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Gobernanza ambiental

Las relaciones entre la sociedad y el medio ambiente son múltiples, diversas y complejas. El funcionamiento de los socio-ecosistemas, en el curso de la evolución biológica y exosomática de Homo sapiens, se ha modificado profundamente. En el curso de unas cuantas decenas de miles de años, pasamos de ser una simple especie de homínidos recolectores – cazadores a otra mucho más compleja que ocupa paisajes completos con sus ciudades, sus cultivos y sus infraestructuras. Actualmente Homo sapiens tiene capacidades para influir en procesos a escala planetaria que regulan el mantenimiento de las condiciones del Holoceno, la etapa geológica que inicia, hace 12 mil años, con el fin de la última glaciación y el inicio del interglacial en el que actualmente nos encontramos. Pero la influencia humana  sobre estos procesos de la biosfera ha transgredido ciertos umbrales planetarios (caso del cambio climático), al punto que ha hecho sobrevenir una nueva época geológica: el Antropoceno; en la que Homo sapiens mantiene una influencia decisiva en los ciclos biogeoquímicos del carbono, del nitrógeno, del fósforo, del azufre y del agua; ha desatado la sexta gran extinción masiva de especies; agujeró la capa de ozono; destruyó, degradó o perturbó más del 60 por ciento de la cobertura vegetal original terrestre; explota a su máxima capacidad (insostenible) las pesquerías marinas; y no tiene suficientes datos sobre la magnitud de la contaminación por químicos y aerosoles. Nos encontramos en una encrucijada histórica; lo que hagamos o dejemos de hacer —a más tardar en 2020— en materia de modelos de consumo y producción, marcarán la viabilidad de las generaciones futuras durante los próximos cientos de años.

En este contexto cada vez parece más complejo y difícil desarrollar capacidades de gobernanza ambiental. En realidad se trata de capacidades de gobernanza y de gobernabilidad que las sociedades desarrollan más o menos, dependiendo de su cultura e historia.