agua, que parta de una visión más integrada del carácter sistémico y complejo de sus ciclos a escala planetaria.

    Hay varios niveles para pensar en esta aproximación, y resultarían demasiados como para tratar de agotarlos en este breve espacio, por lo que me limitaré a proponer tres ideas que considero centrales. En primer lugar, habría que dejar de pensar en el agua como una cosa sola, que hay que acercar a los sitios donde se concentra la población humana, o donde se producen alimentos para satisfacer sus necesidades, para después sacarla de ahí lo más rápidamente posible. El agua no está sola, y sus movimientos, así como su calidad para el consumo, están determinados por su interacción con las plantas, la atmósfera y el suelo. Así, en la medida en que no se logre detener – e incluso revertir – la deforestación, se reducirá la capacidad de retención de agua en las cuencas, incrementará la pérdida de suelo (que además contribuirá al azolve de presas y otros cuerpos de agua), aumentará la frecuencia e intensidad de inundaciones, y se abatirá la capacidad de la cubierta vegetal para capturar carbono atmosférico, con lo que se contribuirá a exacerbar la crisis climática.

    En segundo lugar, solemos olvidar que puede decirse que, de alguna manera, el agua tiene memoria. Cuando intentamos modificar su cauce, u ocupamos los sitios por donde ha corrido usualmente, generamos perturbaciones en la dinámica del ciclo hídrico, que suelen determinar modificaciones del paisaje que resultan catastróficas para la población humana. Baste con recordar los efectos de los planes quinquenales soviéticos, que ocasionaron que se desecara el mar Aral, convirtiéndolo en el surrealista paisaje de barcos sobre la arena que es hoy en día; o los impactos que tuvo sobre los humedales chiapanecos la peregrina idea de “rectificar las cuencas” del estado, que los ingenieros de entonces interpretaron literalmente como “hacerlas rectas”. Lo que antes fuera una región rica en recursos, como camarones, se convirtió en una serie de cuerpos de agua caliente, incapaces de sostener un ecosistema saludable de humedal costero.

    Y, en tercer lugar, habría que entender que el agua, a pesar de moverse de manera cíclica por el planeta, no es un recurso inagotable. Desde el punto de vista del consumo humano, y dado que requerimos tener acceso a un agua con condiciones de calidad bastante acotadas, hay que entenderla como un recurso no renovable, cuya disponibilidad tiende a disminuir en tanto la seguimos utilizando sin considerar la necesidad de ahorrarla, y devolverla a los ecosistemas de manera que en ellos puedan continuar desarrollándose el resto de los recursos vivos que habitan esta “tercera piedra desde el sol”. El agua, pues, es vital, en efecto, pero lo es en tanto que forma parte de un sistema complejo e integral que da lugar a la vida en el mundo. No basta con traerla al grifo.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/227464/el-agua-no-es-una-cosa-sola-sistema-cutzamala-rio-lerma

  • Falacias del «animalismo»

    Falacias del «animalismo»

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 6 de febrero, 2024

    Jornada

    El debate sobre las «personas no humanas» es complejo y debe ser revisado a detalle

    De un tiempo para acá, se ha ido haciendo cada vez más prevaleciente la idea de que tenemos todos el deber moral de defender a los animales del maltrato a que los someten muchas personas. Creo que esta posición, llevada al extremo, conduce a ciertos contrasentidos que le hacen un flaco favor precisamente a los seres a los que se pretende defender. Como estoy además convencido de que quienes se asumen honestamente animalistas son personas de bien, y sensatas, quiero ser escrupulosamente cuidadoso y respetuoso para argumentar lo que considero que resulta falaz en algunas de las posturas que parecen respaldar los animalistas, e incongruente en algunas de las formas en que las defienden. Quiero empezar por subrayar con énfasis que considero que nuestra relación con todo ser viviente – sea considerado o no “sintiente” – debería estar fundada en el amor por la naturaleza y el reconocimiento esencial de que nosotros mismos no somos más que parte de ese formidable fenómeno que es la vida en nuestro planeta.

    Dicho esto, trataré de explicar mi opinión a partir de un análisis breve de dos ejemplos relevantes, que quizá resultan esclarecedores: las “calesas” tiradas por caballos en localidades como Mérida y Cozumel, las corridas de toros. También sería productivo discutir el caso de los hipopótamos en Colombia, introducidos al país por Pablo Escobar, y convertidos después en un problema para los agricultores locales, que ven con azoro que a estos masivos invasores se les considera ahora “personas no humanas”; y el de muchos perros de compañía que se ven humillados por el intento de despojarlos de su condición perruna, para convertirlos en caricaturas de infantes, con carriolas, pañales, rápidas y zapatillas, a veces incluso despojados de la capacidad lúdica de correr, husmear, y orinar sobre el rastro de los otros.

    Podría sumar otros ejemplos, como la cacería para la obtención de trofeos, o los orangutanes, pero requeriría un espacio más extenso que el que podré dedicar a esta nota. Comenzaré pues por el tema de las calesas. El caballo figura entre las primeras especies domesticadas, en nuestra vastísima historia de relaciones con el resto de los animales que nos acompañan, ya sea como presas, predadores, proveedores de servicios, compañía, o simplemente elementos del paisaje. Su cercanía con los grupos humanos ha significado entre otras cosas, que se les seleccione para favorecer rasgos como la velocidad, el tamaño (de percherones a ponys), la fuerza, o la resistencia, entre otros rasgos. A lo largo de este proceso de selección se han desarrollado varias razas que se destinan preferentemente a tirar de artefactos para la labranza, carga, o transporte. Cumplen con esas funciones con eficacia, y frecuentemente incluso con belleza y elegancia.

    Pero en la narrativa “animalista”, hacer que un caballo tire de una calesa es una suerte de castigo excesivo y cruel. Esto no es necesariamente así: un caballo bien cuidado, y tratado con afecto amoroso, será un animal alegre de hacer su trabajo. Cualquier maestranza, o cualquier escuela de equitación que se precie de serlo, podrá identificar en los gestos equinos, la posición de las orejas, la expresión de los ojos y la forma de narices y labios, si el animal se encuentra de buen humor, teme algo, sufre o se enfada. Habría que leer estos gestos, caso por caso, antes de afirmar que se le está castigando. Pero en aras de evitar su sufrimiento, se generaliza, y se pretende prohibir una actividad que brinda más que un mero atractivo turístico, sino que contribuye al “aire” o espíritu de una ciudad. Regular la actividad, e imponer que se cumplan buenas prácticas que permitan contar con caballos de tiro felices, hace sentido. Prohibir la actividad, generar conflicto social y desempleo, condenar caballos al asilo y al ostracismo, y substituir calesas por artilugios mecánicos impulsados con energía fósil, o incluso eléctrica, no aporta más que la satisfacción filistea de aparentar superioridad moral.

    En cuanto a las corridas de toros, aclaro de entrada que no me gustan, a pesar de que mi madre me llevó de niño a varias de ellas, en la monumental plaza México. Dejé de asistir en cuanto inicié el uso de mi razón, y no volveré. No me siento, sin embargo, autorizado para negarlas como parte de la cultura. Sería como pretender borrar de un plumazo a Hemingway, García Lorca, Bizet y Picasso, entre muchos otros. Sería como pretender que Micenas no está entre los cimientos de nuestra cultura occidental. Pero quizá este no es el punto. Quizá se trata más bien de entender que hay otros, diferentes, que sí consideran que a la tauromaquia sigue teniendo cierto valor estático, o ritual, y que, si vemos en ello un maltrato a un animal noble y hermoso, debemos discutir, alegar, convencer y educar. En vez de ello, se ha elegido por pretender legislar y prohibir una actividad que hasta hoy se ha considerado legítima; y, peor aún, muchos han decidido que una manera eficaz de lograr que se deje de practicar es agrediendo e insultando a quienes la aprecian. En aras del bienestar animal, se opta por maltratar, molestar y lastimar a nuestros congéneres. Como que no es el camino, me parece.

    Dicho sea de paso, prohibir la lidia significa no solamente dejar sin empleo a un buen número de familias, sino decretar inviable e improductiva esta ganadería, condenando a la extinción a una raza bovina que no cumple más propósito que la de lucir su trapío en el ruedo. Quizá sea mejor así. Quizá no necesitamos que exista esa raza, y nos parezca mejor vivir sin la estampa soberbia de los toros de lidia. O quizá exista una lidia sin sangre y sin tortura. No lo sé, pero tendríamos que ser capaces de discutirlo sin tirarnos los trastos a la cabeza.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/226812/falacias-del-animalismo-toros-tauromaquia

  • Democracia y minorías

    Democracia y minorías

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 16 de enero, 2024

    Jornada

    Parecería que en la rebelión autonombrada 4T no hay cabida para el pensamiento crítico

    Quizá me repito, o pongo sobre la mesa ideas que ya son casi lugares comunes, pero me parece que ahora, cuando en nuestro país se acerca el momento de encarar el más grande de los procesos electorales de la historia, justo cuando nos encontramos sumidos en la polarización maniquea, y en la generalización de la consigna de “conmigo o contra mí”, no me queda más que ser machacón en esta propuesta: hay una gran confusión en la idea de que la democracia es “el gobierno de la mayoría”. Esa cosa, la mayoría, es una entelequia peculiar, amorfa e inasible. La gran dificultad – y el encanto – de la política, y el gran reto de la democracia, es reconocer en la sociedad un amasijo de minorías. Para hacer del asunto algo aún más complejo, habrá que decir que cada uno de nosotros forma parte de varias minorías a la vez, que se complementan o contradicen entre sí, de manera absolutamente inconsistente, a la luz de una circunstancia siempre cambiante.

    Paradójicamente, en los intentos por construir formas democráticas de gobierno, priva la mecánica electoral como el instrumento privilegiado para establecer acuerdos y tomar decisiones, de manera que pareciera que se trata de construir mayorías. Se decide en función del número de votos, o de la cantidad de curules en el congreso, o esto es lo que se pretende hacernos creer. Tras bambalinas, las cosas se urden de otra manera. Mientras escribo estas líneas, escucho en las noticias el acuerdo político electoral firmado en Coahuila entre el Partido Acción Nacional y el Revolucionario Institucional, y confirmo mi posición en cuanto a que es falaz suponer que son las mayorías las que toman las decisiones de carácter democrático. Se sigue decidiendo en función de la confrontación de fuerzas y la prevalencia de intereses. Dicho sea de paso, esto ocurre entre las minorías que detentan el poder.

    Parecería que en la rebelión de las masas a las que nos invita a participar la autonombrada Cuarta Transformación no hay cabida para el pensamiento crítico. La consigna substituye al argumento, la diatriba a la reflexión, y la repetición a la veracidad. Pero como el actual mecanismo político conduce a construir mayorías, el lado opuesto no tiene otra cosa que ofrecer más que la oposición por la oposición misma: el miedo substituye a la razón, la negativa suplanta al proyecto, y la estridencia aniquila al diálogo. Estoy sin hablar del oportunismo cínico que hace que se construyan alianzas y acuerdos que carecen de otro sustento que no sea el de “así somos más”. Esa necesidad de ser más, de convertirse en mayoría, es lo único que justifica las uniones – efímeras, inestables y conflictivas – de institutos políticos que antes se opusieron encarnizadamente, o que se han acusado una y otra vez de corruptos, mendaces, o traidores. ¿Cómo justificar el maridaje de Morena con el Partido Verde, o del PRI, PAN y PRD, como no sea solamente la posibilidad de sumar unos votos más? Claro que no hablo aquí de ese peculiar fenómeno anaranjado que se hace llamar “movimiento ciudadano”, que parece haber encontrado en la bufonería si mejor apuesta de convencimiento.

    Así, se espera, no que votemos por un proyecto de vida, o de gobernanza, o por un programa de políticas públicas capaces de generar el bien común, sino solamente como un mecanismo para demostrar que “somos más”. Y ese “somos más”, se convierte en una patente de corso para rechazar, suprimir, someter al escarnio o ignorar cualquier cosa que parezca provenir de una minoría, por mucha razón, o derecho, que esta minoría pueda tener. Como todos somos parte de alguna minoría – o de varias a la vez – esto no puede funcionar si no está basado en la mentira. De esta manera, el arte de gobernar se ha convertido en la forma de mentir, de manera que resulte convincente la idea de que quien gobierna decide en efecto qué es lo que la mayoría debe desear, de modo que su determinación resulte respaldada por un mayor número de personas, y parezca entonces representar el “bien común”.

    Deberíamos ser capaces de poner de cabeza la idea de democracia, para que resultara en una forma de organización social en la que cupiéramos todas las minorías, y se hiciera genuinamente efectivo el ideal de una libertad limitada únicamente por la libertad de los otros. Una propuesta democrática que se base en la idea de garantizar todos los derechos para todos (y todas y todes, desde luego), incluso el derecho a la crítica y la disidencia. Una democracia en la que todos podamos expresar lo que sentimos y pensamos sin que esto nos exponga a la persecución, al insulto y al escarnio que hoy vemos abalanzarse sobre cualquiera que tenga el atrevimiento de pensar distinto a lo que nos dicen que quiere la mayoría, o a poner en duda que en efecto se trate de lo que quiere esa supuesta mayoría.

    Este es el camino difícil, el de la tolerancia irrestricta, la senda genuinamente libertaria, que creo deberíamos aspirar a construir. Se trata de un camino muy distinto al del autoritarismo unificador y moralizante de las derechas, pero también es diferente del disfraz democrático de quienes gobiernan convencidos de que la mayoría manda, y que se encuentra en efecto expresada en las lecturas falaces de datos sesgados, o en la manifestación vocinglera y ramplona de los actos públicos de masas. Por supuesto, pensar que este camino es el que debe impulsar nuestra reflexión política, y normar nuestro actuar cotidiano, nos coloca frente a una disyuntiva oscura ante el próximo proceso electoral: si uno adopta la postura que sugiero en estos párrafos, la verdad es que el panorama de opciones electorales que se nos presenta en estos días resulta cualquier cosa menos alentador o estimulante.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/225853/democracia-y-minorias-elecciones-2024-morena-partido-verde-pri-pan-prd

  • La propuesta del CeIBA A.C.

    La propuesta del CeIBA A.C.

     

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 19 de diciembre, 2023

    Jornada

    Construir un futuro sustentable es responsabilidad política de todos

    Termina un sexenio, y aparece de nuevo la oportunidad para lanzar nuevas propuestas que contribuyan a mejorar las condiciones en que se encuentra nuestro país. Como lo viene haciendo desde 2006, el Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente (CeIBA), A. C. ha lanzado su contribución en una nutrida publicación titulada Planteamientos estratégicos para la sustentabilidad en México 2024-2030: hacia un futuro posible. La asociación civil sin fines de lucro CEIBA es una organización fundada en 2001, dedicada al análisis de los problemas relacionados con el medio ambiente y los recursos naturales renovables, que mantiene un diálogo con actores progresistas y promueve lineamientos generales de política ambiental y sustentabilidad del desarrollo.

    En estos tiempos de crispación política, polarización maniquea y pobreza ideológica, hay que enfatizar el hecho de que CeIBA es una organización mexicana, de cobertura nacional, que no responde a filiación política alguna y en sus filas participan personas de la más diversa procedencia ideológica, que comparten la misión de incidir en la construcción de la sustentabilidad, la conservación de la biodiversidad, la acción climática y la justicia ambiental, mediante el análisis interdisciplinario y dialogo plural, basado en el mejor conocimiento disponible y la experiencia de sus miembros.

    Si tenemos el buen tino de elegir para conducir la administración de la cosa pública nacional a una persona que no considere que el poder que ostentará traerá incluida una dosis omnímoda de saber; es decir, si logramos que quede al frente del ejecutivo alguien que se encuentre convencida de que no tiene por qué saberlo todo, y esté consciente de que en México hay un acervo de conocimientos muy sólido, seguramente recurrirá a los actores sociales – pensadores e investigadores, miembros de los centros e institutos de generación e conocimiento, y miembros de las diversas organizaciones de la sociedad civil que dedican su tiempo y sus capacidades a indagar acerca de los diferentes aspectos de la realidad nacional – les consultará acerca de los temas que resulten de interés para la construcción de las políticas públicas que pretenda llevar a cabo, y se tomará parte de su tiempo para leer con atención los materiales pertinentes que ya se han publicado.

    Entre estos materiales, al menos en lo que atañe a la política ambiental, el que hoy ofrece CeIBA, A. C. debería ocupar un sitio destacado, no solamente por la calidad profesional y la experiencia de quienes lo han escrito, sino por la riqueza de su contenido, la oportunidad que brinda para reorientar el desarrollo nacional hacia algo parecido a la sustentabilidad, por su clara objetividad, y por la mesura política de sus planteamientos. Como considero que se trata de una lectura obligada para quienes pretendan fungir como tomadores de decisiones en el servicio público, y para los diversos actores sociales que analizan, y trabajan para transformar, la circunstancia ambiental y social de nuestro país, les sugiero consultar el documento en cuestión, que se puede encontrar en línea, en la página web de CeIBA: CeIBA | Planteamientos estratégicos de CeIBA.

    Entre la visión que ha construido CeIBA para lograr un posible futuro sustentable en México, aparecen planteamientos relevantes para encarar los temas de ecología humana más relevantes del momento. Así, el documento empieza por el análisis de la situación que guarda la biodiversidad en el territorio, no solamente porque esta es una de las preocupaciones expresas de la organización, como lo define en su misión, sino porque, al final del día, se trata de uno de los pilares naturales que permiten algún desarrollo de la nación. Se habla aquí de conservar con la menor alteración posible los ecosistemas que componen el paisaje nacional, promoviendo su aprovechamiento sustentable mediante una importante “caja de herramientas” de política ambiental, como las áreas protegidas, las unidades para la conservación y manejo de la vida silvestre, y la planeación y ordenamiento del uso del territorio, para mencionar solamente unas cuantas.

    De aquí se parte para después entrar a proponer formas de construir el aprovechamiento sustentable de los océanos, las costas y los recursos pesqueros nacionales; operar una política climática eficaz a la luz de la actual emergencia climática, reconociendo entre otras cosas precisamente su condición de emergencia; se tocan asuntos de la importancia y profundidad del desarrollo territorial y regional, la gobernabilidad y gobernanza ambiental, y la justicia ambiental, con lo que se establecen principios que contribuyen a fortalecer la participación eficaz de las jurisdicciones subnacionales, las organizaciones no gubernamentales, los pueblos originarios y comunidades locales, y las universidades e institutos de investigación en la búsqueda de soluciones a la problemática ambiental que aqueja al territorio nacional; y se hace énfasis en la concepción actual de la economía circular, de modo que también se proponen formas de lidiar con los problemas que hasta hoy genera una economía que privilegia el desperdicio, la generación de residuos que se incorporan de manera lesiva a los ciclos y flujos propios de los ecosistemas, y alimenta la incorporación de obsolescencia en los productos que ingresan a los mercados, para garantizar flujos de efectivo que favorecen únicamente al capital, y generan impactos severos en la calidad del ambiente.

    Tras un breve mensaje final, el documento termina con la relación de quienes lo suscriben. Revisar este pase de lista da cuenta de la seriedad de los que se plantea, la solidez del saber que respalda los argumentos, y el compromiso que la organización asume frente al reto de conservar la viabilidad ambiental de nuestro país. Sirvan estos párrafos para invitar a la lectura de estos planteamientos.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/224761/la-propuesta-de-ceiba-a-c-accion-climatica-sustentabilidad-medioambiente

  • COP28 de cambio climático: un balance

    COP28 de cambio climático: un balance

    Implicaciones de la Cumbre Climática COP 28 para el próximo gobierno de 2024-2030

    El EconomistaAdrián Fernández Bremauntz – Miércoles 13 de Diciembre de 2023

    Como ha ocurrido en otras de las conferencias del clima de años pasados, en el texto final de la declaración de la COP 28 podemos encontrar, dependiendo del tema: avances, estancamientos y contradicciones.

    Luego de dos semanas de malabarismos semánticos de los negociadores para tratar de producir textos que pudieran conciliar posiciones con frecuencia opuestas, se aprobó por consenso un texto que contiene algunos avances con respecto a declaraciones de años anteriores. Por ejemplo, por primera vez se buscará una “transición para alejarse de los combustibles fósiles en los sistemas eléctricos, de manera justa, ordenada y con equidad, acelerando las acciones en esta década crítica para alcanzar emisiones netas cero para el 2050”.

    Se avanzó también con el lanzamiento de una iniciativa para comprometerse a triplicar la capacidad de energías renovables y duplicar la tasa de mejoría en eficiencia energética, ambas para el año 2030. La iniciativa fue congruentemente firmada por la Delegación de México, pues para el cumplimiento de las metas de reducción de emisiones que ofrecimos el año pasado ante el mundo, debemos cuadruplicar la capacidad de energías renovables. Hasta aquí todo bien. El problema es comenzar con la implementación de las acciones necesarias para cumplir las promesas.

    Por ejemplo, en materia de energías renovables, de acuerdo con datos de Iniciativa Climática de México, tan sólo para energía solar y eólica, se tiene que incrementar la capacidad desde los 12GW actuales, hasta al menos 44GW para el 2030. Dentro de los siguientes 7 años, esta escala sólo podría alcanzarse si, como parte del plan del nuevo gobierno para los primeros 100 días, se incluye: la expansión y fortalecimiento de la red eléctrica, así como el relanzamiento de las subastas de energía que demostraron ser tan exitosas. Debido a las políticas públicas de los últimos cinco años en materia de electricidad, se perdió la oportunidad de haber instalado de 10-15GW de capacidad renovable adicional.

    En el comunicado final de la COP28 aparecen también algunos planteamientos que parecen contradictorios. Se habla de que uno de los enfoques que se pueden aplicar es el de “acelerar los esfuerzos globales hacia las emisiones netas cero globales de los sistemas eléctricos antes de mediados de siglo, utilizando combustibles de cero y de bajo contenido de carbono”. Para que no resulte un absurdo esta declaración debería llevar incluida la condicionante de que esos combustibles de bajo contenido de carbono tendrán sus emisiones controladas o compensadas en su totalidad, o las emisiones no serían realmente cero.

    En otro inciso del documento señala, en una clara concesión a los muchos países y compañías cabilderas en favor del gas, que se “reconoce que los combustibles de transición pueden jugar un papel en facilitar la transición energética mientras garantizan la seguridad energética”. Para dejar las cosas claras es importante señalar que, en los siguientes 10 a 15 años el gas podría continuar sustituyendo a las viejas plantas de carbón que hay en el mundo, pero hacia mediados de siglo su uso tendrá que ser eliminado prácticamente por completo para llegar a emisiones netas cero.

    En México, no se pueden seguir construyendo más y más plantas de gas indefinidamente. Es este escenario bastaría para que las emisiones de México no hicieran pico y siguieran creciendo indefinidamente durante las siguientes décadas. Para que nuestro país cumpla con las metas que prometió ante el Acuerdo de Paris, el consumo del gas y sus emisiones tendrán que hacer pico durante la presente década y a partir de ahí empezar a reducirse. La próxima Presidenta de México debe tener claro esta realidad. El gas debe utilizarse sólo en las actividades y por los tiempos que resulten realmente indispensables y no como la solución inercial (pero anticlimática) para atender el esperado crecimiento de la demanda.

    A partir del próximo año, se intensificarán los procesos de rendición de cuentas ante el Acuerdo de París y ante la comunidad internacional por parte de los países signatarios. La agenda que México ha promovido dentro del Acuerdo en los últimos años ha enfatizado temas de derechos humanos, genero, financiamiento y adaptación, entre otros, pero no ha logrado mayores avances reales en materia de la reducción de emisiones (mitigación). Esto tendrá que cambiar.

    Esta Cumbre tiene como antecedente las consecuencias del cambio climático que observamos durante el año y que se expresaron a través de la fuerte onda de calor que azotó la mayor parte del mundo, sequías intensas, mega incendios y huracanes como el Otis. En el contexto de la COP sigue pendiente avanzar con determinación y honestidad por parte de los países desarrollados. Si bien en la COP 28 de Dubai finalmente se aprobó el Fondo de Pérdidas y Daños, los recursos disponibles hasta ahora tanto para este fondo como para el Fondo de Adaptación son muy magros comparados con la escala de financiamiento que requiere ya los países más vulnerables del planeta que sufren de forma intensa los impactos crecientes del cambio climático.

    México por su parte, debe entender que adaptarse a los impactos del cambio climático debe ser una alta prioridad en la que invierta recursos públicos de forma inteligente, protegiendo a las poblaciones más vulnerables de todas las latitudes. Pero hacer esfuerzos por adaptarse no sustituye a la responsabilidad de mitigar emisiones. Pensar que, porque México contribuye con menos del 2% de las emisiones globales, no debe ser un argumento para justificar que nuestro país no haga lo que le corresponde. Plantear que sólo se deben hacer esfuerzos para aumentar la resiliencia y no debe avanzar en la mitigación ha sido la excusa y la posición oficial del gobierno mexicano durante años y es también un malentendido común entre algunos círculos no gubernamentales y académicos.

    México puede hacer mucho en materia de reducción de emisiones porque le conviene. Porque puede generar nuevos empleos y porque puede acceder a recursos concesionales internacionales etiquetados para la mitigación. Acceder a ellos como lo hacen ya Sudáfrica e Indonesia les está ayudando a emprender una transición energética justa en la que mejorarán las condiciones de vidas de los trabajadores del carbón. ¿debemos renunciar a estas oportunidades y beneficios sólo porque no somos los que más contaminamos? Por supuesto que no. Además de que resulta más caro generar electricidad con combustóleo y con carbón que con energías renovables, la generación fósil contamina el aire de nuestras ciudades y ocasiona enfermedades y mortalidad prematura entre quienes vivimos en México y no en otros países.

    A la próxima presidente curiosamente le tocará el último tramo del primer período de cumplimiento de compromisos del Acuerdo de Paris, el período 2024-2030. Los gobiernos estarán bajo un escrutinio permanente de la comunidad internacional, que esperará que México haga su parte de manera responsable. Que avance sin escusas ni demoras implementando las muchas acciones que le convienen social y económicamente y que le permitirán bajar sus emisiones de gases de efecto invernadero. México puede a partir del 2024 volver a ser un líder climático respetado por sus pares.

    La agenda y la planeación estratégica, así como las decisiones e inversiones en materia de energía y de cambio climático en México deben ser el resultado de deliberaciones informadas entre especialistas de diversas disciplinas, sociales, económicas, ingenieriles y ambientales entre otras, para trazar una ruta que maximice los beneficios sociales mientras avanzamos por la lucha para salvar al planeta. Estas deliberaciones deben mantenerse al margen de cuestiones ideológicas y dogmáticas, pero también al margen de intereses comerciales o económicos de particulares, que suelen ser diferentes de las opciones que buscan el bienestar de la mayoría.

    La próxima presidente de México tendrá que reconstruir capacidades de gestión dentro y fuera del gobierno en materia de cambio climático y diseñar los esquemas institucionales que permitan que México se reinserte como jugador titular en el concierto colectivo de los esfuerzos mundiales para atender la emergencia climática.

  • Ecos de la COP 28

    Ecos de la COP 28

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 12 de diciembre, 2023

    Jornada

    Los intereses económicos y políticos opacan la discusión sobre el medioambiente

    “El cambio climático es el mejor ejemplo de la sociedad de las prisas”
    María Novo

    Ya han pasado décadas desde que la comunidad internacional empezó a discutir qué se debería hacer ante el avance del cambio climático global. En 28 ocasiones se han reunido representantes de la mayor parte de las naciones del planeta para intentar construir acuerdos que permitan una respuesta global y coordinada ante un problema que tiene consecuencias para toda la humanidad, los ecosistemas de la biosfera, y si me apuran, para las posibilidades de permanencia de los procesos de la vida en el planeta tal como la conocemos. Se ha avanzado mucho en el conocimiento acerca del clima del mundo y de los cambios que éste ha sufrido a raíz del impacto generado por las actividades humanas vinculadas a los procesos dominantes de crecimiento y desarrollo de las sociedades, pero se han logrado pocos acuerdos acerca de cómo lograr que el incremento de la temperatura planetaria sea menor a 1.5 grados centígrados, meta que se debería alcanzar antes de llegar al año 2030. Los intereses económicos, públicos y privados; locales, nacionales y supranacionales; siguen privando por encima de las consideraciones ambientales y éticas, que parecen quedar siempre en el mero discurso, y en la reflexión de corte académico.

    En este orden de cosas, no resulta sorprendente encontrarse con que en Dubai, a medida que se desarrolla la vigésimo octava conferencia de las partes en materia de cambio climático, la discusión más sonora es la que se refiere al financiamiento: ¿quién debe cubrir los costos de la adaptación al cambio climático global?, ¿se debe esperar que las naciones menos desarrolladas sacrifiquen sus procesos de desarrollo (convencional), en aras de enfrentar los efectos de una nueva circunstancia climática, en la que han tenido una participación relativamente menor que la de los países desarrollados? Por otra parte, precisamente en Dubai, monumento a la generación de riqueza a partir de la extracción de petróleo del subsuelo, se discuten las vías que deberían seguir para dejar de consumir y producir combustibles de fuentes fósiles. La ironía, como cuando se hizo la COP en Katowice, centro carbonífero de Polonia, es evidente.

    En el marco de las discusiones que se sostienen en esta conferencia de las partes, hay dos elementos que me parece que deben ser destacadas: por una parte, la participación de las jurisdicciones subnacionales, en un llamado que no es necesariamente explícito, para imponer a los procesos de mitigación y adaptación al cambio climático una perspectiva glocal; es decir, que se piense en el cambio climático como un proceso global, pero que se determinen vías de acción de carácter local, lo que acabará por hacerlas más ambientalmente sustentables, económicamente viables, y culturalmente aceptables; y por otra, la tendencia a privilegiar las acciones de adaptación por encima de la mitigación, lo que a mi juicio significa una suerte de renuncia a buscar vías alternativas de desarrollo, explorar vías que contribuyan a abatir los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y a considerar determinante el papel de los bosques, humedales y ecosistemas marinos como sumideros de carbono, capaces de capturar cuando menos una porción relevante del monóxido de carbono que arrojamos a la atmósfera, lo que los convierte en la herramienta más poderosa con que cuenta nuestra especie para reparar el deterioro generado por nuestra frenética actividad transformadora. Dejar de lado la necesidad de mitigar los impactos que contribuyen a exacerbar el cambio climático no parece una buena idea.

    En lo que atañe a la participación de las jurisdicciones subnacionales, creo que merece aplauso la tozuda participación del Grupo de Trabajo de Gobernadores por los Bosques y el Clima, coloquialmente conocido como GCF. Este organismo, que agrupa ya cerca de cuarenta estados y provincias de diez países con bosques tropicales, se empeña en impulsarla conservación y el aprovechamiento sustentable de la masa forestal tropical del mundo, en aras de preservar la capacidad de captura de carbono en los territorios tropicales, proponiendo así a los bosques como un patrimonio natural que debe constituir una parte fundamental de las cuentas del cambio climático, jugando como cifras que abaten las emisiones totales de carbono equivalente. De esta manera, los recursos forestales asumen un valor adicional para los pueblos que habitan los territorios que los incluyen, haciendo de su conservación un factor de vital importancia para el desarrollo.

    La participación de Mauricio Vila, en su calidad de presidente pro tempore del colectivo de estados mexicanos miembros del GCF, es sin duda loable, por el hecho de elevar la voz de los pobladores del trópico mexicano en el marco de las discusiones globales alrededor de la cosa ambiental y el cambio climático. El gobernador de Yucatán ha sabido aprovechar el rol que hoy desempeña en el grupo de trabajo para poner por delante la agenda de Yucatán en la materia, a juzgar por la cobertura que ha recibido en los medios locales y regionales. No obstante, no puedo dejar de pensar que los estados mexicanos coaligados en este grupo siguen desaprovechando el peso político que les debe otorgar la participación en el colectivo. Campeche, Chiapas, Jalisco, Quintana Roo, Oaxaca, Tabasco, y Yucatán son los poseedores de la mayor masa forestal tropical del país, y unidos cuentan con el respaldo de un grupo multinacional de prestigio en el concierto de estados nación que discuten la forma en que disonemos de los recursos naturales del mundo. Ese peso debiera ser una herramienta política para posicionar la agenda de la conservación y el manejo sustentable de los bosques nacionales en los primeros lugares des prioridades incorporadas en el próximo programa de gobierno.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/224457/ecos-de-la-cop-28-yucatan-campeche-quintana-roo-tabasco-chiapas-jalisco-oaxaca

  • Desarrollo turístico peninsular y »áreas protegidas»

    Desarrollo turístico peninsular y »áreas protegidas»

     

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 05 de diciembre, 2023

    Jornada

    El establecimiento de las ANP ha servido para colocar un cerco verde que separe proyectos

    Gracias a las “benditas redes sociales” cayó en mis manos un documental muy interesante acerca del desarrollo turístico en nuestra región peninsular. Este documento, que se puede encontrar en YouTube, se titula Mayapolis: Turismo y expansión urbana en la península de Yucatán, fue producido en el marco del proyecto Touralmex, con apoyo material de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma de Yucatán y de la Universidad de Angers, y el apoyo financiero de la Región Pays de la Loire, la Unión Europea, Angers TourismLab, el Instituto de Geografía de la UNAM y el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos; fue escrito y realizado por Renaud Lariagon, y cuenta con la participación de destacados investigadores de los centros de generación del saber más prestigiosos de la zona, incluyendo desde luego a la UNAM, y al Cinvestav, además de la UADY, entre otros.

    Con apenas una hora de duración, el documento aporta un análisis robusto, esclarecedor y crítico acerca del rumbo que ha seguido el desarrollo de la industria turística en Campeche, Quintana Roo y Yucatán, la participación que han tenido en el proceso las comunidades urbanas y rurales y el pueblo maya yucatanense, y los impactos que este modelo de desarrollo ha tenido sobre el patrimonio natural peninsular, y los que podrá tener en el futuro próximo, particularmente a partir de la entrada en operación del tren maya y otros proyectos de infraestructura emprendidos al calor de la cuarta transformación, como el aeropuerto de Tulum, por ejemplo. Si bien se centra en una visión que tiene mucho de economía política, antropología y geografía social, y hace uso de instrumentos conceptuales como la metropolización, turistificación y desarrollo mediante el despojo, incluye también herramientas conceptuales propias de la ecología. Es, en una palabra, una valiosa aportación a la ecología humana.

    Dado el trabajo que efectué durante prácticamente toda mi vida profesional, centraré mi comentario únicamente en uno de los temas que se tocan a lo largo del documental, que me ha resultado no solamente interesante, sino que creo que apunta en una dirección que quizá no hemos discutido con la suficiente profundidad en nuestro país: el papel social que ha jugado hasta ahora la mayor parte de las áreas protegidas, el que podrían jugar, y los riesgos que implica dejar de lado la polémica serena y productiva, y casarse con posturas ideologizadas o moralizantes. Los investigadores que participan en el documental parecen dejar en claro que consideran que los esfuerzos realizados hasta ahora en materia de conservación del patrimonio natural de la nación responden menos a la voluntad de proteger un bien común, que a la intención de contribuir al despojo de un bien social, originariamente en manos de los residentes locales, que hacían de él un uso sustentable.

    Creo que todos podremos estar de acuerdo en que la biodiversidad que habita los ecosistemas de nuestro país y los servicios ambientales que estos ecosistemas prestan a las comunidades humanas, han recibido una intensa presión insostenible en el largo plazo, a través del proceso de desarrollo emprendido al menos a partir del triunfo de la revolución. Dado que esta presión no parece estar cerca de abatirse, creo que también estamos de acuerdo en que algún esfuerzo se debe emprender y sostener para proteger al menos una muestra relevante y significativa de estos ecosistemas, dado que al final del día son la base material de todo proceso de desarrollo, sea cual sea el modelo que éste siga. Hasta ahora, el mejor instrumento de política pública de que dispone el Estado para garantizar la protección del patrimonio natural nacional atraviesa por el establecimiento y el manejo eficaz de áreas protegidas.

    Decir ahora que el establecimiento de áreas protegidas (ANP) solamente ha servido para colocar un cerco verde que separa a los proyectos de desarrollo turístico, y aísla a los visitantes en una suerte de artificial paraíso de naturaleza espectacular, a la vez que despoja de la tierra a sus propietarios originarios y les impide el aprovechamiento de los recursos naturales que continúan percibiendo como de propiedad común, corre el riesgo de convertirse en una generalización y una simplificación que logra solamente invalidar la herramienta, y colocar a los esfuerzos de conservación entre la espada de la animadversión social y la pared de la carencia presupuestaria. Esto es, en parte, lo que está sucediendo con la Comisión nacional de Áreas Naturales Protegidas en el contexto de la 4T. En lugar de incurrir en esta trayectoria, al estilo de tirar al niño junto con el agua de la bañera, deberíamos explorar dos vías complementarias, como se ha hecho ya en muchas de las áreas sujetas a conservación bajo la jurisdicción del gobierno federal, y algunas estatales: dotémoslas de programas de manejo robustos, rigurosos y realizables, y por otra parte, asegurémonos de que quienes participen de manera protagónica en la formulación de estos programas sean precisamente los residentes locales, dueños de la tierra y derechosos agrarios, forestales y pesqueros.

    Dicho esto, cierro con un breve comentario acerca del documental que dio lugar a esta breve contribución: doy por hecho que la mayoría de los inversionistas relevantes en la industria turística no tiene mayor interés en colaborar con garantizar la salud ambiental de los sitios donde inviertes, de modo que es pena perdida intentar convencerles. Pero es otra la historia en el caso del estado mexicano, los gobernadores y gobernadoras de los estados peninsulares, los congresos locales y los alcaldes y alcaldesas. Para todos ellos, dedicar una hora de su tiempo a revisar este documental debería ser tarea obligada y urgente.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/224103/desarrollo-turistico-peninsular-y-areas-protegidas-mayapolis-peninsula-de-yucatan-campeche-quintana-roo

  • De nuevo los transgénicos

    De nuevo los transgénicos

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 28 de noviembre, 2023

    Jornada

    La UE tendrá que permitirse hasta el año 2030 el uso del glifosato

    Hace unos días, la Unión Europea – o, más bien, los abogados que en ella dirimen las cuestiones jurídicas – decidieron que tendrá que permitirse cuando manos hasta el año 2030 el uso del glifosato, el herbicida preferente para el cultivo de organismos vegetales genéticamente modificados. Después de oír la noticia por segunda vez (la primera no me lo podía creer del todo), lo que me vino a la cabeza inmediatamente fue una mezcla de “en todas partes cuecen habas”, y “vuelve la burra al trigo”. Parece ser que en todo el mundo resulta difícil otorgar valor al más elemental criterio precautorio, que se piensa que tenemos tiempo de sobra para enmendar más adelante, y para seguir citando lugares comunes, “poderoso caballero es don dinero”, de manera que los intereses económicos siguen controlando la narrativa.

    Después de pensarlo un poco más, caigo en la cuenta de que no queda otra que repetir una y otra vez algo que ya hemos dicho muchos en múltiples ocasiones: el discurso de las organizaciones que pugnan por la prohibición del uso de este y otros agroquímicos, y por imponer restricciones al cultivo y consumo de organismos genéticamente modificados tiene una debilidad aparentemente insalvable: en aras de ganar adeptos, o quizá solamente en el ánimo de construir una narrativa más inteligible, se ha optado por enfatizar los daños, presentes o posibles, que puede generar el empleo del glifosato en la salud humana. Si bien a muchos nos parece que el mero riesgo de estos daños es inadmisible, los grandes fabricantes y promotores de esta sustancia, y de los cultivos que dependen de su utilización, encuentran relativamente fácil lograr que las cortes y los actores políticos relevantes encuentren insuficiente toda evidencia de daño. Si bien es cierto que en ciencia es difícil probar que algo no existe, resulta sencillo generar argumentaciones para sostener que los ejemplos y las pruebas de que sí existe no son suficientes, o convincentes. Sobre todo, si se le avientan cantidades ingentes de dinero al asunto.

    Concedamos, ante la duda y para propósitos de continuar la discusión, que no se ha probado plenamente que el glifosato y otros agroquímicos tengan una relación causal con problemas de salud. La pregunta es entonces si esto es motivo suficiente como para continuar permitiendo su utilización. Para encontrar respuestas a esta pregunta habrá que poner el énfasis en otra mirada. La que pone por delante la calidad del ambiente, y la sustentabilidad de las actividades humanas. Puestos a sembrar dudas, creo que hay evidencia relevante y suficiente como para preguntarnos si en efecto el cultivo de organismos genéticamente modificados es la única vía para garantizar la seguridad alimentaria de una población global creciente.

    Pero ¿será cierto que es la única vía? Ya antes de la aparición de los transgénicos, la humanidad había probado ser capaz de producir alimentos para esa masa enorme de congéneres: las cifras de la Organización de las Naciones Unidas demuestran que, a nivel global, cada vez menos gente sufre hambre, desde hace décadas. Esto no quiere decir que no haya poblaciones con hambre, en pobreza alimentaria y francamente famélicas. La tendencia global no borra los lacerantes contrastes de muchas regiones, como el África subsahariana, áreas de América Latina y el Caribe, o el sureste asiático. La gente pasa hambre, no porque no se producen suficientes organismos transgénicos en el mundo, sino porque la riqueza está injustamente distribuida, y dar más poder a las transnacionales agroindustriales no hará más que exacerbar esta situación.

    Por otra parte, lo que resulta mucho más grave, al menos desde mi punto de vista, y que creo que sí está más que suficientemente probado, es que los transgénicos, y los agroquímicos que los acompañan, son una amenaza para la diversidad de los cultivares nativos y sus plantas originarias. El caso de los maíces en México es paradigmático: el crecimiento en la utilización de maíces “mejorados” después de la “revolución verde” (hecha por cierto para asustar a las revoluciones rojas, como dijera hace años acertadamente Hans Magnus Enzensberger), y la incorporación después de semillas genéticamente modificadas, ha venido erosionando la agrobiodiversidad, al desplazar el uso de las semillas nativas, que no suelen contar con el subsidio de los organismos oficiales, o con la presión financiera y comercial de los grandes agronegocios.

    A esto hay sumar el efecto que tiene el incremento del uso de los agroquímicos que acompaña a los organismos genéticamente modificados, sobre otros grupos importantes para la biodiversidad, y para la capacidad continuada de los ecosistemas para proporcionar a las comunidades humanas con servicios indispensables para su permanencia en el planeta. El caos más evidente es el de los polinizadores: las poblaciones de los polinizadores más importantes, como las abejas, sin ir más lejos, sufren presiones crecientes frente al embate agroquímico, que ponen en entredicho su capacidad de sobrevivir, y amenazan también su capacidad de generar negocios. Baste con ver la reticencia de los grandes compradores de miel para continuar recibiendo mieles contaminadas con herbicidas y plaguicidas diversos, el glifosato, entre ellos.

    Hay, pues, suficientes argumentos para restringir el cultivo de organismos transgénicos, y más aún para prohibir el uso de agroquímicos que, aunque quizá no hayan probado su peligrosidad para la salud humana, sí que queda claro que amenazan los cálidos del ambiente y la biodiversidad. Por criterio precautorio y, ¿por qué no? Por elemental sentido común, tendremos que continuar pugnando por la restricción de unos y la prohibición de otros a nivel global.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/223824/de-nuevo-los-transgenicos-glifosato

  • Acapulco: Mitigación, adaptación y restauración

    Acapulco: Mitigación, adaptación y restauración

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    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 14 de noviembre, 2023

    Jornada

    Estamos empeñados en ignorar la emergencia climática y que no podremos encararla

    Hace una semana, decía yo que las medidas con que cuenta el gobierno mexicano para atender los impactos catastróficos de fenómenos naturales son cortoplacistas. Esta vez quiero elaborar sobre este aserto, no sólo porque se me quedaron muchas ideas en el tintero, sino porque hace unos días escuché que el gran timonel ha pactado con los hoteleros de Acapulco la reactivación de la actividad turística en el puerto a partir de marzo del año entrante, y ha determinado que será de nuevo sede del Tianguis Turístico que se lleva a cabo todos los años, ya que no parecen encontrarse motivos para mudarlo a otra ciudad, o posponerlo.

    Esta propuesta del presidente y los mal llamados “desarrolladores turísticos” es una prueba de que estamos muy lejos de haber aprendido las lecciones que nos ofrece el planeta a golpes de huracanes, tormentas, olas de calor, tsunamis, incendios… En fin, estamos empeñados en ignorar el hecho de que enfrentamos una emergencia climática, y que no podremos encararla y sobrevivir si seguimos haciendo lo mismo una y otra vez, reconstruyendo lo abatido en los mismos lugares, y de igual manera. No importa cuantas veces tropecemos con la misma piedra meteorológica, volveremos a las andadas, como si nada. El interés inmediato de captar más dólares más rápido nos hace ciegos ante nuestra vulnerabilidad.

    Sé que lo que propongo es ingenuo, pero cada vez estoy más convencido de que solamente la ingenuidad nos permitirá librar con éxito el tránsito de adaptación a la nueva circunstancia climática que el planeta nos ofrece, circunstancia que por cierto ha sido ocasionada por nuestras desenfrenadas acciones de apropiación del entorno. Para entender lo que sigue, debo decir que no creo ni por asomo que la simple suma de más y nuevas tecnologías sea la vía que nos conduzca efectivamente a una buena relación entre la sociedad y el medio ambiente. Con esto no quiere decir que esté en contra del desarrollo tecnológico. Sería una insensatez pretender, como algunos grupos sociales anacrónicos, al estilo de los Amish, por ejemplo, que las tecnologías que nos ofrece la actualidad – y las que seguramente se irán incorporando en el futuro, cada vez más rápidamente – sean intrínsecamente “malas”, o incluso diabólicas. Nuestra vida es mucho mejor con paneles solares, aerogeneradores, procesos piroclásticos, autos eléctricos e híbridos, televisores, computadoras, teléfonos celulares, y satélites. Esto no está en discusión.

    En lo que sí insistiré hasta el cansancio es que, para adaptarnos al cambio climático global, más nos vale apostar por incorporar a nuestros procesos de desarrollo, soluciones basadas en naturaleza. Y esto significa necesariamente dejar de hacer las cosas de la misma manera en que las hemos hecho hasta ahora. Esta vía nos llevará sin remedio a encarar los desastres relacionados con fenómenos naturales como una suerte de trabajo de Sísifo, sólo que ahora, en lugar de empujar una roca montaña arriba, tendríamos que reconstruir una y otra vez la infraestructura derruida, reparar los daños sufridos por las familias, y resanar una y otra vez las heridas y la miseria resultante.

    Proponer un modelo de reconstrucción para Acapulco, que enfatice la ejecución de soluciones basadas en naturaleza, implica para empezar una pausa de planeación, que bien puede entrañar incluso una modificación no solamente en el ordenamiento ambiental y urbano – que tendría que ser el primer paso – sino también de la distribución del dominio territorial. Así, habría que volver a la condición de propiedad de la nación todo lo que fueron playas, humedales, dunas y manglares, y buena parte de los que fueran selvas bajas en las laderas que circundan la bahía. Estos sistemas deberían ser objeto de un robusto programa de restauración ecológica, y de conservación mediante los instrumentos jurídicos y la dotación de recursos financieros que resulten pertinentes y necesarios. Esta tendría que ser la primera línea de defensa de la infraestructura urbana ante el embate de eventos hidrometeorológicos de gran magnitud.

    Peor, además, habría que asegurarse de que las construcciones de hoteles, condominios, clubes náuticos, marinas y demás requerimientos de infraestructura para brindar servicios al turismo y a los residentes temporales respondieran a procedimientos rigurosos de impacto ambiental, y que fueran siempre secundarios a la necesidad de dotar a los residentes locales de vivienda, comunicaciones, servicios y comercio suficientes, dignos y resilientes. Asegurar primero para la población de acapulqueños y demás guerrerenses las bases materiales para construir vidas de calidad, y después apuntalar la economía turística del puerto, debería ser una visión normativa para la asignación de recursos y prioridades.

    Entiendo que emprender la pausa que esto entrañaría para reiniciar la captación de recursos y ganancias por parte de los barones de la industria turística es pedirle peras al olmo, y que pondría al gobierno ante la tesitura de respaldar los mecanismos financieros que hicieran viable este trayecto, buscando recursos financieros suficientes para subsidiar el proceso y a la vez, reconstruir la infraestructura pública que se requiere. También entiendo que esto implica un arreglo fiscal de una generosidad que el estado no suele estar dispuesto a conceder. Lo dicho, se trata de proponer una solución, no solamente basada en naturaleza, sino también fundada en la ingenuidad. Y solamente alimentar la ingenuidad podrá hacernos más humanos.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/223256/acapulco-mitigacion-adaptacion-y-restauracion-guerrero-otis-huracan

  • Acapulco: Lecciones para la adaptación

    Acapulco: Lecciones para la adaptación

     

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 07 de noviembre, 2023

    Jornada

    Lo primordial es aliviar el dolor de las familias; la reconstrucción vendrá poco a poco

    Para hablar del paso del huracán Otis por el estado de Guerrero, y no nada más por el puerto de Acapulco, por cierto, hay que empezar diciendo que priva el dolor de las pérdidas humanas. También cala hondo la desesperanza y la impotencia de los millares de guerrerenses que lo han perdido todo, y que ven hoy muy remoto el momento en que puedan recuperar algo parecido a una vida de calidad. Más allá de los números, oficiales o no, lo que importa a mi juicio es precisamente aliviar estos dolores. Lo demás, la recuperación y la reconstrucción tendrán que venir poco a poco: sería absurdo pensar que en breve se retornará al Guerrero de hace unas semanas, por mucho dinero que se le aviente al asunto, provenga de donde provenga.

    Por otra parte, comparto la idea de que no hay “desastres naturales”. Hay eventos naturales que se vuelven catastróficos cuando topan con paisajes construidos de tal manera que no pueden soportarlos sin quebrarse. Quizá merezca la pena aclarar que, cuando digo paisaje, hablo de un constructo humano, y por tanto social, que es la expresión concreta de las formas en que una cultura, un pueblo, o una nación determinada actúa ante su circunstancia ambiental. De esta manera, cuando un arreglo social determinado transforma su entorno, lo hace respondiendo a su historia, sus peculiaridades culturales, y las relaciones económicas entre sus miembros, que son casi siempre relaciones de poder.

    Aunque sé que estoy simplificando, debo decir que la bahía de Acapulco, los asentamientos que la rodean, y el resto de las comunidades del estado, son expresiones de estas relaciones, y su particular arreglo era una receta para la catástrofe. En un escenario de emergencia climática, cuando sabemos que las condiciones del entorno favorecen cada vez más la aparición de eventos hidrometeorológicos intensos, frecuentes, y veloces, un huracán como Otis tenía necesariamente que causar daños muy graves. Guerrero – y Acapulco especialmente – eran vulnerables a este impacto desde hace muchos años. Lo mismo puede decirse de buena parte de los polos de desarrollo turístico que se encuentran a lo largo de los litorales nacionales. Aunque cada año que pasa se acumulan desastres sobre catástrofes, parecemos incapaces de aprender la lección, y continuamos ufanándonos de la velocidad con la que crecen los servicios turísticos que ofrece México al mundo (aunque comúnmente quienes ofrecen estos servicios son franquicias de corte transnacional, y no precisamente empresas mexicanas).

    Para continuar con las simplificaciones, pareciera que lo que se entiende en México por prevención de desastres es un tanto limitado y cortoplacista: la Secretaría de la Defensa nacional pone en marcha automáticamente el famoso plan DN3, y se esfuerza – en ocasiones de manera francamente heroica – por llevar apoyos a las poblaciones afectadas, contribuir en las labores de limpieza indispensables tras el paso de un huracán, un incendio de gran envergadura, sismos, o erupciones volcánicas; diversas organizaciones de la sociedad civil montan diferentes mecanismos para captar donaciones en especie, o en metálico, para asistir a las víctimas del evento catastrófico; y las dependencias oficiales, tanto federales como de los gobiernos locales, recurren a todos los medios a su alcance para lograr que lleguen recursos no previstos en los presupuestos, que permitan al menos en parte volver a poner en pie la infraestructura dañada, y aportar algo de insumos básicos a las víctimas.

    Antes existía el FONDEN, un fondo creado para contar con recursos financieros expresamente destinados a atender las necesidades inmediatas desatadas por un desastre vinculado a fenómenos naturales. Es cierto que este fondo desató ambiciones de diversos actores sociales, frecuentemente corruptos, y otras veces oportunistas, que desviaban los recursos destinados a la restauración, para satisfacer sus propios intereses, o para alimentar proyectos populistas y electoreros. Recuerdo, por ejemplo, a un célebre gobernador del sureste mexicano, que esperaba generar evaluaciones infladas de los daños sufridos por el sector pesquero, para obtener recursos que le permitieran regalar nuevos motores y embarcaciones a una porción de la población que, antes del paso del huracán, había sido parte del sector agrario depauperado.

    Pero se ha decidido eliminar ese mecanismo con el afán expreso de combatir la corrupción y eliminar privilegios. De modo que ahora no hay un mecanismo financiero ad hoc para enfrentar los daños generados por el impacto catastrófico de fenómenos naturales de gran magnitud. Hay, sin embargo, según se nos ha explicado “recursos ilimitados” para atender la emergencia en Acapulco. Todos sabemos que no hay recursos ilimitados para nada. Y es razonable suponer que los que se puedan destinar para atender las necesidades inmediatas del caso no serán suficientes, si se espera que el Gobierno federal siga operando el resto de sus programas en el país. La lucha por conservar los recursos asignados por el Congreso a las diversas dependencias ya ha comenzado, y seguramente será encarnizada, ya que no creo que ningún titular de una secretaría determinada esté dispuesto, o dispuesta, a explicarle al presidente que no ha podido cumplir con las metas comprometidas, “porque todo el presupuesto se asignó a Acapulco”. Francamente no entiendo cómo esto contribuye a combatir la corrupción, ni a garantizar la eficacia de las políticas públicas.

    No bastan estos párrafos para dar cuenta de todo lo que deberíamos estar pensando acerca de Guerrero y los huracanes. Temo que tendré que dejar para la próxima semana algunas reflexiones acerca de Acapulco, los fenómenos hidrometeorológicos durante la emergencia climática, su mitigación, y nuestra adaptación.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/222923/acapulco-lecciones-para-la-adaptacion-fonden-amlo-otis-reconstruccion-guerrero

  • De alienígenas, desaparecidos y diputados

    De alienígenas, desaparecidos y diputados

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 31 de octubre, 2023

    Cámara

    Encontrarse con que Maussan aproveche cualquier oportunidad para compartir sus delirios no sorprende

    Sé que ya pasó mucho tiempo desde que sucedió este asunto, y quizá la corta memoria que norma los noticieros haya ayudado a olvidarlo, pero creo que no debemos echarlo en saco roto, de modo que me atrevo a volverlo a traer a cuento. Encontrarse con que Jaime Maussan aprovecha cualquier oportunidad para compartir sus delirios alrededor de presencias extraterrestres no sorprende en lo más mínimo: así ha sido desde que encontró un foro en los medios de comunicación. Que lo haya hecho a partir de que el creciente número de desapariciones forzadas se convierte en materia de discusión, enojo, dolor y tristeza cotidianos en México, ha sido tocar un fondo oscuro y fangoso de mal gusto, falta de empatía con las víctimas y sus familias, y torpeza moral.

    Lo que sí no deja de sorprenderme es el pobre nivel que ha alcanzado el Congreso de la Unión, de unos años para acá. Debo subrayar aquí que esto es una tendencia que viene creciendo desde antes de que se iniciara la famosa cuarta transformación. Los diputados y diputadas gritones, enmascarados o disfrazados de animales diversos, que confunden la argumentación parlamentaria con el insulto, el ademán hostil, la consigna fácil y la actuación vandálica e irracional, son un espectáculo tristemente frecuente en la cámara desde hace ya muchos años.

    Quizá resulto ingenuo al continuar pensando que el Congreso es un espacio de dignidad republicana y talante democrático, y que los diputados que nos representan en este foro debieran ser hombres y mujeres profundamente tolerantes, siempre dispuestos a escuchar al Otro, empeñados en construir consensos a partir de disensos razonables, o encontrar al menos terrenos satisfactorios de acuerdo, que permitan edificar una gobernanza eficaz, a partir de la formulación de instrumentos jurídicos robustos, inteligibles y adecuados a la realidad imperante.

    No tengo idea de a quién se le debe la ocurrencia de invitar a Jaime Maussan al Congreso de la Unión, cuando cientos de familias claman por la presentación de sus desaparecidos, a tratar de explicar por qué considera que se debe dar reconocimiento de personas desaparecidas a supuestos “aliens” momificados, burdas construcciones de juguete. Lo que sí me queda claro es que no ha sido precisamente una muestra de sensibilidad, pero sí un gesto de impertinencia legislativa.

    Gro Harlem Brundtland, que fuera primera ministra de Noruega y autora de Nuestro Futuro Común, obra que puso en la agenda global el concepto de sustentabilidad ambiental, decía desde los años noventa del siglo pasado, en un artículo publicado en la prestigiosa revista Science, que “la política que se desentiende de la ciencia y el conocimiento no resistirá la prueba del tiempo; de hecho, no hay más base para las decisiones políticas sensatas que la mejor evidencia científica disponible. Esto es especialmente cierto en los campos del manejo de recursos y la protección ambiental”. Yo añadiría que esto también es cierto cuando se trata de actividades como la búsqueda de personas desaparecidas, que requieren de una metodología forense de vanguardia.

    Pero al parecer nuestros actuales legisladores consideran que no hace falta basarse en ciencia para llevar a cabo su labor cabalmente. A decir verdad, llevo semanas intentando decidir si todo esto ha sido una broma, lo que indicaría que a nuestros legisladores les sobra el tiempo, o si realmente el congreso mexicano encuentra de interés la posibilidad de reconocer legalmente la existencia en México de “fenómenos anómalos”. Si no se trata de una broma, y el cuerpo legislativo considera importante reflexionar acerca de la vida extraterrestre, y explorar formas de incorporarla en nuestras leyes, ¿por qué no preguntar antes a los científicos formales, que los hay, y muy destacados? Habría bastado con facilitar la tribuna al Doctor Antonio Lazcano Araujo, quien por cierto trajo a nuestro país al doctor exobiólogo Cyril Andrew Ponnamperuma, que dedicó una parte importante de sus esfuerzos a analizar la posibilidad de un origen extraterrestre de la vida en la tierra, poco después de haber invitado al Doctor Alexandr Oparin, a exponer sus teorías acerca del origen de la vida en nuestro planeta. Una sesión así les habría enriquecido mucho más que divertirse un rato con el delirante Maussan.

    Ahora que nos acercamos al calendario electoral formal, y que estamos en proceso de cerrar otro ciclo sexenal, tendríamos que estar pensando, creo yo, a lo largo de dos canales fundamentales: primero, cómo hacemos que las cámaras resulten foros de debate y centros de reflexión política donde se confronten con serenidad y parsimonia democrática los asuntos que deberá enfrentar México a lo largo de los próximos seis años, para construir una nación viable, donde los ciudadanos podamos aspirar a vidas cada vez más alegres, prósperas y apacibles, Y segundo, tratemos de responder a la pregunta acerca de cómo elevar el nivel de los debates parlamentarios. Habrá pronto nuevos candidatos a diputados y senadores. ¿Cómo garantizar que se trate de personas capaces, demócratas de veras, sensatas y prudentes, buenas escuchas, dispuestas a aprender y a preguntar?, ¿Cómo asegurarnos de que no lleguen ahí solamente por ostentar un poder efímero, o pro atrapar en un escalafón político?, ¿Cómo evitar que prive la ordinariez y la ignorancia? México merece un parlamento robusto, un foro que construya democracia y gobernanza, que edifique acuerdos y soluciones, y deje de ser el primitivo palenque de galleros que ha sido estos años.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/222641/de-alienigenas-desaparecidos-y-diputados-congreso-de-la-union-jaime-maussan

  • El ahuehuete de El Retiro

    El ahuehuete de El Retiro

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 24 de octubre, 2023

    Facebook Parque del Retiro, Madrid

    En Madrid, hay un frondoso ejemplar catalogado como árbol singular de esta comunidad

    Como mexicano por nacimiento y español por ascendencia, no puedo ver este ahuehuete sin sentir emociones diversas. Primero, me enorgullece encontrarme con que se aprecia esta especie, emblemática del país que me vio nacer, en la tierra donde nacieron mis padres, que se vieron obligados a abandonarla ante el triunfo del levantamiento franquista. Pero luego empiezan a pasarme por la cabeza un tropel de ideas que tienen que ver con este Taxodium mucronatum. Para empezar, creo que un árbol vivo, proveniente de un país determinado, y cuidado y apreciado en el parque más importante de otra nación, es símbolo de un puente de afecto y cercanía entre ambos pueblos, y me reafirma en la convicción de que entre España y México hay fuertes lazos de cariño, solidaridad y comunidad; y que no es veraz la narrativa que suele pretenderse que adoptemos, que parece renegar del paso de la historia, y espera que sintamos como si hoy fuésemos víctimas de una opresión colonial y del despojo imperial. Me parece francamente pueril esperar que dejar de llamar al ahuehuete de Tacuba “el árbol de la noche triste”, porque cuenta la leyenda que Cortés se sentó a llorar a su sombra después de una derrota, para llamarlo “el árbol de la victoria indígena”, va a fortalecer la identidad nacional e implica una suerte de desagravio al imperio azteca. Hoy no hay tal imperio, ni una victoria momentánea borra el dominio que el imperio ejerció durante medio milenio, ni la construcción de la nación mexicana cuelga de las ramas de ese único árbol.

    Me enorgullece sin ambages mi doble condición de mexicano y español, entre otras cosas porque mis padres formaron parte de ese exilio que México acogió con amorosa generosidad durante la segunda mitad de la década de los treinta y primera de los cuarenta, y tan importante resultó para la construcción del México de la segunda mitad del siglo pasado. La educación, cultura, y ciencia del México moderno no serían lo que son de no haber recibido en tierras mexicanas a una parte importante de lo mejor de la España republicana. La izquierda mexicana – o lo que queda de ella en estos confusos tiempos de confusa geometría política – habría tenido una historia muy distinta, de no haber sido por la presencia del exilio español.

    Otro ejemplo de lo absurdo que resultan con frecuencia los nombres de lo que asumimos como “símbolos patrios”, o efemérides relevantes, es el del día 12 de octubre: cuando éramos niños, nos hicieron aprender año con año que en esa fecha se conmemoraba “el día de la raza”, porque Colón había atracado en costas americanas. En España, esta festividad se consolidó como “día de la hispanidad” durante el régimen franquista. ¿De qué raza hablábamos entonces? Ya sé que el concepto de raza no hace sentido cuando hablamos de nuestra especie, y encubre una concepción nutrida de ignorancia, rechazo del Otro distinto, y odio irracional; pero dejando por un momento de lado esta premisa, ¿el “día de la raza celebrábamos a los españoles, como después quiso el régimen fascista, o celebrábamos a las múltiples etnias de América, o al mestizaje? Nunca lo he entendido muy bien. Como tampoco entiendo por qué resulta importante, o positivo, llamarlo ahora, al menos en México, el “día de la resistencia indígena”, cuando las comunidades indígenas oponen resistencia todos los días a la marginación, al despojo, a la pobreza, aún siglos después del origen de los países de la Hispanoamérica independiente. Cada país le ha puesto al día de la Virgen del Pilar el nombre que ha considerado más cercano a su visión de la historia, a la luz de la ideología dominante en un momento determinado. Ni siquiera el día de año nuevo es unívoco y universal.

    Un penúltimo comentario acerca del ahuehuete de El Retiro, no exento de ironía: cuando en la Ciudad de México murió la palmera que adornaba una de las glorietas de la emblemática Avenida Reforma, el gobierno de la capital realizó, según nos dicen, una consulta popular para determinar con qué habría que sustituir aquella planta. Se nos informó que el pueblo había decidido que se tendría que plantar un ahuehuete, y así se hizo. Ese árbol murió poco tiempo después, por causas que desconozco. Nunca pudo llegar a ser, como el de El Retiro, un árbol añoso y notable. Y ahora sí, para terminar, me quedo con la idea de que el famoso ahuehuete, junto a los códices, las muestras de arte plumario, los lienzos en el Museo Reina Sofía, entre otros, la estatua de Agustín Lara en el barrio de Lavapiés, la de Sor Juana cerca de la Plaza de España y el Templo de Debod, son hoy muestra del cariño fraterno del pueblo español a México, y no evidencia de una intención colonialista o imperial, como quisiera hacernos creer cierta narrativa patriotera y anacrónica.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/222335/el-ahuehuete-de-el-retiro-madrid

  • Habría querido no hablar de la guerra

    Habría querido no hablar de la guerra

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 17 de agosto, 2023

    Jornada

    Si no podemos hablar de paz sin condiciones por qué insistir en atender cualquier otra crisis

    Cursaba el sexto año de primaria en una escuela privada de la Ciudad de México cuando estalló la guerra de los seis días, entre Israel y Egipto. Compartíamos salón niños y niñas de familias mexicanas, hijos e hijas del exilio español, chicos y chicas de ascendencia israelí, y otros más de ascendencia árabe (diversa, con una predominancia libanesa). Un buen día, durante el recreo, se desató una gresca violentísima entre varios de nuestros amigos. Los que no proveníamos de hogares israelíes o árabes no entendíamos lo que estaba sucediendo. A los doce años, en 1967, nuestros intereses y nuestras preocupaciones estaban muy lejos de lo que sucedía en un lejano medio oriente, donde ubicábamos la historia bíblica, las mil y una noches, y Tintín. La directora de la escuela – española de origen, exiliada en México tras la derrota republicana en España – salió al patio hecha un basilisco, diciendo a gritos: “Pero ¡qué os pasa, si aquí sois todos hermanos!”. Ya más serena, nos soltaría después una filípica acerca de los males de la guerra, de la estupidez que nos lleva a renunciar al diálogo y nos hace incapaces de escuchar al Otro y ponerse en sus zapatos… en fin, un discurso que nos marcó para el resto de nuestras vidas, y que hizo de muchos de nosotros pacifistas irreductibles. Tiempo después, al ver los horrores de la guerra en Vietnam, llevaría conmigo a todas partes un cartel que fue popular entre los hippies, que decía ingenuamente: “La guerra no es saludable para los niños, ni para los demás seres vivos”.

    Desde entonces a la fecha no ha dejado de haber guerras – entre estados, civiles, étnicas, religiosas, ideológicas, pero todas imbéciles – en algún lugar del planeta. Pero en ninguna región del globo resulta este inútil derramamiento de sangre más doloroso, más constante, y más aparentemente irresoluble, que en esa pequeña porción del medio oriente donde comparten territorio israelís y palestinos. Aparentemente, identidades asesinas (recomiendo por cierto la lectura del lúcido ensayo de Amin Maalouf que lleva ese título), parecen ambos pueblos empreñados en exterminarse mutuamente. La agresión que esta vez ha lanzado el grupo Hamas, que no merece otro calificativo más que el de terrorista y debemos todos condenar sin cortapisas. Independientemente de los vericuetos históricos que llevaron a la construcción del estado de Israel, incluida la arrogante participación del imperialismo británico, ningún pueblo merece ser sometido al terror y amenazado con el exterminio. Me da igual lo que haga o deje de hacer su gobierno.

    Pero Hamas no es Palestina, ni representa a su pueblo. Hamas, a mi juicio, lastima a Palestina. Cierta narrativa pareciera querernos decir que la violencia y el despojo que han generado entre los palestinos ciertos sectores de Israel, al establecer colonias en terrenos que Palestina considera parte de su territorio, y mantenerlos contra viento y marea, o la dura dependencia que significa el dominio israelí sobre los servicios públicos y la movilidad de la población palestina, son factores que contribuyen a explicar la capacidad de reclutamiento de grupos como Hamas. Otras lecturas complican el panorama tratando de descalificar la ética del Islam y atribuyéndole un supuesto desprecio por la vida y los derechos humanos. De tener estas posturas algo de cierto, entonces habría que concluir que una respuesta como al de Israel ante ataques como el de Hamas, no conducirá más que a perpetuar el conflicto, a arraigarlo más profundamente, y a construir sin remedio una vecindad del odio. Hoy, cuando Benjamín Netanyahu, pretendidamente a nombre del pueblo de Israel, dice que desaparecerá a Hamás de la faz de la tierra (y quizá pueda hacerlo, dada su capacidad militar, y el apoyo de potencias del tamaño de los Estados Unidos y buena parte de la Unión Europea), la población palestina que no participa de Hamas, y no comparte ni su espíritu belicoso ni su fanatismo fundamentalista, se encuentra atrapada en el pavor, desplazada forzosamente de sus hogares, prisionera entre un Israel dispuesto a avanzar en una represalia y un Egipto que no se decide a concederles un tránsito humanitario inmediato, al menos en condición de refugiados y de manera temporal. Esa población es también víctima del terror, y me parece insensato no decirlo.

    También hay que decir que el papel que ha jugado hasta ahora en este conflicto la Organización de las Naciones Unidas es, por decir lo menos, patético. El organismo concebido como garante de la paz mundial no ha podido siquiera atender el asunto en territorio, ni siquiera con propósitos humanitarios: espera a que el gobierno de Israel les “permita” enviar ayudas básicas (alimentos, combustibles, medicinas) a los palestinos violentamente de su tierra y sus hogares. Ni siquiera se ha oído un posicionamiento de la ONU claramente decidido a imponer un cese al fuego. Creo que esta organización, que me sigue pareciendo la gran apuesta humana para la construcción de gobernanza global, debe plantearse seriamente una reconstrucción, que entre otras cosas cese y termine con el absurdo de un consejo de seguridad donde las grandes potencias, que se escudan en salvajes criterios de destrucción mutuamente garantizada, gocen de poder de veto en el foro que debería definir consensos ecuménicos de paz.

    Si no podemos hablar de paz sin condiciones, de paz sin exterminio, de paz sin exclusión y sin apartheid, no tenemos por qué insistir en atender la crisis climática, o las pandemias, o las crisis alimentarias, o cualquier otra crisis humana. Paz primero, paz ante todo, paz por encima de cualquier otra consideración.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/222025/habria-querido-no-hablar-de-la-guerra-israel-egipto-hamas-franja-de-gaza-palestina-benjamin

  • Apuesto de nuevo por el optimismo

    Apuesto de nuevo por el optimismo

    rafaelroblesdebenito

    Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 03 de octubre, 2023

    Jornada

    Quien asuma la presidencia en 2024 deberá enfrentar retos como la violencia y el cambio climático

    Escribo estas líneas el lunes 2 de octubre. Hoy, a pesar de que es el quincuagésimo quinto aniversario de la matanza de Tlatelolco, y que ese lago de sangre se ha ido incrementando año con año, con nuevos motivos y racionalizaciones, con más desaparecidos, y más y peores actores violentos, apuesto de nuevo por el optimismo. La única victoria sobre los gigantes que nunca son molinos es ésta: no cejaré en mi certidumbre de que la vida en mi país, ahora sí, será mejor. Entramos de nuevo en una de esas etapas de fin de sexenio que nos invitan a reflexionar sobre lo acontecido en este lustro, y a pensar qué esperamos que se haga, tanto desde las filas del poder del estado, como desde las trincheras diversas de la ciudadanía, para mejorar las condiciones –en muchos sentidos profundamente dolorosas– en que se encuentra nuestro México.

    Más allá de los buenos deseos de rigor, que incluyen la disminución de la violencia, el cese de las desapariciones, la terminación de los asesinatos a periodistas, defensores del ambiente y del territorio, el esclarecimiento de los crímenes hasta hoy impunes, las suspensión de las violaciones a los derechos humanos de migrantes y comunidades indígenas, y el fin sin más de los feminicidios y los procesos de maltrato, discriminación y persecución de las minorías diferentes (todos, de hecho, deberíamos reconocernos como integrantes de minorías diferentes, y ser solidarios y empáticos con el resto de las minorías); más allá, decía, de todos estos buenos deseos, quisiera aprovechar estos breves párrafos para hablar un poco acerca de algunas de las cosas que considero importantes para poder aspirar a mejores calidades de vidas en la nación.

    Aunque el optimismo no tendría por qué requerir justificación ni explicación, vale la pena anotar algunas de las premisas que sustentan el mío, y que son también sugerencias acerca de los caminos que habremos de explorar los mexicanos. Empezaré por decir una vez más que ofrece esperanza el hecho de que todo parece indicar que México será gobernado por una mujer a partir del 2024. Una jota en la zarzuela de ambiente aragonés titulada Gigantes y Cabezudos, de 1898, empezaba diciendo: “Si las mujeres mandasen, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones”. Puede tratarse de una letra premonitoria para México, y una mujer al mando podría hacer que la cosa pública fluya más tersa para nuestra nación. El gran reto de nuestra próxima jefa de estado será, en efecto, gobernar para todas y todos, reconciliar los fracturados ánimos nacionales, y restañar las heridas abiertas durante cinco años de confrontaciones estériles y contraproducentes.

    Ojalá que gane quien gane reconozca la sensatez de terminar las obras públicas iniciadas durante este sexenio, llevándolas no solamente a buen término y a una operación exitosa, sino corrigiendo además los desatinos generados por haberlas emprendido con una planificación deficiente, y haberlas ejecutado con la prisa de lograr avances relevantes durante un solo periodo administrativo. Sería una insensatez pretender cancelarlas o suspenderlas. Los daños que han generado son reparables o compensables. Los que generaría su suspensión serían catastróficos e irreversibles.

    Espero que se ponga un firme “¡hasta aquí!” a ese engendro que hemos llamado crimen organizado, y que reúne a los criminales de siempre, hoy enriquecidos y fortalecidos, con una caterva de cómplices de todos los sectores de la sociedad, porque hay que decir que también el miedo nos hace cómplices. Este “hasta aquí” deberá incluir la profundización efectiva del combate a la corrupción, una eficaz lucha contra la impunidad, que parta de procesos robustos por parte de las fiscalías, que el poder judicial no pueda derrotar en función de carencias o torpezas técnicas. Implica por tanto fortalecer la capacidad de investigación de las fiscalías, pero también la capacidad técnico-jurídica de fiscales y agentes del ministerio público. No basta con señalar a los jueces, como si éstos, al hacer su trabajo de manera escrupulosa e imparcial, estuviesen traicionando misteriosos “valores patrios”.

    No puedo dejar de lado dos ideas adicionales en este primer ejercicio de búsqueda. Primero, la mujer que tenga ante sí el reto de encabezar el ejecutivo del 24 al 30, tendrá que encontrar los arrestos y la capacidad persuasiva de arrebatar al ejército el exceso de facultades y competencias que ha ido adquiriendo sin ton ni son durante estos años, y volverlo a los cuarteles. O mejor aún, desaparecer al ejército como una institución anacrónica e innecesaria, y dejarlo en una fuerte Guardia Nacional CIVIL. Y, por último, un reto adicional será asumir de una vez por todas que los parámetros de la economía convencional no contribuyen con eficacia a la resolución de la crisis climática. Habremos de encarar con más imaginación, y con un valor que no parece fácil encontrar, la necesidad de construir un nuevo modelo económico, en el que la mitigación de las causas del cambio climático se encare sin el pavor que hoy provoca, dado que afecta poderosos intereses económicos globales o nacionales, y la urgencia de implementar soluciones de adaptación a los efectos actuales y venideros del cambio climático, basadas en naturaleza, y menos dependientes de la adición de nuevos esfuerzos tecnológicos, o nuevas inversiones masivas de empresas que no funcionan sino como expresiones de las relaciones económicas comunes y corrientes.

    Aunque excedo en unos cuentos el límite de caracteres que me otorga este espacio, me permitiré cerrar con al idea de que quizá haya llegado el momento de promover la instalación de un Congreso Constituyente, y formular una nueva carta magna, acorde a las condiciones de este milenio, y no a las de principios del siglo XX.

    roblesdeb1@hotmail.com

    Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/221380/apuesto-de-nuevo-por-el-optimismo-2-de-octubre-cambio-climatico-crimen-organizado